Sociedad y Justicia
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Hace 30 años voló un buque de Greenpeace

Pide buzo perdón por muerte de un inocente
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de septiembre de 2015, p. 46

París.

El buzo de los servicios franceses que colocó los explosivos que volaron el buque de Greenpeace Rainbow Warrior se disculpó públicamente, 30 años después de esa desastrosa operación de la presidencia de François Mitterrand.

El coronel Jean-Luc Kister cuenta a cara descubierta, en una entrevista publicada este domingo por el sitio de información Mediapart, detalles de esa acción de comando que se saldó con la muerte de Fernando Pereira, un fotógrafo holandés de origen portugués de la organización ecologista.

El Rainbow Warrior, un buque pesquero reciclado por Greenpeace para perturbar las pruebas nucleares francesas en el Pacífico, fue hundido el 10 de julio de 1985 por agentes de la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE) en un puerto de Nueva Zelanda.

Treinta años después de esos hechos, ahora que las pasiones se apaciguaron y con la distancia que tengo respecto de mi vida profesional, he pensado que era el momento de expresar mi profundo pesar y mis disculpas, dijo el coronel Kister en una entrevista con el periodista Edwy Plenel, fundador de Mediapart.

El coronel Kister formaba parte del tercer equipo del comando: junto al también agente Jean Camas tenía que colocar los explosivos en el navío. El capitán Gérar Royal, hermano de la actual ministra de la Ecología, Ségolène Royal, debía recogerlos en una lancha neumática.

Jean-Luc Kister, emocionado, ofrece disculpas a la familia de Fernando Pereira, a los tripulantes de la embarcación de Greenpeace y al pueblo neozelandés.

Tengo la muerte de un inocente en la conciencia, y me pesa. No somos fríos asesinos. Mi conciencia me exigía disculparme y explicarme, agrega el ex miembro de la unidad de hombres rana de combate del servicio Acción de la DGSE.

El ex militar considera que la operación comando, ordenada por el entonces ministro de Defensa Charles Hernu y en la que participaron 12 agentes, constituía una respuesta desproporcionada a las acciones de Greenpeace.

Revela que se estudiaron otras posibilidades, como dañar el eje de la hélice del barco para dejarlo varado en puerto, pero el poder político las desestimó.