Cultura
Ver día anteriorSábado 5 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Disquero
Todas las sinfonías de un músico rural
Foto
Foto
 
Periódico La Jornada
Sábado 5 de septiembre de 2015, p. a16

En los estantes de novedades discográficas destaca una cajita irresistible: Dvorak: José Serebrier (Warner Classics): en siete discos, todas las sinfonías de un músico rural conocido por unas pocas obras e ignorado por el resto de su producción, siempre fascinante.

Además de las nueve sinfonías, se incluye toda la serie de Danzas eslavas y sus parientes bellas: las Leyendas. Cereza en el pastel: la Suite Checa. Cereza mayor: a la excelencia interpretativa de todos los ciclos orquestales que rindió Dvorak se une el dato importante: una ganga. Los bajos precios, política inteligente, combinados con alta calidad, convierten al sello Warner Classics en lo más relevante en el universo inagotable de la música en discos compactos.

Serebrier dirige a la Bournemouth Symphony Orchestra en esta Caja Dvorak.

El gran proyecto Dvorak que completó el compositor y director de orquesta José Serebrier (Montevideo, 1938) emerge con cualidades plenas: el estudio a profundidad de la producción del autor checo hizo descubrir tesoros que estaban escondidos, comenta Serebrier en las muy amenas notas al programa en el cuadernillo inserto en esta Caja Dvorak.

Más: apoyado en la edición crítica de las partituras que hizo el experto Clark McAlister y en los pliegos originales que se conservan en la biblioteca especializada en Praga, Serebrier aplicó criterios de interpretación, fraseos, congruencia estilística e incluso se atrevió a lo que casi ningún otro director ha hecho: corrigió los errores comprensibles de un autor novato en el final de la Primera Sinfonía, y es así como escuchamos la obra corregida, en lugar de lo que hacen otros músicos e ingenieros de grabación: bajar el volumen en los pasajes con error o simplemente desaparecerlos.

Disfrutamos, al escuchar durante un par de semanas una y otra vez estos siete discos, la expansión de un universo conocido: las atmósferas aldeanas de un músico campesino, y observamos cómo ese universo se engrandece y en su crecimiento vemos flotar las faldas, los pliegues, los olanes durante intensos bailes en colinas: el hermoso paisaje de la antigua zona de Bohemia, cuna de Dvorak.

Foto

El éxito taquillero de la Novena Sinfonía ha volcado sombra sobre tesoros que prácticamente no existen en las programaciones de las orquestas: las sinfonías 2 y 3, por ejemplo, nos bañan en efluvios bellos, imaginería melódica increíble, contrastes y vuelos de las secciones de alientos-maderas contra los metales y las cuerdas. No en balde declara Serebrier que esas dos sinfonías son sus favoritas.

El acomodo de las obras a lo largo de la secuencia de los siete discos también es un acierto: en orden progresivo, de la Primera a la Novena, combinadas las sinfonías con las irresistibles Danzas eslavas, las Leyendas y la Suite Checa.

En esa secuencia resultan evidentes todas las características de la música de Dvorak: sus influencias notorias en sus primeras sinfonías, especialmente Beethoven, a quien consideraba una deidad; Chaikovski, en su vital emparentamiento eslavo; y Wagner, cuna de sus paroxismos orquestales.

Alegría. Una sonrisa recorre estos siete discos. Danza. El movimiento no cesa. Poesía. Sin emitir palabra, la cadencia poética enamora. Paisaje. Azul el cielo, verde el piso; flores en el pelo y a los pies jazmines, pero en sentido contrario de ese verso thanático de Seferis, es decir, flores como símbolo de la impermanencia y de la intensidad del instante. La belleza del aquí y ahora.

Dvorak. Todas las sinfonías. El pensamiento íntegro de un músico rural que amó su patria, Bohemia, y la inmortalizó en sus sonidos, sus silencios, sus paisajes y sus danzas.

He aquí la magia de un campesino que escribió música sin cesar. Qué digo música: escribió alegría.

[email protected]