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En solidaridad con el Camena
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asi una década de trabajo respalda al Centro Académico de la Memoria de Nuestra América (Camena), adscrito a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), y cuya responsable general es Beatriz Torres Abelaira. El Camena es un espacio fundamental en la construcción y conservación crítica de la memoria de los movimientos y luchas sociales por la liberación de los pueblos. Es indudable hoy día que la necesidad de esta memoria se cimenta en la ausencia de verdad y justicia para muchas víctimas de graves violaciones a derechos humanos a lo largo de la historia latinoamericana.

Recuerdo los años en que a América Latina, nuestra región común, se le enquistaron regímenes militares que anularon por completo a las personas y pueblos en su carácter de sujetos de derechos, de ciudadanas y ciudadanos, y por tanto eliminaron también por momentos su capacidad de decidir sobre su desarrollo, democracia, libertad y justicia. Los años de la doctrina de la seguridad nacional, que se caracterizaron por un aparato estatal que reprimió sistemáticamente todo intento de ejercicio crítico ante unos regímenes que anularon al Estado, y en éste a su vez difuminaron por completo a la nación, que ideológicamente ocupó el lugar de los ciudadanos y ciudadanas.

Cómo olvidar en estas épocas a Gregorio Selser, quien fue un asiduo investigador de procesos relacionados con estos regímenes en la región, y a quien le debemos la documentación de hechos relevantes que hoy sabemos propiciaron grupos de militares, y de quien precisamente se conserva un extenso archivo en el Camena, legado para muchas generaciones que estén interesadas en cultivar esta memoria; la de quienes en su momento nos opusimos a la flagrante represión y violación de derechos humanos. Por desgracia en nuestros tiempos, si bien ha habido avances considerables en la vigencia y respeto de los derechos humanos, también es cierto que continúan prácticas relacionadas con el control y acoso hacia la reflexión y la acción crítica.

Hoy parece que nada está exento de ser hostigado y violentado, incluso la memoria. Sabemos que nuestro derecho a la memoria, que surge desde el trabajo de colectivos y comunidades, requiere de esmero para conservar por diversos medios lo que sucedió en otros años. Para que no se pierda con el paso del tiempo; para dar cuenta de que eso ya aconteció, y para evitar repetir errores del pasado. Así, y en palabras de Beatriz Torres, el Camena considera el legado de Selser un punto de partida para el trabajo vinculado no sólo con la historia, sino también con las problemáticas actuales de la región latinoamericana. Y es precisamente esto último lo que trasciende el pasado y se hace vigente en el presente, ya que en centros que poseen archivos de este tipo la construcción de la memoria se vuelve militancia y trabajo político, y se convierten al mismo tiempo en espacios donde el pensamiento crítico puede hacerse y rehacerse.

Esta combinación entre reflexión crítica, legado político y figuras como la de Selser, nos hacen pensar en la legitimidad del Camena. Por desgracia y paradójicamente ahora se les hostiga, de manera tal que las amenazas y la falta de vigilancia y respuesta oportuna del Estado se encaminan a obstaculizar la defensa y el debido cuidado de la memoria que realizan quienes allí laboran. Sabemos por informaciones de la misma UACM y del Camena que en septiembre acontecieron situaciones que podrían poner en riesgo la integridad de Beatriz Torres Abelaira, de Bettina Gómez Oliver –quien tiene una hija que se ha visto también afectada por esta lamentable situación–, y de María Diajym, todas trabajadoras del Camena. De acuerdo con la información con que se cuenta, en las instalaciones de este centro se han recibido llamadas de personas que se vincularon en algún momento con las fuerzas armadas en México, situación que se informó incluso al titular de la Secretaría de la Defensa Nacional. Colegas de este mismo diario también han dado cuenta a detalle de todo esto.

En resumidas cuentas, resulta inadmisible cualquier intimidación dirigida a obstaculizar el trabajo del Camena, y en general al trabajo académico crítico y reflexivo que se lleva a cabo en la UACM. Es preocupante que en pleno siglo XXI las prácticas violentas y represoras del siglo pasado se reactiven, se sofistiquen y de nueva cuenta se dirijan contra quienes, leales a su ética y posición política, no cesan en su afán de construir memoria para el presente y el futuro; es decir, construir puentes con el pasado que nos ayuden a resolver situaciones que hoy se nos presentan de nueva cuenta con sus respectivos matices. Aunque hablamos de regímenes de décadas pasadas, para nuestra desgracia éstos ahora se disfrazan de democracias que, sin embargo, se han volcado a la renovación de esos mecanismos de terror y graves violaciones a los derechos humanos mediante el uso del Ejército. Esto quizás pueda verse en los ataques e intimidaciones que se han sufrido en el Camena, sobre el que valga decir que recientemente recibió la visita y reconocimiento del embajador de Chile en México, Ricardo Núñez Muñoz, debido también a que Beatriz Torres es una ciudadana chilena exiliada en México. Los pueblos de América Latina requieren, en efecto, de esta memoria crítica para seguir buscando justicia, paz y democracia; además de que hechos lamentables del pasado no se repitan en ninguna circunstancia. Para ello es menester que quienes se dedican al cuidado y conservación de esta memoria, como es el caso de las integrantes del Camena, no se vean en riesgo.