Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 26 de julio de 2015 Num: 1064

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Luisa Josefina Hernández:
Mis tiendas y mis toldos

José María Espinasa

La mutilación
Miguel Donoso

Primera canción
del exiliado

Miguel Donoso

Miguel Donoso Pareja: el
enigma de las dos patrias

Yanna Hadatty Mora

Dos poetas

El Berlín de
Esther Andradi

Consuelo Triviño Anzola

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Naief Yehya
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El sueño idealista de La ruta de la seda
de Ross Ulbricht* (II Y ÚLTIMA)

Libre mercado

La utopía libertaria de un mercado “sin fricción”, en el que cualquier producto podría ser comprado o cambiado sin dejar huella, era el primer paso de Dread Pirate Roberts para la construcción de una sociedad más igualitaria y justa. El delirante bazar llamado Silk Road en la deep web (el gigantesco espectro de internet no indexado que es miles de veces más grande que el web “superficial”) era una teoría económica puesta en acción. Este sitio, que habría de volverse un imperio (con más de un millón de usuarios registrados y en el que circularon más de mil millones de dólares), le generó en menos de tres años cerca de 20 millones de dólares en ganancias netas a su creador, Ross Ulbricht, quien bajo el nom d’internet Dread Pirate Roberts o DPR, administraba las operaciones comerciales del sitio pero también lo utilizaba como tribuna para predicar sus ideas, inspiradas en el trabajo del economista austríaco Ludwig von Mises. Ahí Ross estableció contacto con un agente de la DEA, Carl Force, quien se hacía pasar por Eladio Guzmán, alias Nob, un supuesto narco puertorriqueño. A pesar de que Ulbricht sabía que numerosos agentes trataban de infiltrar el sitio, Nob logró convencerlo de la autenticidad de sus credenciales en el mundo del crimen y se ganó su confianza. Al poco tiempo tenían algo parecido a una amistad. Nob le aconsejaba cómo manejar el negocio y cuando DPR comenzó a desconfiar de uno de sus empleados, Curtis Green (primero se enteró de que había sido arrestado, por lo que temió que lo hicieran confesar, y después, porque aparentemente se había robado el equivalente a 350 mil dólares en Bitcoin), le ofreció eliminarlo por 80 mil dólares.

¿Ideólogo o demagogo?


Viñeta de Juan Puga

De ser esto cierto, en el momento en que el miedo y la paranoia llevaron a Ross a aceptar la propuesta de Nob, el idealismo de Silk Road se desplomó y sólo quedó una corporación criminal. Según Joshuah Bearman, en su artículo de Wired, no le tomó demasiado tiempo a Ulbricht decidir la ejecución de uno de los miembros de esta comunidad. Podemos suponer que la distancia imaginaria entre el mundo real y el digital podría hacer que parezca menos grave ordenar matar a alguien en línea; sin embargo, semejante decisión parece totalmente ajena a la naturaleza de Ulbricht, quien vivía en una austeridad extrema y jamás fue violento. Con la fama y el éxito se multiplicaron los problemas: spammers, ladrones, el fluctuante valor del Bitcoin, hackers hostiles que buscaban extorsionarlo (a veces tenía que pagar 50 mil dólares al mes por protección), sitios competidores agresivos y ostentosos, como Atlantis, y ataques rutinarios de negación de servicio. Force le envió fotos de Green “muerto” y cobró el resto de su comisión. Tenía ahí ya suficientes pruebas para meterlo a la cárcel, si sólo lograba descubrir su identidad. A este falso asesinato siguieron supuestamente otros, como uno encargado a un presunto pandillero de los Hell Angels para eliminar a un extorsionador por 150 mil dólares. La paradoja es que estos presuntos crímenes no están incluidos en sus cargos, sino que fue condenado por tráfico de drogas y documentos, lavado de dinero y hackeo.

Huellas imborrables

Ulbricht era un programador autodidacta y construir un sitio de esta magnitud estaba muy por encima de sus habilidades. Eventualmente el sistema filtró referencias que llevaron a investigadores del IRS, DEA y FBI a localizarlo a él y a los servidores de Silk Road. Una de las piezas del rompecabezas fue el descubrimiento realizado por Homeland Security de una orden de identificaciones falsas con las que Ulbricht pensaba contratar más servidores. Los agentes aseguran que descubrieron una dirección de correo en un foro especializado, una ip que coincidía con la de un café internet desde donde se había tenido acceso a Silk Road, un perfil en LinkdIn, y más pistas que, gracias a la suerte y a Google, revelaron la identidad de Ross, quien fue arrestado el 1 de octubre de 2013 en una biblioteca mientras tecleaba como DPR. No son pocos los expertos que no creen que una investigación semejante sea realista.

Justos y pecadores

Después de un controvertido y tumultuoso juicio, Ulbricht fue sentenciado a cadena perpetua el pasado 29 de mayo, un evidente castigo ejemplar. Mientras tanto, el agente Force, quien precipitó el colapso de Ulbricht, se declaró culpable en junio de haber robado 820 mil dólares en Bitcoin durante la investigación. Asimismo, el agente del servicio secreto, Shaun Bridges, aceptó haber robado y lavado dinero en este caso. La familia Ulbricht creó el sitio freeross.org y sigue luchando por una apelación y un nuevo juicio.

*En la anterior entrega equivocadamente me referí a
Russ Ulbricht en vez de Ross Ulbricht. Pido una disculpa.