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La casa de las miniaturas, su primera novela, la ubicó en la cima de la narrativa europea

Fustiga Jessie Burton la mirada escrutadora de toda moralina

Una visita al Rijksmuseum de Ámsterdam detonó esa historia en la que hace una crítica mordaz a la claustrofobia y la rigidez social vista a través de una mujer del siglo XVIII

Es más seguro tener sueños metafísicos y actuar en libertad donde se habita, explica a La Jornada

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El pastor de la Iglesia representa la visión estrecha de la humanidad que defiende en esencia que el dinero y el poder son más importantes que la libertad individual, expresa Jessie Burton a La JornadaFoto Armando Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 7 de noviembre de 2015, p. 3

Madrid.

A sus 33 años, la británica Jessie Burton (Londres, 1982) pasó de ser una actriz de teatro que luchaba por conseguir algún papel y sobrevivía con trabajos esporádicos de secretaria a erigirse en una de las escritoras más celebradas de la narrativa europea.

La casa de las miniaturas, su primera novela, la convirtió de súbito en una autora traducida a 36 idiomas y en la más vendida en Gran Bretaña, con más de medio millón de ejemplares sólo en ese país. Su historia es, además, una crítica mordaz a la claustrofobia y a la rigidez de la moral social vista a través de una mujer del siglo XVIII.

En entrevista con La Jornada, la joven escritora cuenta cómo descubrió por primera vez la casa de miniaturas que es a su vez un micromundo dentro de la novela. Y fue en una visita al Rijksmuseum de Ámsterdam, donde quedó fascinada por la casa de muñecas de Petronella Oortman, personaje real pero que en la novela, con el mismo nombre, adquiere su propia personalidad e historia.

Las mujeres son muy complejas

Publicada por Ediciones Salamandra, La casa de las miniaturas penetra con éxito en el mercado español por su lenguaje minucioso y la singular historia de Nella.

La idea de escribir sobre la casa me parecía algo muy interesante junto a la de contraponer la sociedad de aquellos años en Ámsterdam y el choque entre orientales y occidentales. Tanto ideológico, como entre ricos y pobres, explica Jessie Burton.

Son una idea y una época muy interesantes. Estuve cuatro años escribiendo la novela, para lo que leí libros de historia sobre el Siglo de Oro y precisamente como fue una época muy rica dejaron muchísimas cosas para nosotros.

En lenguaje de la novela cuida hasta la extenuación los detalles, las descripciones de los lugares y las escenas.

En cierto sentido, el mundo detallista de la casa de muñecas me influyó muchísimo para crear un lenguaje claustrofóbico, intenso, perfumado y minucioso. Quería recrear también en las palabras esa atmósfera. Y darle muchas vueltas el estilo y al libro. Al final lo escribí un total de 17 veces.

La autora traza una serie de personajes complicados, sobre todo los femeninos, porque pienso que las mujeres son muy complejas y tienen una especie de código para que los hombres, a través de la literatura, puedan entender el mundo y la naturaleza de ellas. Por ejemplo, en la literatura a veces son demasiado bifuncionales: son madres o esposas o hijas o vírgenes. A veces son muy reduccionistas. Aunque yo tampoco me planteé hacer un manifiesto político y llenar la novela de mujeres. Simplemente salieron de manera natural.

En la novela resalta una de las paradojas que dan vida al relato: En el interior de la casa, al ser un círculo mágico, es donde las personas en realidad pueden decir lo que piensan y ser libres. El negro deja de ser esclavo. La mujer deja de estar sometida. Mientras el exterior, al ser sometidos a la severidad de la sociedad, ninguno de ellos puede ser lo que es. La presión claustrofóbica es precisamente cuando salen al exterior y se someten a la mirada escrutadora de la moralina, la homofobia, el racismo. Es más seguro tener sueños metafísicos y actuar en libertad dentro de la casa que fuera de ella.

Burton añade que en la novela también está la ciudad de Ámsterdam como centro portuario, donde el dinero es más importante que Dios, donde el comercio era primero que cualquier cosa. Y esto atraía a los reaccionarios, que acudían para tratar de llevar a la población más hacia la mentalidad calvinista, que era lo propio de la época. Por eso para mí el pastor de la Iglesia representa esta visión estrecha de la humanidad que defiende en esencia que el dinero y el poder son más importantes que la libertad individual. Y creo que hay muchas cosas en el libro, como ésta, que se puede trasladar a nuestros días. Como la persecución de la homosexualidad o que en pleno siglo XXI haya mujeres que no son dueñas de su cuerpo o el racismo.