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El Grillo de Cuajimalpa se incorpora al Salón de la Fama del pugilismo internacional

El boxeo fue la gran oportunidad que me dio la vida: Lupe Pintor

Me forjé a mí mismo a base de golpes, define el ex campeón mundial gallo y supergallo

Humildad, disciplina, hambre y sueño fueron las claves para obtener el éxito en su carrera

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Pintor, de 60 años, externó emocionado su agradecimiento por haber recibido la distinciónFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de diciembre de 2015, p. a13

Sólo soy un hombre forjado a mí mismo a base de golpes, humildad, disciplina y hambre, se define Lupe Pintor, y no tiene dudas en exclamar: Si me muero mañana, me muero feliz.

José Guadalupe Pintor Guzmán (13 de abril de 1955) no cabía de gozo al enterarse, ayer por la mañana, sobre su nombramiento para ingresar al Salón de la Fama del Boxeo Internacional de Canastota, Nueva York, el inmueble más importante en esta disciplina.

Es el premio de toda una vida dedicada al boxeo. Este deporte ha sido tan maravilloso conmigo, conseguí todos los sueños que me propuse y ahora que me dan esta noticia creo que lo único que me faltó fue morir arriba del cuadrilátero. Eso habría sido lo más digno: morir haciendo lo que más te gusta en la vida, dijo un emocionado Grillo de Cuajimalpa.

Es un gran honor, una gran felicidad, la realización de un sueño. Estoy muy emocionado y agradecido, agregó.

–¿Entrar al Salón de la Fama es como haber ganado un título mundial?

–Es muy diferente –dice el ex campeón gallo y supergallo.

Es maravilloso ingresar a ese espacio tan lleno de gente gloriosa y distinguida, sobre todo ahora que ya no estoy tan joven.

Lo que más valora Pintor, de 60 años, es que este reconocimiento puede compartirlo con su esposa y sus tres hijos, mientras los cetros mundiales representaron satisfacciones individuales.

Los planes de junio

Ya estamos haciendo planes para junio, cuando será su inducción, junto con el puertorriqueño Héctor Macho Camacho, entre otros. Sus hijos ahorita andan en esas cosas de los videojuegos, pero después se darán cabal cuenta de lo que esto representó para su papá.

Además, Pintor aprecia más este reconocimiento, porque la verdad pensé que me lo iban a dar cuando ya estuviera muerto.

Confesó: “El problema es que a mucha gente la valoran hasta que se muere. En todos estos años desde que me retiré (1985 por primera vez, aunque regresó en 1994), vi que entraba mucha gente y yo no.

“La verdad no me explicaba por qué no me tomaban en cuenta, cuando yo pensaba que tenía más méritos que otros. Y sólo eso pensaba, ‘ojalá tenga la fortuna de entrar estando vivo’ me decía.”

Pintor sigue viviendo en Cuajimalpa, el barrio donde nació y tuvo una infancia difícil. Nunca ha ocultado su pobreza y la violenta relación que tuvo con su papá, que lo obligó a huir de su casa.

Tuve un padre al que le tenía un miedo terrible. Perdón por la palabra, pero era muy de la chingada tener al verdugo a tu lado. Te espantas, por supuesto, por los golpes, los castigos, y además estaba el desapego de mi madre, cuenta, y dice que eso le forjó el carácter y le mostró el camino del pugilismo.

Lupe huyó de la casa, pero el boxeo le abrió una puerta a la vida.

Recuerda: Golpear la pera y los costales fue desahogarme de todas las situaciones que pasé cuando niño. Sin embargo, a pesar de todo, viví una infancia bonita porque tuve la libertad de andar en la calle, sabía que me iban a castigar, a pegar, pero gracias a ella, y después al boxeo, no me quedó ese trauma.

Además de las infaltables peleas callejeras que definen a todo boxeador, Pintor entró al pugilismo inspirado en mi ídolo, Rubén el Púas Olivares.

Yo lo admiraba mucho, por él me inicié en esto. Como a los 13 años llegué a un gimnasio en condiciones físicas lamentables: era un chamaco desnutrido... pero cuando alguien me dijo que tenía chance en el boxeo, me la creí y seguí adelante, señaló.

Además, encontró en el pugilismo lo que le faltaba en la vida: Llegué muy jovencito al Comité Olímpico (Mexicano) y me resolvieron la cuestión económica: me dieron beca, alimentos, ropa, médicos. Tuve todo lo que nunca había soñado.

Lo único negativo que evoca de esa época fue que le negaron la posibilidad de ir a Juegos Olímpicos.

Yo siempre quise ir a una justa veraniega, pero las autoridades son lo peor que hay en el mundo. Gané las eliminatorias, le puse una golpiza a mi rival, pero llevaron al que ellos querían. Creo que ese fue el único sueño trunco de mi carrera, dijo con amargura, pero también de eso aprendió la lección.

Eso me dejó una experiencia maravillosa en mi vida, porque comprendí que tenía que triunfar a pesar de mi situación y a pesar de todos, expresó sobre la forma en que enfrentó después el boxeo profesional.

–Entonces te fuiste formando a ti mismo...

–Sabía que era una carrera de riesgos, de peligros, pero desde el principio supe que con disciplina, trabajo, humildad y constancia podía salir adelante. Supe que el boxeo era el medio para conseguir mil cosas aún sin apoyo, sin familia, sin nadie que te oriente. En una situación así la riegas, no fui la excepción.

–Y el hambre, que dicen es necesaria para el éxito en el boxeo.

–Sí, por hambre, por las frustraciones de cuando niño, pero también por los sueños. Es inimaginable lo que este deporte me ha dado, la carrera tan maravillosa que conseguí. El pugilismo me enseñó mucho, creo que si hubiera estudiado una carrera no habría aprendido tantas cosas.

Y definió: Me forjé a mí mismo con los puños. El boxeo fue la gran oportunidad que me dio la vida.

En ese andar por el pugilismo profesional –en el que sumó un récord de 56 victorias 14 derrotas y dos empates, con 42 nocauts– recordó que hace poco más de 36 años consiguió su primer título mundial contra su ex compañero de gimnasio Carlos Zárate.

Después venció al galés Johnny Owen, quien nunca recuperó la conciencia y murió siete semanas después, en uno de los nocauts más dramáticos en la historia de este deporte.

Pintor pensó seriamente en el retiro, pero regresó convencido por la familia de Owen y logró el cetro supergallo ante Juan Kid Meza.

–Y para terminar, como se dice, si volviera a nacer...

–Si vuelvo a nacer sería otra vez boxeador y si tuviera que dejar la vida en el cuadrilátero lo haría con mucho gusto. Imagínate, qué cosa tan más digna: morir desempeñando lo que más te gusta en la vida y a lo que le debes tanto...