Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de octubre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Lee Miller: breve semblanza
A

proximadamente 100 fotografías de Lee Miller se exhiben en el Museo de Arte Moderno y es su primera exposición en América Latina, donde hasta la fecha no es muy conocida, salvo por los expertos. La difusión de la exposición Lee Miller fotógrafa surrealista ha provocado una afluencia de público mayor a la habitual, debido, en parte, al añadido del término surrealista a su nombre. No fue surrealista más que en determinadas ocasiones y durante un periodo de su vida en el que tuvo contactos frecuentes con André Breton, Max Ernst, Dora Maar, Paul Delvaux, Joseph Conrrad, Dorothea Tanniing y otros. La exposición de mujeres surrealistas In Wonderland mostró al menos un trabajo suyo que ahora reaparece en esta exposición. Visualmente consiste en un plato que contiene lo que se percibe como dos trozos de estofado, los cubiertos están impecablemente colocados, dispuestos para que el distinguido comensal inicie la ingestión. Lo surreal no es lo que vemos, sino lo que sabemos: las aparentes viandas corresponden, según se anota en la cédula y según se sabe a través de la autora, a su asistencia previa a una mastectomía: ella rescató lo senos cercenados y los dispuso como platillos, así, el hecho narrado es lo que cuenta.

Hay cierta obsesión con lo de los senos por parte de la fotógrafa. En otra toma (no exhibida), una mujer cubre en gesto cuidadoso, con sus dos manos, los senos muy erectos de una escultura de mármol, y entre las exhibidas una de las más celebradas visualiza a Max Ernst con su rostro casi de perfil recargado sobre la hermosísima cabeza de la muy joven Leonora Carrington. Ernst posa sus manos extendidas en el lugar que ocupan los senos de ella, que quedan así totalmente ocultos, pero en cambio es posible ver el terso vientre y el ombligo de la pintora, que posó con una camisola abierta, un bucle estratégicamente cae sobre su frente y el rostro está ligeramente maquillado. Es la toma, inédita hasta ahora, que fue orquestada por Miller. La cédula indica que se realizó en Inglaterra en 1937. Leonora y Max Ernst se conocieron y se empezaron a tratar ese año en Londres, ella como estudiante de la Academia Ozenfant. Cerca está un retrato de la también fotógrafa Dora Maar, consorte entonces (1937) de Pablo Picasso, que le hizo a Miller un retrato al óleo poscubista de nulo parecido con ella, al contrario de lo que ocurre con sus célebres retratos de Dora Maar. Ese año, Lee Miller tuvo una segunda estancia en Europa y frecuentó bastante Mougins, a unos cuantos kilómetros de Cannes, donde solían reunirse personajes famosos. Allí vivió Picasso el tope de su romance con Dora Maar: mucho tiempo y glorias después allí murió, en 1973.

Lee Miller tuvo encuentros masculinos muy favorables; sin duda el más importante de todos tuvo lugar con Man Ray. Fue no sólo su musa y su modelo predilecta, sino su muy brillante discípula, en una época (según constatan las fuentes) en la que Man Ray ya tenía tiempo de guardar relación con Kikli de Montparnasse, a quien le tomó la famosa fotografía titulada El violín de Ingres (1924). Lee Miller compartió tiempo y trabajo con Man Ray entre 1929 y 1932. De allí nació el efecto de solarización, que se convirtió en su predilecto durante algún tiempo y que según palabras de Man Ray ella encumbró.

Este efecto, producto bien de una soberexposición, encontrada, se dice, de casualidad o de un trabajo ulterior en el cuarto oscuro se conoce también como efecto Sabather, aunque en éste la inversión tonal es absoluta y en la solarización se busca una condición que pudiéramos denominar resplandeciente, muy definida y confinada sobre todo a los contornos de personas y objetos. En el rubro retratos se podrá advertir la predilección de Lee Miller por las poses de perfil. La fotografía elegida para el cartel obedece a esa idea.

La belleza de su rostro de corte oval perfecto y facciones dispuestas, se diría que en proporción áurea, le valieron el denominativo de La Venus Rubia. Su arranque como modelo de Vogue, primer encuentro favrable, ocurrió gracias al Conde Montrose Nast, que llegó a ser dueño de una división de Advance Public, que incluía Vogue, Vanity Fair y The New Yorker. El inicio de la celebridad de Lee Miller (como modelo) se le debe a él y a que ella vaya si sabía posar, pues desde niña lo había hecho. Después de su estancia en Egipto, ocasionada por otra liasson matrimonial que generó el rubro de sus varias tomas, algunas en el desierto, regresó a Europa. Roland Penrose, crítico, coleccionista y promotor inglés la retrató topless en Antibes, en 1939, y se casaron poco después.

El hijo de ambos, Anthony Penrose, estuvo presente en la inauguración y se le debe el rescate de buena parte del archivo Lee Miller, que él dirige, alojado en Farley Farm, en East Sussex. La maternidad no le obstaculizó fungir de corresponsal de posguerra de Vogue; la muestra ofrece un rubro amplio de ese aspecto de su trabajo, en el que desarrolló una verdadera entrega vocacional, antes de recluirse en East Sussex, donde fue conocida como lady Penrose, hasta su fallecimiento por enfermedad cancerígena, en 1977. Hay un inevitable aire de época bastante perceptible en sus tomas. A veces pueden asociarse con cosas vistas de Tina Modotti o incluso de Weston.