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Des- o encaminar
E

n su presentación de La dueña del Hotel Poe la otra tarde en el Ateneo Español de México, Juan José Reyes consignó que cuando este libro mío cayó en sus manos lo primero que hizo como suele fue dirigirse a la cuarta de forros para orientarse. Pero a la tercera línea dejó de leerla, pues le pareció que revelaba demasiadas claves, y entonces prefirió empezar la lectura directa de mi libro para tratar de descubrir por sí mismo sus misterios, o su falta de misterios, preferible, en todo caso, que recorrer esas páginas de manera predeterminada para bien o para mal.

A su lado ante el atento y acogedor auditorio, pensé que la decisión de Reyes de clavarse en la lectura asistido únicamente por sus propias experiencias, conocimientos y consideraciones cancelaba de tajo un escrito que, previsora, yo había preparado en caso de necesitarlo. Me encuentro en la ficción, según lo titulé, recibía por segunda vez la advertencia de los hados de que era mejor borrarlo que darlo a conocer. (La primera había sido cuando volaba a leerla en Manizales, Colombia, y el mal tiempo impidió al Capitán aterrizar y a mí leer mi texto.)

Sin embargo, una vez de regreso en mi estudio seguí reflexionando sobre el tema y recurrí a la historia de la literatura para averiguar cómo lo habían abordado autores cuya obra pudo parecerles que necesitaba de una guía para ser leída, más allá de la cuarta de forros, para ser disfrutada o al menos apreciada por el posible lector.

No encontré ningún instructivo escrito por el propio autor, ni abierta ni solapada ni traviesamente, aunque también es cierto que ni mi conocimiento, ni mis dotes de investigadora de la historia literaria son suficientemente sólidos ni hábiles para que tengan autoridad, pero el hecho es que mis pesquisas, con toda su limitación, no me revelaron el nombre de ningún autor más o menos oscuro que se hubiera visto en la quizá triste necesidad de elaborar un manual, rudimentario o sofisticado, pero honesto, para facilitar al menos la comprensión de su obra por el lector.

Encontré, sí, libros críticos sobre obras oscuras o complejas o simplemente difíciles de leer. A veces parecería que un autor oscureció su trabajo con tal de dar material que estudiar o entretener al crítico, al investigador, al profesor, al lector acucioso.

Pero yo no voy a comparar mi novela con estas obras oscuras de la literatura, por lo general de autores clásicos o en todo caso tan importantes que han merecido el rango y los beneficios de ser oscuros. En todo caso mi escrito Me encuentro en la ficción, que me pareció que orientaba al posible lector a través de la lectura compleja de mi libro, tan no se parece ni mínimamente siquiera a aquellos textos críticos de obras clásicas que carecen de punto de comparación. Mi juicio crítico no da para acompañar ni anotar mi propio trabajo. La complejidad de mi libro en cuestión, o su oscuridad, son en verdad tan simples y claras que sería pretencioso de mi parte suponer que necesitan esclarecimiento ninguno.

Y sin embargo, aun cuando no haya encontrado instructivos creados por el propio autor de la obra literaria oscura que la hicieran accesible al lector (salvo las indicaciones de Cortázar para leer Rayuela, que más que aclarar enredan el juego de la lectura), o que me sirvieran a mí de modelo o que justificaran mi osadía en haber hecho otro tanto, lo cierto es que escribí mi guía y no pienso borrarla. Tampoco, a pesar de que a las advertencias que he recibido que cuestionan su conveniencia de existir, se les une otra.

Consiste en que, cuando leí detenidamente, lápiz en mano, mi libro oscuro ya impreso, tomé muchas notas esclarecedoras; pero tiempo después, cuando traté de leerlas para orientarme en el instructivo que quería escribir, me encontré con que esas minuciosas notas se habían prácticamente borrado, pues al estar escritas a lápiz, el tiempo las había convertido en sombras de lo que fueron, por no decir que en otra advertencia de los hados, pues lo cierto era que simplemente no se podían leer.

Por otra parte, como no acabo de darme por vencida, pienso, daré a conocer Me encuentro en la ficción pues, una vez considerado todo esto sé que no se trata de una guía completa del libro, si es que pudiera jactarme de que tiene mucho que revelar, ya que aseguro que de ninguna manera revelo todo. Así, suscribo Me encuentro en la ficción.