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De nuestras Jornadas

Arranques transparentes, finales turbios

E

l arranque de cada gobierno reúne dos características sobresalientes: descubrir las irregularidades de la administración que recibe e iniciar una serie de medidas tendientes a resolver los manejos indebidos de los antecesores.

Hacen gran difusión de faltantes y toda clase de fallas; es después, cuando ya no pueden atribuir errores a los que se fueron, cuando empiezan a ocultar la información, los resultados de las auditorías internas y las conductas inapropiadas de los funcionarios de la nueva gestión.

Esto parece una regla no escrita, lo que, no obstante, de ninguna manera significa que la administración de Héctor Astudillo Flores vaya a actuar exactamente igual.

Ya ventiló el saqueo del sexenio anterior, lo cual debió hacer para no cargar con responsabilidades que no le tocan, pero de ninguna manera debe quedarse en la denuncia mediática, sino poner pruebas en manos de las autoridades correspondientes y dar el seguimiento a los casos hasta agotarlos.

El secretario de Finanzas, Héctor Apreza Patrón, ha insistido en que se aplicará un programa de austeridad sin precedente en Guerrero, lo que debería traducirse más bien en un uso cuidadoso de los recursos, porque tampoco puede caer, por ejemplo, de no dar a los empleados material suficiente para que hagan su trabajo sin problema.

Por otro lado, el contralor del estado, Mario Ramos del Carmen, dio a conocer que se realizan auditorías en diferentes dependencias, sobre todo en aquellas donde hay quejas de los funcionarios entrantes.

Es de esperar que cuando concluya la revisión de cuentas revele los resultados y dé seguimiento a cada caso, pues los guerrerenses tienen la impresión de que la contraloría estatal es utilizada para cobros de cuentas o chantajes a los infractores en vez de buscar castigarlos.

Bien está que hagan público cuanta pudrición descubran y lo que harán para subsanarla, pero que no sólo esculquen a los que se fueron, sino que también revisen a los que van entrando y los mantengan bajo supervisión mientras estén en funciones, y que los castiguen si fallan, sin esperar a que sean los que vendrán después quienes los descobijen.