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Ver día anteriorSábado 5 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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SEP: el relevo
L

lega en un momento en que es claro que ni los empresarios de Mexicanos Primero ni el gobierno anticiparon la profundidad y, sobre todo, la duración de la resistencia de los maestros contra la evaluación punitiva. Son ya casi tres años y en lugar de dar signos de ceder se fortalece cada vez más con la incorporación a la protesta de nuevas secciones de estados antes aquietados. Y continúa a pesar de todo lo que se ha descargado contra ellos: gobernadores coaccionados para que acorralen a los maestros, armonización de las leyes estatales, descalificación sistemática de los amparos, adversa publicidad oficial, campaña de descalificación en los medios, recentralización de la educación, censo de maestros, represión, listas de asistencia, la toma del Instituto Estatal de Educación Pública en Oaxaca, militarización, amenazas, órdenes de aprehensión y hasta la violenta acción contra estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

Una reforma sin respaldo de los maestros que se ha degradado a una simple lucha de Mexicanos Primero, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y de remolque la SEP, por meter al orden a los maestros y lograr que todos se evalúen.

Desde hace casi tres años el principal objetivo ha sido ese: lograr imponer la reforma, y eso es muy pobre. No es extraño entonces que ante la opinión pública crezca el desprestigio gubernamental. El Pew Research, estadunidense reporta que en 2014 casi 55 por ciento de los mexicanos apoyaba los cambios gubernamentales en educación, pero que en 2015 ya sólo 43 por ciento (CNN-México, en línea, 29/8/15). Y eso explica por qué desde hace tres meses, nada menos que el Presidente ha tenido que salir una y otra vez a defender la reforma, y ahora, decide que es indispensable enviar alguna señal de cambio y empoderamiento en la SEP.

Sin embargo, el cambio de titular no mejorará las perspectivas de la reforma. Porque la causa del estancamiento no está ni en la persona, ni en la SEP. Es cierto que el del nuevo titular enfatiza que la reforma en realidad es una apuesta por la formación, no por la evaluación, y reitera que evaluar sólo tiene como propósito conocer las áreas en que los maestros requieren de apoyo formativo. Pero el discurso de inmediato topa con los límites y la estructura de poder con que fue creada la reforma. Aunque se afirmaba que el objetivo era recuperar la conducción de la educación para el Estado, en realidad la reforma vino a entregar esa conducción al binomio Mexicanos Primero-INEE.

Como se mostró con claridad en junio pasado, cuando la SEP suspendió la evaluación para evitar que el conflicto perturbara las elecciones, ni Mexicanos Primero, ni el INEE están dispuestos a permitir que decisiones tan elementales como cancelar un examen, las tome la secretaría. Sin embargo, como se ha demostrado en este espacio (ver La Jornada, 25/7/15), dentro del marco legal de la reforma (que abiertamente plantea otra evaluación distinta a la punitiva) es perfectamente posible encontrar una salida legal que realmente enfatice la formación. Si no se actúa para salvar este obstáculo se profundizará aún más la crisis de inestabilidad e identidad de esta dependencia. Sólo un dato: en los pasados 25 neoliberales años se ha cambiado de titular al ritmo promedio de uno cada dos años y medio.

El debilitar a la SEP para imponer y controlar la aplicación de la reforma y orientar los cambios en contenidos, perfiles de maestros, sanciones, métodos de enseñanza y tipos de instituciones es ahora, paradójicamente, lo que impide que la reforma avance y que la secretaría les sea útil. Una SEP débil no puede ejercer un liderazgo efectivo, no tiene el poder para negociar y ceder, y sin esto no puede resolver el conflicto. Las radicales y constantes exigencias de Mexicanos Primero y el implacable calendario de evaluaciones del INEE, por otro lado, se encargarán de mantener despierta la insurgencia magisterial y seguirá entonces el entrampamiento histórico que hoy domina la educación: una educación colocada entre los cientos de miles de maestros que no pueden ceder, porque han sido llevados al borde del precipicio, y, por otro lado, unos cuantos empresarios y evaluadores que no quieren ceder porque tienen el poder y sienten que tienen también el respaldo del gobierno, de la Constitución y de la ley. Es la entrega cada vez más profunda de la conducción de la educación a manos privadas lo que genera este atolladero y, si el conflicto no se resuelve, por años seguirá ocupando el lugar más importante de lo visible en la agenda educativa. Lo que seguirá siendo el gran tema no será la mejora de la educación, sino la reforma y el conflicto que provoca. Así, la SEP y, sobre todo, la reforma, han quedado enredados en la complicada telaraña que, parafraseando a W. Scott, tejieron sus propios creadores al tratar de pasarla como buena e indispensable.

* Rector de la UACM