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Balance de la Jornada

Federativos mexicanos se han salvado en el escándalo de la FIFA

E

l estadunidense Chuck Blazer jaló el tapete y sacudió el mundo del futbol en 2015. No todo hombre del año tiene que ser autor de una proeza sublime, porque Chuck con su acción de delator, cuando se vio entre la espada de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la pared, habló, habló y habló. Provocó una hecatombe en el deporte más popular del planeta, en la antes todopoderosa Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), que aún no termina de recoger los pedazos de su maltrecha efigie.

Las vibraciones del sismo no han alcanzado a los federativos mexicanos, lo que parece increíble en un país donde la corrupción es moneda común, cuyo reciente campanazo a escala mundial fue la fuga de El Chapo Guzmán y el escándalo de la llamada Casa Blanca. Sin embargo, hay algunas razones de peso, y sucesos que pusieron a salvo a los dirigentes mexicanos, que hasta ahora han cruzado el pantano como el ave fénix.

Blazer (26 de abril de 1945, Nueva York) fue un visionario en un país que era indiferente al futbol y dio los primeros pasos con la creación de la American Soccer League, antecedente de la actual Mayor League Soccer (MLS); con agudeza y entusiasmo empezó a manejar los hilos en su favor. En 1984 quedó como presidente de la Federación de Futbol de Estados Unidos.

¿Por qué México quedó fuera de la orgía de los fifos y, por tanto, hasta hoy sólo ha visto pasar las balas zumbando? El balompié nacional acababa de sufrir la sanción que lo dejó fuera del Mundial Italia 1990 por el caso de los cachirules. Estaba ante el mundo futbolístico con la casa sucia, cabizbajo, con la etiqueta de tramposo colgada al cuello.

Gracias a los buenos oficios del mexicano Guillermo Cañedo de la Bárcena, creador de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol (Concacaf) y cercano al entonces titular de la FIFA, Joao Havelange, el castigo no fue mayor.

Ya con Jack Warner como mandamás de la Concacaf, a partir de 1990, Chuck se acomodó en la secretaría general; para entonces había olfateado y sopesado el potencial de la afición latina, especialmente la de origen mexicano radicada en Estados Unidos, y junto con Warner creó en 1994 la Copa Oro, que fue un auténtico hitazo. Cañedo de la Bárcena salió de escena por problemas de salud y México no tuvo listo el relevo para hacer contrapeso.

Blazer impuso la cláusula que le dio apodo y que le asignaba 10 por ciento de las ganancias obtenidas en cada acto organizado. Además pactó los derechos con la estadunidense SUM (Soccer United Marketing). Los hombres de pantalón largo en México, desde luego, no quedaron contentos, conscientes de que el Tri era el equipo estrella, el que llenaba estadios y generaba abultados ingresos que sólo pasaban ante sus ojos.

Además de Mr 10 por ciento, a Chuck bien podría llamársele Mr Anfitrión, porque en eso nadie le ganaba: agasajó a todo tipo de personajes e incluyó a la prensa mexicana. En una reunión habló de sus desavenencias con el entonces presidente de la Federación Mexicana de Futbol, Justino Compeán, quien hoy, a sus 75 años, es serio aspirante a tomar el mando de la Concacaf, luego de los múltiples arrestos de los incondicionales de Joseph Blatter.

Es decir, el caso de los cachirules, el ocaso de Cañedo de la Bárcena y la lejanía con Blazer pusieron en buen resguardo a los federativos mexicanos y dieron vigencia al dicho de que no hay mal que por bien no venga.

Javier Chicharito Hernández está demostrando su real valía. Con los 19 goles marcados con la playera del Bayer Leverkusen ya rebasó los tantos anotados en Real Madrid; Manchester United también contempla el potencial que desdeñó; incluso, otros equipos lo quieren de vuelta en la Liga Premier. Hoy el atacante tapatío obtiene el premio a su paciencia, saca jugo al roce con los grandes y, tras cinco años, cumple su mejor etapa en Europa.

Otro que merece mención es Andrés Guardado, quien junto con Héctor Moreno ha sobresalido en el PSV Eindhoven. Guardado cumplió este año un papel sobresaliente en la selección nacional, fue pieza clave para el regreso de Carlos Vela al Tri, y con sus buenas actuaciones mereció ser portador en varias ocasiones del gafete de capitán.

Pero sin duda, Rafael Márquez Álvarez es una de las máximas luminarias que México ha exportado. Muchos lo ponen a la par de Hugo Sánchez. A sus 36 años, el zaguero michoacano (quien brilló en Mónaco, Barcelona, Nueva York y declinó en Italia) se dispone a cumplir su sueño: retirarse con el equipo que lo echó a la fama, un Atlas urgido de un símbolo. Rafa, como pocos futbolistas, ha cumplido una función social con su fundación, enfocada a ayudar a niños de bajos recursos.