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En noviembre de 1915 el físico ofreció una conferencia que cambió la visión del universo

Celebran centenario de la teoría de la relatividad con antología de ciencia ficción

Su pensamiento y vida han inspirado a autores como Virgina Woolf, TS Elliot o Vanessa Gebbie, entre otros, reunidos en la colección I Am Because You Are, de Pippa Goldschmidt y Tania Hershman

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Einstein pobló los paisajes abstractos de sus teorías con personas y objetos cotidianos como trenes, relojes y linternasFoto Archivo
The Independent
Periódico La Jornada
Lunes 21 de diciembre de 2015, p. 7

La tarde del 25 de noviembre de 1915, Albert Einstein dio una conferencia en la Academia de Ciencias de Prusia acerca de su nueva teoría general de la relatividad, y nuestro universo cambió de una arena estática para la consideración de la ciencia a ser parte del experimento mismo.

La fama de Einstein como pensador revolucionario da testimonio de la forma en que logró formular y resolver problemas de formidable complejidad usando enfoques imaginativos conocidos como experimentos del pensamiento, demasiado lejanos a la realidad para ser trasladados a la vida cotidiana, pero que podían usarse para hacer deducciones lógicas acerca de nuestro mundo. Pobló los paisajes abstractos de sus teorías con personas y objetos cotidianos como trenes, relojes y linternas.

Los resultados a menudo parecían relatos breves. En su famoso experimento del hombre en el elevador, ideado para sondear la naturaleza de la gravedad, un hombre queda atrapado en un elevador sin tener manera de ver al exterior mientras se precipita en caída libre hacia la Tierra. Einstein dedujo que el hombre sentiría carecer de peso.

Luego se preguntó cómo se sentiría si el elevador flotara en el espacio exterior. En esa situación también sentiría no tener peso, así que, incapaz de mirar afuera, el hombre sería incapaz de distinguir entre los dos escenarios.

Cuando caí en cuenta de que este año ocurriría el centésimo aniversario de la conferencia de Einstein, me pareció que una antología de cuentos encargados para tal ocasión sería una celebración apropiada. También parecía apropiado que esta conmemoración se diese fuera de la ortodoxia científica. Algunos de los escritores que se sumaron al proyecto (como Andrew Crumey y Helen Sedgwick) tienen estudios de física, pero la mayoría no se han expuesto a nada más allá de las pesas y medidas de la escuela. Contacté al profesor Pedro Ferreira –autor de La teoría perfecta, publicado el año pasado–, quien organizó un taller con físicos en la Universidad de Oxford, en el que los escritores aprendieron sobre la relatividad y sobre Einstein mismo.

Uno de los primeros avances de Einstein en la relatividad fue demoler la idea de la causalidad universal, al mostrar que no es posible que dos observadores que viajen a diferentes velocidades coincidan en la secuencia de los sucesos. Esto se reflejó en el rechazo al tradicional narrador omnisciente en la literatura en los albores del siglo XX: piénsese en La tierra baldía, de TS Eliot, o en Al faro, de Virginia Woolf.

Este tema también es explorado por algunos escritores en la antología. Eclipse, de Andrew Crumey, es relatado desde los puntos de vista alternados de dos amantes que difieren sobre su relación, durante un eclipse solar. Sus actitudes se vinculan con destreza a la alineación precisa de la Luna, el Sol y la Tierra, porque un eclipse, al igual que una relación, se observa muy diferente según la perspectiva.

Después de examinar la causalidad, Einstein volvió la atención hacia la gravedad. Las ecuaciones aparentemente simples de Isaac Newton para describir la fuerza de gravedad entre objetos habían dominado la ciencia desde finales del siglo XVII. Este universo tiene una lógica impecable, y sin embargo fue creado con humo y espejos. El propio Newton admitió que no podía explicar lo que era la gravedad, fuerza misteriosa que opera de modo instantáneo en el universo.

Cosmos, surreal y divertido

En contraste, los audaces experimentos de pensamiento llevaron a Einstein a concluir que la gravedad es en realidad una distorsión del espacio causada por objetos insertos en él, como las estrellas y galaxias. Tal vez la implicación más profunda de esto es la concepción de que el universo es dinámico, en expansión y cambio constante. La divertida y surrealista historia de Vanessa Gebbie, Captain Quantum’s Universal Entertainment, describe al universo en expansión como una carpa de circo deteriorada, llena de parches de oscuridad que parecen casi elementales, llenos de extrañas posibilidades, donde el Gran Maximiliano hace girar platillos bajo la mirada vigilante de enanos, apisonando con tristeza infinitos granos de arena.

Una consecuencia extrema de la teoría de Einstein se concretó muy poco después de 1915: los hoyos negros, objetos tan densos que el espacio-tiempo se curva en torno a ellos y evita que cualquier cosa, incluso la luz, escape de su órbita. Y por último, lo más inquietante de todo, se entendió que gran parte del universo parece existir no como materia ordinaria, sino como una forma de energía oscura.

Estas consecuencias dieron inspiración a nuestros autores. Lynsey May, por ejemplo, usa los hoyos negros como metáfora en The Cosmos in a Paper Cup, en el que una chica que padece una enfermedad terminal lucha por llegar a términos con su aislamiento de amigos y familia, así como un hoyo negro se escinde del espacio circundante: No soy una estrella brillante que se extingue demasiado pronto... Sé que a la larga el universo se extenderá, se restablecerá y continuará sin mí.

La vida personal de Einstein era complicada también. Cambió varias veces de nacionalidad –de alemán a suizo, luego alemán de nuevo, por último estadunidense–, y su primer matrimonio (con Mileva Mari, primera mujer en estudiar física en el Politécnico de Zurich) terminó cuando él tuvo una aventura con su prima Elsa. Todo esto resultó material valioso para la ficción. En Scatter and Trend, de Stuart Clark, Einstein especula sobre sus relaciones, tratando de dilucidar qué sale mal cada vez que visita a su ex esposa: lo contrasta con las dificultades prácticas del famoso experimento del eclipse solar llevado a cabo por Arthur Eddington en 1919.

¿Y el título de la colección? Nada resume mejor la interdependencia de masa y espacio-tiempo que la filosofía de Ubuntu de yo soy porque tú eres. Como demostró Einstein, ninguno de nosotros existe en espléndido aislamiento. I Am Because You Are, an Anthology of Stories Celebrating the Centenary of the General Theory of Relativity, compilado por Pippa Goldschmidt y Tania Hershman (Freight Books), ya se encuentra disponible en lengua inglesa.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya