Opinión
Ver día anteriorSábado 12 de diciembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y sociedad

Educación y fascismo

S

in consulta ni proyecto pedagógico, sin participación ni debate, la mal nombrada y mal querida reforma educativa ¡va!, y lo que menos le importa son los niños. Por eso el titular de la Secretaría de Educación atropella el artículo 16 dela Convención Internacional sobre los Derechos de los Niños y los usa –olvidando que son personas– como adornos para demagógicas fotos.

Para distraer del autoritarismo brutal con que se imponen las reformas de Enrique Peña Nieto, se ofrece la oportunidad de debatir sobre el libre consumo de la mariguana… verde como el trigo verde (óle)… convirtiendo las verdes esperanzas en humo y delirio.

Mientras tanto, la evaluación del magisterio lo que en realidad mide son niveles de obediencia. Se trata de identificar a maestros con tendencia o tolerancia a la sumisión, o la imperiosa necesidad del cheque quincenal. Con un salario mensual de aproximadamente 7 mil pesos, es una burla cínica y grosera que Nuño diga que los maestros están defendiendo privilegios.

La famosa reforma no es otra cosa que la inconstitucional venta de la educación pública: el mercadeo de una obligación del Estado para que la iniciativa privada especule con fondos públicos mediante bonos educativos y termine por apropiarse de los bienes y prácticas de la educación. A los ricos lo que pidan.

El magisterio disidente debe ya darse cuenta que no sólo está tratando con un secretario duro y carente de experiencia, sensibilidad y conocimientos, sino con algo peor: Nuño es el rostro tieso de la ideología fascista que se está imponiendo en México cada día con más impudicia y crueldad.

Me parece que es necesario constituir ya una fuerza y una ideología alternativas que partan del magisterio disidente y que vayan incorporando grupos, sectores y otros movimientos populares para crear un fondo civil para la educación, así como fundar una escuela diferente a la oficial-empresarial en ciernes.

Para ello, será fundamental identificar las principales características de la educación fascista y empezar a diseñar una escuela popular completamente distinta:

Cualquier enseñanza que no enseñe a aprender; que no admita la posibilidad de error y no reconozca el valor educativo del cuestionamiento y crítica de los alumnos es potencialmente fascista.

Ante la persecución, el encarcelamiento y el primer maestro disidente muerto por la policía en Chiapas, tal vez ya no se trate de buscar diálogo y debate con la SEP, sino de empezar a trabajar para trocar su nefasta reforma en una verdadera revolución educativa popular. Sí se puede…