Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 23 de agosto de 2015 Num: 1068

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El regreso a España
de Max Aub

Yolanda Rinaldi

Hiroshima
Sylvia Tirado Bazán

Fidelidad al plural
Valerio Magrelli

Quimera o vida:
Nerval y Dumas

Vilma Fuentes

Flannery O’Connor: la
parábola y la escritura

Edgar Aguilar

El nacimiento del
melodrama y la
muerte de la tragedia

Gustavo Ogarrio

El viandante
y los escritores

Jorge Bustamante García

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


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Naief Yehya
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Psicólogos sin fronteras… morales

Torturadores y sicólogos

Poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la American Phsycological Association (APA) ofreció sus servicios de asesoría en materia de psicología al Pentágono y a la CIA en la “guerra contra el terror”. Muy pronto, en este interminable conflicto, miembros de APA, así como de otras asociaciones médicas, participaron en interrogatorios clandestinos. Cuando los medios informativos revelaron esta complicidad, la Asociación Médica Americana y la Asociación Psiquiátrica Americana se manifestaron en contra de la participación de sus miembros en estas actividades. En cambio la APA creó el Grupo de Trabajo Presidencial para la Ética Psicológica y la Seguridad Nacional, el cual sirvió para dar un barniz de legitimidad a su conclusión de que los psicólogos eran fundamentales en los interrogatorios, ya que podían vigilar que estos procedimientos fueran siempre “seguros, legales, éticos y efectivos”. Esta validación fue aprovechada por la administración Bush para seguir adelante con su programa de interrogatorios “aumentados” (enhanced), argumentando que expertos en ese campo declaraban que lo que hacían no era tortura. Entonces, el gobierno comenzó a emplear casi exclusivamente psicólogos en estos programas, así como a ofrecer fondos para investigación y empleos como asesores, instructores y psicólogos operativos en Guantánamo, Bagram, Abu Ghraib y otras prisiones (convencionales y “negras” o clandestinas) donde trabajaban al lado de militares y contratistas privados. Finalmente, en diciembre de 2014 el Comité de Inteligencia del Senado realizó un reporte en el que aceptó que el programa de interrogatorios era cruel, abusivo e inefectivo.

Respuesta a la crisis

El escándalo de las revelaciones de tortura en Abu Ghraib puso al gobierno de Bush en aprietos. De acuerdo con el artículo de James Risen en el New York Times (1/V/2015), en junio de 2004, mientras el mundo condenaba las condiciones inhumanas en que los presos eran interrogados y humillados, la APA convocó a una reunión privada a un grupo selecto de psicólogos y científicos del comportamiento humano para discutir la crisis y el papel que debían seguir los psicólogos en los interrogatorios. En julio de ese año miembros de la APA se reunieron con psicólogos de la CIA y otras agencias, y para inicios de 2015 declararon que los miembros de esta asociación podían participar en el programa de interrogatorios.

El Reporte Hoffman

El 10 de julio pasado se publicó el reporte de una investigación dirigida por el abogado David Hoffman, en el que se recogen, entre otras cosas, testimonios de psicólogos de la CIA que desde 2002 se oponían al programa de tortura pero que fueron silenciados por algunos directivos de la APA, incluyendo el director de asuntos éticos de la asociación, quien estaba a cargo de redactar la posición oficial de la asociación y aparentemente en recompensa recibió un contrato para entrenar interrogadores. Entre sus conclusiones señalaban que privar del sueño a una persona no constituía una tortura y un miembro de la APA que pertenecía al consejo consultivo de la CIA hizo las siguientes declaraciones: “Un psicólogo tiene una obligación con un grupo de individuos, que puede ser la nación” y “el código ético debe ser flexible y aplicado a las circunstancias inmediatas”. La APA finalmente ha condenado y renunciado a sus directivas éticas de 2005; no obstante, como escribe Spencer Ackerman en The Guardian (2/VIII/15), al interior de la APA el reporte de Hoffman fue visto por muchos como una estrategia “antigobierno y antimilitar políticamente motivada”, otros lo acusaron de estar lleno de “mentiras intencionales” y una “clara difamación e insulto al ejército”. Diez años de colaboración con prácticas de tortura brutales han envilecido la mentalidad de muchos miembros de la APA, especialmente a los que se acostumbraron a los beneficios de trabajar con el Pentágono.

Castigos extremos

Mientras tanto, el Parlamento israelí aprobó una ley que permite alimentar a la fuerza a los prisioneros palestinos que se pongan en huelga de hambre, como en las prisiones militares estadunidenses. La Asociación Médica Israelí se opuso categóricamente a esta medida cruel, señalando que equivale a violar al preso. El hecho de que el régimen de Netanyahu quiera castigar una forma de protesta no violenta, hace pensar en los incesantes ataques mediáticos y políticos en contra de otra campaña pacífica internacional, la de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) que tiene como objetivo ejercer presión económica contra el gobierno israelí de manera semejante a la que se llevó a cabo en contra del régimen sudafricano del tiempo el apartheid. Ojalá que estas estrategias sancionadas por un gobierno democrático en contra de la dignidad humana terminen pronto en el basurero de la historia.