Opinión
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Los conservadores de hoy
N

o es lo mismo ser proselitista del catolicismo y satanizador del comunismo, que ser promotor del mercado y dique contra los derechos humanos. Para mi gusto, el primer binomio caracterizó a los conservadores del Estado moderno mexicano, en tanto que el segundo es paradigmático del conservadurismo de hoy, el del Estado neoliberal.

En tanto la era post-industrial sigue centrándose en el crecimiento del mercado (incluyendo el de las drogas), las desigualdades y las migraciones se acentúan, las poblaciones excluidas (del mercado) se someten, se mueven, o se resisten. La dignidad e igualdad de oportunidades de todos los seres humanos fue la gran mentira del siglo XX y lo sigue siendo en el siglo XXI. Los excluidos crecen, las cifras ya no pueden maquillarse: 2 millones más de pobres, tan sólo en México.

Paradójicamente, los derechos humanos cobran más presencia en los discursos políticos e intergubernamentales, al tiempo que se violentan más, de ahí que sean también centrales para la sociedad civil organizada. Los pobres y débiles son los más violentados, son los discriminados: jóvenes desempleados y trabajadores con salario mínimo, minorías étnicas y sexuales, niñas y mujeres de medios precarios.

Los conservadores de este siglo invierten fortunas en contra de las libertades y también en contra de los derechos laborales (outsourcing), políticos (compras del voto), civiles (censura a periodistas), y contra los derechos sexuales y reproductivos (anticoncepción, aborto, matrimonio gay). Es economía del cuerpo, porque con el cuerpo se ejerce la libertad y se materializan los derechos humanos: con el cuerpo comes, hablas, escribes, trabajas, te mueves, amas, te solidarizas y organizas, exiges y decides, te defiendes. También con el cuerpo puedes golpear, silenciar, violar y matar.

Hoy la violencia a los derechos humanos es brutal. Hasta el Papa está llamando a la misericordia, quiere que el próximo Jubileo esté dedicado a la misericordia y concedió a los sacerdotes el derecho de que absuelvan el pecado de aborto y que se conceda la indulgencia a los presos; el atributo misericordioso de Dios para perdonar los pecados de sus criaturas se aplicará a mujeres que aborten y a reos. Así, junto a los presos, para que quede claro que esas mujeres que deciden voluntariamente sobre su maternidad son pecadoras, como criminales con derecho a amnistía. Porque el lugar del pecado es el lugar del débil, del que tiene que pedir perdón después de sentir arrepentimiento de corazón; ojalá el sistema de justicia tomara en cuenta al Papa y perdonara a tantas mujeres presas por aborto y a tantos defensores de derechos humanos que hoy penan injustamente en la cárcel, como Nestora Salgado, que después de dos años sigue esperando la justicia. Por lo pronto habrá alivio para todas aquellas mujeres católicas que aborten; eso sí, les recomiendo que aborten entre el 8 de diciembre de 2015 y el 20 de noviembre de 2016, ni antes ni después.

Las declaraciones del Papa serán sin duda un alivio para mujeres de medios conservadores, como las de San Luis Potosí, donde estuve en días pasados.

Aunque Zacatecas, Guanajuato, Jalisco, Querétaro y Aguascalientes les gana en porcentaje de católicos, la Cristiada dejó sus huellas en la zona. Investigadoras de El Colegio de San Luis realizaron un estudio, Diagnóstico de violencia sexual contra las mujeres en San Luis Potosí, con el apoyo del Consejo Estatal de Población y del Fondo de Población de Naciones Unidas. Lejos de caer en el autoelogio, el trabajo tiene una visión crítica y yo diría que de vanguardia. Con gran compromiso, informantes entrevistadas denuncian las omisiones y la evasión de responsabilidades por parte de las instituciones, las cuales se niegan a hablar de derechos sexuales en las escuelas y a reconocer la violencia sexual. Se identifican con precisión las áreas geográficas y las instancias que tendrían que articularse para atender el problema. El estudio vincula la violencia sexual con la exclusión, privilegia la defensa de derechos sexuales de niñas, jóvenes, indígenas y migrantes. La misoginia de funcionarios llega a negar la gravedad de una violación: Ahora no se respeta el cuerpo, ahora a las jóvenes no les afecta si tienen relaciones sexuales; si no les importa una violación es porque estaban tan borrachas que no saben ni qué fue lo que pasó. Es que no le dan valor a su cuerpo. Los folletos de salud reproductiva reproducen el lenguaje de los años 60; no viene el condón femenino ni la anticoncepción de emergencia ni menos el tema del aborto (...) No se ve integralmente el daño que causa la violencia sexual, ni el tratamiento que exige esta herida para el resto de la vida. Es necesario usar otros lentes que den cuenta de que en las relaciones eróticas se juegan asimetrías de poder construidas en el contexto del patriarcado.

Los agresores son otras víctimas; al crecer en un entorno violento el crimen organizado potencializa e invisibiliza la violencia de género. El mercado y el dinero se imponen sobre los cuerpos, desde el Estado más que desde la Iglesia, en la era post-industrial.

Nota. Felicidades a Rafael Cabrera, Daniel Lizárraga, Irving Huerta y Sebastián Barragán, así como a Carmen Aristegui, por el Premio Nacional de Periodismo por el reportaje sobre la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto.

Twitter: @Gabrielarodr108