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La represión hasta la muerte
N

o sé qué sea más difícil: estar en el monte como guerrillero exponiendo la vida a diario, o estar en la cárcel por haber sido guerrillero y seguir expuesto, también a perder la vida a cada instante. Esto lo dijo el doctor Rolf Meiners Huebner en Lecumberri. Asimismo, que al salir seguiría luchando, y lo hizo entonces con armas legales contra el sistema que lo encarceló y que al final de sus días lo abandonó como médico.

El sistema no le pagó el tratamiento. El cáncer hizo presa de este combatiente, que, siendo parte de la Secretaría de Salud del DF, pagó de su bolsillo la quimioterapia. Su viuda no tiene pensión.

Nació en Guadalajara, Jalisco. Murió a los 76 años, el 16 de septiembre. Pasó seis años en la cárcel por acopio de armas, conspiración e invitación a la violencia. Fue el camino que siguió en el Movimiento Popular Revolucionario en 1966. Líder del Movimiento Médico de 1964-1965, por una condición de trabajo digna en la medicina institucional. Fue residente de tercer año de medicina interna en el Issste; el presidente Díaz Ordaz reprimió el movimiento. Rolf es cesado. Toma partido en el ala radical en favor de la huelga. Los residentes y médicos no son profesionistas de élite, afirma. En la medicina social son asalariados, como los obreros en la lucha de clases. Con asambleas desde la base hasta un Comité de Huelga, la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos es la impronta democrática de los movimientos civiles que seguirán.

Pero buena parte de los médicos es elitista. Desprecia la democracia y con la mano de Díaz Ordaz, amenazas y corruptelas, el movimiento se escinde. Rolf toma el camino de las armas, y el resto de su aprendizaje es en la prisión. Recibe a los presos políticos del 68 y de ahí sale la nueva izquierda en México, dijo el médico rebelde. En libertad, tres décadas pasan sin que el gobierno lo contrate. Con la carrera truncada la represión continúa, pero somos históricamente irremediables victoriosos, como decía Rolf que decía Víctor Rico Galán, jefe del MRP y compañero de celda, junto a Miguel Cruz, otro miembro de la revuelta médica. Y venció. Durante 10 años dirigió hospitales en la Secretaría de Salud del DF. Refunda el Rubén Leñero con alta tecnología. Le pone una placa, que ya no existe: Hospital Socialista. Lo mandan al hospital de Ticomán. Qué mejor: va a lo más bajo de la lucha de clases. Hace una biblioteca para los pacientes con la Brigada para leer en libertad. Va más tarde al Ajusco Medio, donde morirá. Lleva una década luchando para que desde las afanadoras a los médicos todos tengan una base de trabajo, en vez de ser contratados por honorarios, sin pensión ni gastos médicos. Consigue la firma de un contrato. Son obreros, igual que los pacientes a los que asegura una estancia digna. La simpleza del principio de los derechos humanos.

Es apartidista. Los medios proclaman las bondades de la medicina por el gobierno en la ciudad de México. Mentira, dice su mujer Martha Mandujano, odontóloga que trabaja en la institución. Denuncia desabasto de instrumental y medicamentos, negligencia, violaciones a la ética médica; la echan. Tras el escaparate hay suciedad. Apenas los hospitales por donde pasa Rolf cumplen con las normas. Son para el pueblo.

Armando Ahued, jefe de la Secretaría acosa al militante; lo quiere despedir, los trabajadores lo protegen. Llega el cáncer. Es un alivio para las autoridades. Rolf Meiners, antecedente del Movimiento de 68, fue torturado por los mismos torturadores que continuaron la práctica con los estudiantes del 68 que permanecen. Fue el inicio de la contrainsurgencia urbana. Años después, al margen del protagonismo,se percata de que las condiciones de los médicos y trabajadores de la salud no cambiaron en sustancia. Siguió luchando. Los represores, como los policías eran una prolongación en el tiempo y de la misma madera.

El olvido es una forma de barbarie. Rolf Meiners forma parte de la historia de la medicina en México, de la cultura política. Las humanidades médicas no son sinónimo de una conducta decente. Nietzsche dijo que las malas conciencias requieren de una buena reputación. Este es el escenario real en el cultivo de la ética médica y laboral, de la moral en México. Lo que se enseña a los alumnos lo ejercen cuando se gradúan para burlar a los comités de ética. Un artículo del Juramento de Hipócrates dice en primer lugar no hay que dañar. A Rolf lo acotó el país, sus colegas y el sistema mismo lo dañaron. Fue la contrainsurgencia puesta al día con guante quirúrgico.

El abandono de Rolf es sólo una muestra, dramática sin duda, de la realidad del médico comprometido, pero hay más en un sinnúmero de acontecimientos que violentan a la ética médica, terreno de los combates en el que empezó a tener victorias el doctor Rolf Meiners.

*Profesor de historia y filosofía de la medicina, Facultad de Medicina, UNAM