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Médico en tu casa
C

aracterística de los programas sanitarios del consecutivo Ebrard-Mancera es la permanencia de Armando Ahued en el cargo: ocho largos y opacos años. Su patrón de actuación involucra acciones de alto impacto político publicitable, independientemente de la efectividad en resultados y eficacia en su ejecución. Para ello, Ahued se sirve de instituciones, recursos públicos y empresas, sin rendir cuentas sobre el fenomenal presupuesto bajo su responsabilidad: 10 mil 980 millones de pesos (GODF, 2014) más los recursos federales del Seguro Popular, en 2015.

Exámenes médicos gratuitos en el Metro, Proyecto para que médicos brinden consultas a señas; Intercambio de sentadillas por boletos del Metro; Módulos delegacionales para atención de la obesidad; Centros de salud emocional; cirugías reconstructivas gratuitas y, faltaba más, Médico en tu casa. Estas acciones muestran alta improvisación y falta de continuidad. Son bengalas para el lucimiento instantáneo y personal del jefe de Gobierno, después de lo cual, se impone nuevamente la oscuridad de un sector estratégicamente abandonado y cómodamente encadenado (por Mancera-Ahued) a la triste suerte de la política federal de salud de Mercedes Juan.

Las acciones sanitarias del GDF no se caracterizan por su sustentabilidad y prioridad médico-clínica. Su tónica tampoco trabaja para y por el paciente, sino para el brillo fugaz de Mancera. Médico en tu casa, que Ahued presume evaluado por Harvard, replicado por otras entidades (Michoacán, Chihuahua), y cuya Iniciativa para volverlo ley fue materializada por la ALDF, condensa una rotunda negación para trabajar médico-clínicamente por una verdadera prevención efectiva.

Según Ahued, el programa es un éxito: cumpliendo 10 meses, suma siete delegaciones: Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón, Tlalpan, Cuajimalpa, Xochimilco e Iztacalco. Constituyen sus brigadas de operación médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, sicólogos y personal de apoyo, sin que Ahued explicite su precaria situación laboral. Ahued también se llena la boca con cifras a modo: presume que se han identificado y brindado atención médica a 98 mil 839 personas vulnerables, 7 mil 647 discapacitados y 383 enfermos postrados. Mientras, 90 mil 675 adultos mayores, por su condición, no pueden trasladarse al centro de salud, por lo que requieren de atención médica domiciliaria, y de éstos 40 se encuentran en abandono. Para Ahued, se atiende también a 94 enfermos terminales, para lo cual se pusieron en marcha 16 brigadas especializadas que dan apoyo tanatológico y medicamentos. Además, entre septiembre 2014 y julio 2015 se han localizado 15 mil embarazadas, de las cuales 5 mil 500, no habían acudido ni una vez a revisión médica.

Pero su alegre recuento atropella principios epidemiológicos y de salud pública básicos: el elemental seguimiento y permanencia del equipo de salud en el área geográfica, y precisamente con la población que cubren. Es políticamente irresponsable y éticamente cuestionable presumir cifras de cobertura a personas –y sus padecimientos–, pero eludir el origen del problema en términos estrictamente salubristas.

El discurso preventivista se estampa en calidad de letra muerta, pues los recursos humanos destinados a la operación de Médico en tu casa sólo detectan personas enfermas y cumplen con referirlas o, si acaso, prometen una ulterior visita domiciliaria. Es un hecho que para cuando esas nobles brigadas itinerantes, que van de delegación en delegación, culminen su andar por las siete que ostenta Ahued, habrá transcurrido el tiempo sobrado como para que el paciente con sobrepeso evolucione a obeso, la embarazada tenga a su recién nacido y el diabético, hipertenso o cardiópata sufran complicaciones por el involuntario desapego de esas nobles brigadas.

Sucede exactamente lo mismo con la consulta a sanos que pudieran abandonar el conocimiento ya adquirido –vía pláticas de educación/ prevención–, ya que lo indicado consiste en reforzar, calendarizar y hacer permanente ese conocimiento, todo lo cual demanda suficientes recursos humanos apegados a la comunidad y familiarizados con las constelaciones de riesgos comunitarios. Además, la educación para preservar la salud y prevenir complicaciones de los padecimientos crónico-degenerativos es un proceso largo, perseverante y progresivo que no pueden resolver las brigadas.

Recurrir a jóvenes pasantes de licenciatura en formación, mediante convenios con instituciones serias de educación superior, para que se sumen a las brigadas de Médico en tu casa, confirma la irreductible vocación de Mancera-Ahued por sólo parchar los desafíos estructurales de los servicios del GDF. Los jóvenes en formación no pueden sustituir la labor de los profesionales titulados y contratados por ley. Además, siempre deberían realizar las funciones que se les asignan, supervisados por médicos que asumen la responsabilidad de la tarea realizada.

Médico en tu casa patentiza el abandono del primer nivel de atención y desnuda el estado de penosa sobresaturación y sobrecarga del segundo. Los ostentosos programas bengala de Mancera-Ahued lucran políticamente con las insultantes debilidades estructurales de la cuarta red sanitaria de que dispone el país. Sin embargo, muchos pacientes acuden a los servicios médicos T3 –pequeños módulos instalados en áreas de alta marginación– abandonados a su suerte: falta de recursos humanos, insumos, material de curación e inestabilidad de la plantilla laboral, a pesar de que esos capitalinos reciben ahí su primera atención. Cuando demandan servicio especializado sufren para ser asignados a instituciones de tercer nivel. De lograrlo, deben pagar. Porque el Seguro Popular no se las cubre.

Los éxitos de Ahued al exclusivo servicio de Mancera. ¡Vaya penalización electoral que les aguarda!

*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco