Editorial
Ver día anteriorMartes 15 de marzo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Rusia sale de Siria
E

l presidente Vladimir Putin anunció ayer que a partir de hoy comenzará a retirarse la mayor parte de las tropas rusas desplegadas en territorio sirio desde el 30 de septiembre pasado. De acuerdo con el mandatario, la decisión se tomó al considerar que se encuentran cumplidos en lo fundamental los objetivos de la misión militar y como estímulo a la búsqueda de un arreglo político entre las facciones que sostienen un conflicto armado en el país árabe desde 2011.

Cabe recordar que la intervención de Moscú en el país árabe se produjo a petición del presidente Bashar al Assad, importante aliado de Rusia en la región. Con el apoyo de la aviación rusa el ejército sirio comenzó a recuperar importantes territorios hasta hace poco controlados por el grupo terrorista Estado Islámico (EI), pero también por otras fuerzas beligerantes que son reivindicadas como milicias insurgentes legítimas por Estados Unidos y sus socios en Occidente.

En este contexto, cabe saludar el gesto del presidente ruso como un paso que facilita el alto al fuego declarado entre las fuerzas gubernamentales y diversos grupos opositores, con exclusión del EI y el frente Al Nusra, considerado una rama de Al Qaeda. Sin embargo, no puede olvidarse que otras potencias han enviado, en varios grados, contingentes o asesores militares en apoyo de determinadas facciones, con la característica común de que se plantean como objetivo primordial de la lucha armada desalojar del poder al presidente Assad, lo cual hasta ahora ha sido una línea roja para el Kremlin.

Estos desacuerdos evidencian que las tentativas de negociar la paz que actualmente tienen lugar en Ginebra bajo el auspicio de la Organización de Naciones Unidas requieren de un proceso previo en el cual se pacten condiciones mínimas para entablar un diálogo fructífero. En tal orden se encuentra, de manera destacada, el reconocimiento inaplazable de las potencias occidentales de Assad como mandatario en funciones y actor imprescindible en cualquier salida negociada, realidad negada con particular empeño, hasta ahora, por el presidente francés François Hollande.

Lo cierto es que la salida rusa del primer plano del conflicto quita cualquier justificación, si acaso la hubo en algún punto, a la presencia en territorio sirio de fuerzas estadunidenses, francesas y británicas, así como al envío de suministros de guerra por parte de otras naciones aliadas de Estados Unidos. Para que el retiro voluntario ordenado por Putin tenga impacto positivo en la seguridad de los civiles víctimas de la prolongada lucha armada, es necesario también que Turquía se abstenga, con efecto inmediato, de usar efectivos militares y paramilitares en ataques indiscriminados contra la población kurda que habita territorio sirio, con el pretexto del combate al terrorismo.

Es imperativo que todos los actores extranjeros abandonen las acciones armadas y reconozcan que el camino hacia la paz y la derrota del Estado Islámico no pasa por el recurso de la fuerza, sino por el compromiso con el diálogo. Insistir en la vía bélica prolonga el sufrimiento de la población no combatiente y mantiene latente el riesgo de que el conflicto se extienda más allá de Siria, con implicaciones potencialmente explosivas en toda la región.