Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 13 de septiembre de 2015 Num: 1071

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El Haití preelectoral y
los derechos humanos

Fabrizio Lorusso y Romina Vinci
entrevista con Evel Fanfan

Dos Poetas

La colección Barnes
Anitzel Díaz

Animalia
Gustavo Ogarrio

Tres instantes
Adolfo Castañón

Adolfo Sánchez
Vázquez a cien años
de su nacimiento

Gabriel Vargas Lozano

El puma y su
presa celeste

Norma Ávila Jiménez

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Resurrección
Kriton Athanasoúlis
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Precaución: reseña clavada:
Lostoys: Lvis Mejía

Ya no recordamos cuándo fue la primera vez que hicimos contacto con Lvis Mejía. Probablemente fue hace cinco años, más o menos, cuando preparaba sus presentaciones en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM (2010). O un poco después, cuando vino al Festival Visiones Sonoras de Música y Nuevas Tecnologías 2011. O cuando tocó en el Mutek 2012... Lo cierto es que desde que escuchamos su música y leímos sus textos nos pareció que tratábamos con un creador triunfante de la electrónica apegada al mundo experimental, sí, pero también con un investigador tímbrico que postula meditaciones extremas sin caer en intelectualismos chabacanos o, simplemente, aburridos.

Así, llevamos tiempo escribiéndonos con regularidad pero sin encontrarnos cara a cara. ¿Por qué? Siendo mexicano Lvis vive en Berlín, Alemania, desde donde manda ecos sobre sus muchas actividades en Europa, siempre al tanto de los esfuerzos contemporáneos que ocurren en nuestras tierras. De allí que celebremos el lanzamiento de su nuevo disco con el sello tijuanense Static, finísimo bastión creado por los productores Ejival y Murcof (músico de culto mundial de quien hemos escrito en numerosas ocasiones). ¡Bravo!

Marcado con el número 74 del catálogo, Lostoys –que así se llama el álbum– es un trabajo excepcional que conquista y desconstruye organismos clásicos y de jazz, así como diversos paisajes sonoros de elevado diseño sónico (su portada sería celebrada por Vicente Rojo, creemos). Interesado en la fotografía, el video, las instalaciones y el género electroacústico, Lvis sazona su trabajo con elementos industriales que lo ubican geográficamente, pero sin alejarse de sus raíces latinas, perfectamente mimetizadas. Esto queda claro en “First Of All” y “Anyway, Home”, piezas de inicio cuyos ritmos se van armando lentamente, en lúdica contención, hasta llegar a sólidos tejidos de arquitectura funcionalista.

“The Dawn Salutes You!”, por el contrario, es una brevísima provocación surrealista, un encuentro de pasillo para que el jazz deje su primera impronta de madrugada. “Banda, la última y nos vamos!”, con sus tres minutos, presenta un break beat ligero en el que se sustentan anómalos scratches y sampleos melódicos manipulados digitalmente. “Y que siga la rumba!”, volviendo a la raíz latina, juega con bajos análogos y contrapuntos de saxofones en feliz arremetimiento vanguardista. Como las demás, tampoco se solaza en extensiones estériles y termina cuando algo en nuestros músculos ha comenzado a desatarse.

“Aghast Moiré”, la sexta, se nos presenta como una de las más complejas. En casi cinco minutos extiende múltiples disposiciones de aves e insectos alrededor de un beat reducido y errático, de pads sintetizados que alcanzan al establecimiento de armonías pero donde impera la promesa de una avalancha de serruchos. “Demons Over Juno” se concentra en el espectro más brillante de esta paleta multicolor. Ritmos fracturados sostienen la insistencia de melodías estáticas mientras el bajo serpentea en su ronquera. “Trascendence”, atípica en el disco, propone tres movimientos. El primero se inclina al noise en una oscuridad de rasgaduras relampagueantes. El segundo establece tesis obsesionándose con temas lentos que liberan al ritmo, otra vez cíclico, otra vez incansable, otra vez inefable, acaso el signo de mayor unidad en Lostoys. Sampleos de pianos editados bajo el mando de una esquizofrenia en verdad entretenida, son anuncio de su tercera y última parada. Allí los elementos percusivos elevan su preeminencia, terminan por ahogar incontables atisbos de voces y zumbidos.

“Dicey Reminiscence”, según parece, juega con kalimbas hipnóticas y procesadas. (¿Qué no lo está en la mente de Mejía?) Y aquí una aclaración para la lectora, el lector que haya llegado hasta este punto de nuestro clavado dominical: la juguetería del compositor, los tratamientos que de ella hace, prácticamente impiden identificar el origen, la voz del instrumento que se independiza o se somete al océano embravecido. Ello nos deja en un desamparo sin nomenclatura, pero al mismo tiempo redime al oído para que sean los resultados y no sus emisiones los que erijan el oasis cinemático.

“Whole In Black”, la última, retorna al músculo. Perorata de bajo contra tambor, su despliegue inicial nos robotiza. No cabe duda: en Lvis Mejía hay un interés dialéctico que no debe llegar a conclusiones. La discusión es lo que vale. Compendio de lo hasta ahora escuchado, esta despedida cierra el uróboro con eficacia. Pianos, alientos, loops minmalistas, todo se entrega a un abismo que lentifica y asfixia sorpresivamente, dejándonos felizmente asqueados. ¿Dónde escuchar semejante cosa? ¿Dónde comprarla? El primer paso delo aquí: www.luismejia.net. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.