Sociedad y Justicia
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Las Hijas de Violencia piden tipificar como delito esos actos

Con un performance, jóvenes combaten el acoso callejero
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de febrero de 2016, p. 42

¿Por qué nos chiflaste? Es más un reclamo que una pregunta. El hombre responde nervioso lo que primero viene a su mente: es que pensé que grafiteaban, ríe y reafirma la excusa varias veces para luego disculparse. Ana Karen y Ana Beatriz lo perdonan y deciden no desenfundar sus pistolas.

Unas cuadras adelante un par de sujetos, a bordo de una camioneta, no corren con la misma suerte. Cuando las dos mujeres escuchan que les silbaron, corren tras ellos y ¡pum! Detonan sus armas cargadas de confeti.

La anterior escena se puede ver en un video que las jóvenes subieron en Youtube desde el año pasado y que forma parte de un performance.

Eso que tú me hiciste se llama acoso/Si tú me haces eso/ de esta forma yo respondo, dice la canción que compusieron para expresar y hacer catarsis de toda esa violencia que traíamos por el acoso callejero, explica en entrevista Ana Beatriz.

La idea es intercambiar los papeles. No están acostumbrados a una respuesta, porque se nos educa para ignorar esas agresiones, comenta la activista, quien junto con su tocaya formó la colectiva artística Las Hijas de Violencia.

Ambas son actrices. Un día leyeron en una encuesta que México es uno de los peores países donde las mujeres pueden desarrollarse. A partir de eso reflexionaron sobre el acoso en las calles, nos dimos cuenta de que es algo tan común que es parte del proceso de ser mujer.

Inspiradas en las Pussy Riot, las rusas que con representaciones denuncian la situación de las mujeres en su país, resolvieron hacer un performance con acosadores reales. Nada de farsa.

Las jóvenes andan por la calle a la caza de un victimario que terminará siendo víctima. No necesitan acechar a la presa, sólo caminar; alguien les dirá algo. Entonces se acercan a él para cuestionar su actitud. Eso los sorprende, sostiene Beatriz.

Cuando les apuntamos con la pistola se asustan y el temor revienta al escuchar la detonación. Luego viene la sensación de ridiculez, dice Beatriz, cuando ven volar frente a su rostro el confeti.

El acoso callejero es sólo la punta del iceberg de la violencia contra la mujer. Si te defiendes te observan a ti, porque hay una idea de que somos histéricas. Si eso ocurre de manera pública, qué puedes esperar en privado.

Las expresiones que debemos oír en las calles hacen que cambies hasta tu forma de vestir. Todo el tiempo hacemos cosas que merman nuestra libertad.

Sabían que el plan podría ser peligroso, pero pasó que 99 por ciento de los acosadores se disculparon. El punto porcentual para redondear la cifra pertenece a unos hombres que las amenazaron con violarlas y matarlas. No estaría mal que el acoso callejero se tipificara como delito, anhela Ana Beatriz.