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#AvalanchaDePaz
O

currió un día de finales de junio de 2016.

Más o menos todo empezó a planificarse tres meses antes, cuando la situación en las fronteras de Europa era cada vez más insostenible. El gobierno de la Unión Europea no sólo no mostraba señalas de solidaridad con los miles de personas que buscaban refugio a sus guerras y hambres, sino que decidió, en un pacto maquiavélico con Turquía, expulsar a quienes ya habían atravesado las fronteras.

Y empezó, como ahora empiezan muchas cosas, con un tuit. Y aunque nunca se supo quién o quiénes lo habían preparado, el tuit en pocos días fue multiplicándose exponencialmente.

El mensaje era claro: Formemos una Avalancha de Paz. Abramos las fronteras. #AvalanchaDePaz, y enlazaba a un documento con una serie de instrucciones.

“1. Que este mensaje se traduzca en cuántos más idiomas mejor y que se distribuya por todos los rincones, que lo impregne todo, que sea una ola de audacia.

“2. Busca a tu asamblea más cercana. Para ello piensa en tu frontera más próxima, en la valla o en el muro donde desees actuar. Con el hashtag correspondiente, como #idomeni #melilla o #Sandiego, será fácil localizar a compañeras y compañeros.

“3. Organizar, en grupos grandes o pequeños, reuniones en las plazas del barrio, en los pueblos, allí dónde os sea más fácil, vamos a demostrar nuestra capacidad de autogestión. El compromiso, la valentía y la organización serán claves.

“4. Se tiene que estudiar bien el material que necesitaréis. Pequeños explosivos, pinzas corta alambres, martillos, cascos, soldadores... Hay que calcular la ruta y cuánto se tarda en llegar a la frontera.

“5. En el enlace de mapa anexo, se tendrá que anotar cuántos y qué metros exactos de frontera cubrirá cada grupo de forma que será sencillo no solaparse.

“6. Preparar notas de prensa, buscar espacios en los medios de comunicación, con todos los que os sea posible, no vamos a escondernos, al contrario, será una acción lo más pública y conocida posible.

“7. Queremos que lo sepan los gobiernos, los partidos políticos, las instituciones nacionales e internacionales y, desde luego, las fuerzas de seguridad de cada país.

8. Y estar preparados, se fijará colectivamente una fecha.

Inicialmente el mensaje y su propuesta circuló por grupos activistas del anticapitalismo, por organizaciones de base, por movimientos pacifistas, por asociaciones de vecinos y vecinas, por colectivos de desahuciados de sus viviendas, por oenegés de emergencia y humanitarias, por agrupaciones feministas, por grupos de apoyo mutuo, pero en poco tiempo fue trascendiendo a todas las capas de la sociedad, tanto de Europa como de otros lugares.

Efectivamente, los medios de comunicación empezaron a hablar del tema cuando observaron que todo era muy serio, que ya eran numerosos los grupos que se estaban reunidos, que los mensajes de aliento se expandían aceleradamente. Que #AvalanchaDePaz era un grafiti que todo lo adornaba.

Tardó más la clase política en reaccionar, pero finalmente se decidieron a abordar aquella movilización que estaba tomando grandes dimensiones, que se estaba globalizando. Como es habitual, y como si fuera una consigna universal, la respuesta de todos los gobiernos fue la misma, ni se les ocurra actuar, porque nos veremos obligados a emplear la violencia. También es cierto que al observar que las amenazas no calmaban los ánimos, al contrario, en algunos países se entablaron negociaciones. Pero no ofrecieron, ni por asomo, lo que aquellos millones de seres humanos ya habían interiorizado.

Y así sucedió. Ese día de finales de junio de 2016, como estaba previsto, salieron gentes y gentes de sus casas, campesinos con azadas, bandas de jóvenes entonando músicas al ritmo de tamboras, familias enteras esgrimiendo tijeras, sierras y cualquier otro utensilio para alcanzar el objetivo. Una avalancha de paz que desde dentro de las fronteras, desde los privilegios de un supuesto primer mundo o mundo rico, con decisión desalambró todas las vallas y tumbó todos los muros que les separaba de quienes frente a ellas esperaban con hambre, barro y lluvia en el cuerpo.

Pudieron mirarse a los ojos.