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Angelina Muñiz-Huberman, considerada transgresora de su época

Reditan Morada interior, novela que ignora los convencionalismos

Escribió el libro en 1972

Acompañaron a la autora el periodista Miguel Ángel Quemain y Carlos Ruiz, director del CCE

 
Periódico La Jornada
Viernes 18 de marzo de 2016, p. 4

Transgresora del tiempo y el espacio, la escritora Angelina Muñiz-Huberman presentó su primera novela, Morada interior, publicada originalmente en 1972, ahora reditada por Joaquín Mortiz.

Los niños de 1936 son mudos, leyó sus propias líneas la autora nacida en Francia en 1936, hija de exiliados españoles, mexicana por adopción, en una noche con relatos de la historia de este libro, lectura de sus fragmentos y música del renacimiento para volver loca a la gente, que fluía de la flauta de María Díez-Canedo Flores.

El quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús fue la efeméride la noche del miércoles para volver, en el Centro Cultural de España (CCE), a este diario apócrifo, “con un yo continuo de principio a fin, en el cual puede ser una mujer del exilio español o una santa.

No sabemos exactamente, pero esto me da gran libertad y me permite hacer muchas transgresiones, incluso en el campo místico, de la erótica, de las aventuras, de los sucesos, definió la poeta, narradora y ensayista, que este año celebrará 80 años de vida.

Una novela sobre la España del siglo XVI y la de la guerra civil, desgarrada entre grandezas y crueldades, como se leía en la portada amplificada que lucía junto a las sillas de los ponentes, el periodista Miguel Ángel Quemain y Carlos Ruiz, director del Centro Cultural de España.

Los críticos han considerado Morada interior como la primera novela neohistórica, porque me saltaba los límites de una novela histórica, entre la ficción, la autobiografía y la narrativa poética. También rompió con la tipografía clásica, con los signos de puntuación y con capítulos de dos líneas. “Es un libro que se salta los convencionalismos de la religión; es una especie de misticismo laico, si esto puede ser.

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Se ha hablado de esta característica mía de no aceptar los géneros, sobre todo en los años 70, cuando aún había restos de la novela tradicional, señaló la autora en la presentación de su libroFoto José Antonio López

“Quería hacer la historia de qué es lo que pasó con esta, mi primera novela, o seudonovela, ya que han hablado de esta característica mía de no aceptar los géneros, sobre todo en una época, la de los años 70, cuando aún había restos de las novelas tradicionales.

La mía tenía ese problema, no encajaba exactamente en algo, dijo. Sonreía con la mirada hacia el vacío al oír sobre su obra en voz de los acompañantes. Las manos, una sobre otra, descansadas en el regazo. A ella sólo le faltaba asentir con la cabeza.

También se ha dicho que es producto del anacronismo creador. Hay palabras muy rimbombantes, pero hasta cierto punto tienen razón, porque anacronismo es lo que está pasando aquí (en el libro), a pesar de que son 500 años, y estoy relatando hechos que verdaderamente sucedieron; otros son totalmente imaginarios.

¿Qué queda al final de la creación?

Sexos arrancados, músculos estallados, senos cortados, abominable carnicería, imágenes que aparecieron entre los fragmentos de la novela sin tiempo ni espacio, en la relatividad de Einstein. Y Muñiz-Huberman advirtió: Hay partes, pero no se las voy a leer, porque son muy tremendas, como la quema de la inquisición. Pero ante la insistencia, tomó el libro y pronunció. ¡No sé cómo escribo estas cosas! ¿Qué queda al final de la creación: sobre todo esa sensación de vacío, la fascinación del olvido total y la muerte?, leyó nuevamente entre las páginas. Queda la obra; queda tal vez la palabra escrita, si acaso.