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Los responsables estaban en las filas de la policía, señala

No se repara el daño por desaparición de un hijo, dice una madre que lo busca
 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de agosto de 2015, p. 11

Hace seis años su hijo fue levantado por policías para entregarlo a otros criminales. No iban por él, sino por su acompañante, un agente federal buscado por delincuentes para asesinarlo.

El levantón, ocurrido el 25 de febrero de 2009, terminó con la vida de Gustavo Castañeda Puentes, de 28 años de edad. Estuvo, como se dice, en el lugar y en el momento equivocado. Su madre, Amada Puentes González, dedicó desde entonces su vida a la búsqueda.

Casi tres años después, la policía de Nuevo León dio con los responsables, quienes no estaban lejos de los uniformados, sino infiltrados en sus filas, en la nómina de la policía local.

A mi hijo, a diferencia de los otros dos, no lo torturaron, sólo le dieron un balazo en la cabeza, dice Amada, quien a pesar de haber contado la historia infinidad de veces debe hacer una pausa porque el dolor no cede.

Mientras a mí no me entreguen a mi hijo, voy a seguir en la búsqueda, así se me vaya la vida en eso. ¿Reparación del daño? Nunca lo van a reparar; hay daño sicológico, moral, económico. Eso jamás se repara.

Necesitamos que las autoridades realmente cumplan –agregó– y que la ley de desaparecidos, actualmente en proceso de elaboración, sea hecha por familiares.

"Nosotros somos los que tenemos la experiencia en el caminar diario, al enfrentarnos con autoridades que no nos atienden como se debe, sino que nos vuelven a victimizar”, señaló a La Jornada, al término de una reunión con funcionarios de la Secretaría de Gobernación.

Por los hechos se encuentra sentenciado uno de los policías, a 30 años de prisión, no por la desaparición (forzada) de Gustavo, sino por el levantón de otro de los asesinados.

“Pero a mí eso no me sirve de nada. Si yo no tengo a mi hijo, yo no tengo resultados, así puedan estar mil personas en la cárcel.

“Estas personas confesaron que asesinaron a mi hijo; la policía regia los entrega al crimen organizado, quienes los torturan, excepto a mi hijo; los asesinan y los incineran.

“Sólo dicen ‘los incineramos y ya’. No hay quien les saque la información de dónde quedaron los restos. Esa es la incertidumbre.”

Supuestamente –añadió– en cuestión de desaparecidos la etapa más difícil fue de 2009 a 2012, “pero eso no es verdad; quienes estamos viviendo lo que ocurre sabemos que este fenómeno continúa.

“El caso de mi hijo es sintomático: cuando nosotros le preguntábamos al procurador dónde están los policías que nosotros le señalamos como responsables, me respondía: ‘los estamos buscando, señora’. Pero qué tan bien los buscaban que eran policías que tenían en su nómina, aunque por meses no trabajaron, pero seguían cobrando.”

El entonces responsable de antisecuestros me dijo que el exagente federal (asesinado) hizo algo mal a alguien muy pesado; vienen por él y, como estaba con mi hijo y otro joven, pues se los llevaron en paquete.