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Engaño y corrupción
D

espués de que la SEP los amenazó con el despido y la consecuente pérdida de su único medio de subsistencia, algunos maestros, mediante una computadora, llenaron un formulario para que se evalúe su desempeño docente. Cualquier educador o pedagogo mínimamente honesto, conocedor de la complejidad de la tarea de los maestros, calificaría a esta evaluación del desempeño docente de engaño grotesco. Además, como se ha informado y comentado ya en las páginas de este diario y otros, la operación fue respaldada con miles de policías, la infiltración de provocadores en las muchas manifestaciones en contra de esta evaluación, y una intensa campaña publicitaria. Para el juicio que merece esta maniobra del gobierno poco importa si fueron muchos o pocos los maestros sometidos, la SEP dice que en Oaxaca fue 45 por ciento de los convocados. Si fueron muchos más los asistentes, más grave el daño y más severa debe ser la condena, pues, como argumenté en estas páginas el pasado mes, además de la infame amenaza de despido, constituye un soborno corruptor hacer depender del sometimiento a esa evaluación, aumentos salariales y créditos para vivienda que son derechos de los maestros.

Es un engaño calificar de exitosa esta operación, llamarle evaluación del desempeño docente avalada por el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación, y usarla para darle continuidad y reforzar la propaganda del gobierno. Catalogarla como hecho histórico, como dijo el secretario Nuño, es un mea culpa involuntario. En efecto, en la historia de este país no se había dado la insensatez de imponer una reforma educativa con fuerza policiaca y sobornos. Sin duda estas acciones de la SEP pasarán a la historia, pero no como lo imagina el novel secretario.

Con costosos desplegados, la SEP anuncia que ahora ya tenemos mejores maestros. ¿Puede aportar algún indicio, no digamos demostración, de que esto tiene algo de verdad? ¿Con qué elementos puede sostener que el llenado de unos formularios hace mejores a los maestros? Pero, para el gobierno, ni información ni argumentos son necesarios, pues el único fin que persiguen es construir una imagen al servicio de sus intereses, repitiendo, como Goebbels, mil veces un breve catálogo de frases propagandísticas. Acostumbrados a manipular las percepciones de la gente con campañas publicitarias mediante la televisión y otros instrumentos de comunicación, menosprecian la creciente capacidad de muchos mexicanos, entre ellos los maestros, para tomar conciencia de la realidad y juzgar a los gobernantes.

Tampoco quieren percatarse de que en el país hay ya un importante trabajo de investigación y reflexión sobre asuntos educativos, y que de manera activa un numeroso sector académico y magisterial está atento a lo que hacen los gobernantes. Hace unas semanas, en la ciudad de Chihuahua se realizó el 13 Congreso Nacional de Investigación Educativa. Un grupo de participantes, entre los cuales se encuentraban los más prestigiados investigadores en la materia, analizó la política que está imponiendo el gobierno y dirigió a la SEP, a los maestros y maestras del país y a la sociedad mexicana, el siguiente comunicado:

“1. México necesita de manera urgente una profunda transformación de su sistema educativo como condición indispensable para un futuro con equidad e inclusión social, que garantice el derecho a una formación intelectual sólida y fortalezca la generación de una ciudadanía crítica y solidaria.

“2. La reforma emprendida por la actual administración carece de un proyecto educativo que la guíe y le dé sustento. Se reduce a un conjunto de modificaciones legales para la administración del sistema escolar. Se limita a regular las condiciones laborales del magisterio, a través de procedimientos de evaluación que, lejos de contribuir a la mejora docente, conforman un aparato abigarrado de control y vigilancia al que son sometidos, de manera vertical y autoritaria, las y los profesores en nuestro país.

“3. Los cambios se han realizado sin la participación ni la consulta debida a los maestros. Se les concibe como objetos y no como sujetos, actores imprescindibles en la transformación requerida. La reforma se ha fincado en la estigmatización del magisterio. Con ello, no sólo se perdió al actor principal de cambio en los procesos educativos, sino que se le desautorizó socialmente y se le condujo a una situación límite: someterse o perder el empleo.

“4. Además de tener carácter punitivo, los criterios rectores y las prácticas de evaluación son imperfectas y poco confiables. El apresuramiento en su diseño y construcción han impedido una validación adecuada de las pruebas y existe una gran improvisación en la capacitación de evaluadores. En suma, no se garantiza una evaluación confiable y en cambio se ponen en juego las condiciones de vida de cientos de miles de maestras y maestros.

“5. Consideramos que ni la violencia ni la administración selectiva de la justicia con fines políticos son formas adecuadas para resolver la gran polarización que ha provocado la reforma gubernamental, ni permiten atender las profundas necesidades educativas de nuestro país.

Lo que está en juego es vital para México. No es válido que la prisa, el prejuicio o la arrogancia pongan en riesgo un proceso tan importante como es la educación de las niñas y los niños. Hay que sustituir el ruido y la amenaza con espacios para el debate, el diseño concertado y la negociación de los caminos por los que ha de transitar la renovación de la educación mexicana.”

Este documento está firmado ya por más de 6 mil personas comprometidas con la educación de niños y niñas, encabezados por académicos dedicados toda su vida a estudiar los problemas de México, y en especial los educativos; ellos sí saben de historia de la educación. No es, pues, mera opinión personal calificar de engaño y corrupción la política que impone el gobierno, con el apoyo del empresariado y su militante brazo operativo Mexicanos Primero, quienes ahora exigen a la SEP y al INEE no titubear y aplicar sin contemplación las sanciones a los maestros indóciles. Ya veremos.