Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 19 de julio de 2015 Num: 1063

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Esquirlas que dialogan
con José Ingenieros

Juan Manuel Roca

Pelear para sobrevivir
en la naturaleza

Renzo D’Alessandro
entrevista con Havin Güneser

Travesía
Mariana Pérez Villoro

La vida con Toledo
Antonio Valle

El imprescindible Toledo
Germaine Gómez Haro

Canicular
Tour de France

Vilma Fuentes

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Las erinias
Olga Votsi
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Jorge Moch
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La huida y la carcajada

Si no nos reímos nos ponemos a llorar. En medio de un panorama desolador para este México saqueado, agujereado, baleado, desecado, extenuado en muchos sentidos, dimensiones y recursos, quizá lo único de lo que podía jactarse el corrupto gobierno de Enrique Peña Nieto era de haber capturado, aunque fuera como murmulla con dientes apretados la maledicencia, cosa negociada y arreglada de antemano, Joaquín el Chapo Guzmán Loera: el más famoso y posiblemente uno de los más poderosos narcotraficantes de los últimos tiempos; el mismo que “se le peló” al gobierno de Vicente Fox del penal de alta seguridad de Puente Grande allá cerca de Guadalajara. El mismo que tenía (y por lo visto sigue teniendo) en la nómina a buena parte de los mandos medios y altos de los organismos de seguridad del Estado y una indeterminada pero copiosa cantidad de símiles en los estados de la República. Por todo el país se extendieron sus hilos. En todos lados tenía negocio, presencia y quien le cuidara las espaldas. Hace cosa de un año, cuando fue recapturado, un Enrique Peña Nieto orondo afirmaba en entrevista televisiva que sería imperdonable para el Estado mexicano una segunda fuga de un penal de alta seguridad como la que protagonizó el Chapo en 2001. Hoy Peña ha tenido que recordar amargamente esas palabras suyas mientras tuvo que comérselas con algún canard à l’orange durante su viaje a Francia.

El Chapo Guzmán es ya un personaje mediático enorme. Es usado lo mismo como parte de la información dura que nos sobresalta y nos desternilla –como su archicomentada segunda fuga, esta vez de la cárcel supuestamente más segura y hermética de todo México, el Penal de Alta Seguridad de La Palma en Almoloya, Estado de México– que como cortina de humo para que el gobierno disimule sus estrepitosos fracasos económicos y de gestión social. Hay quien dice, en este México apoteósico de teorías conspirativas, que la fuga del Chapo fue consensuada con el gobierno porque le hacía falta nuevamente un gran villano reventón sobre el que se pueda focalizar la atención de la gente; un enemigo público número uno que al menos por un tiempo dejara de ser (en las redes sociales, por ejemplo) el presidente de la República.

Como sea, el resultado es proporcionalmente inverso y exponencialmente mayor en términos de deterioro de la imagen presidencial porque, para empezar, la primera estampa es la de una indolencia frívola: mal está un país cuando su delincuente más peligroso y afamado se fuga por segunda vez de una prisión federal de alta seguridad mientras su presidente se da la gran vida en Europa con un séquito sobrepoblado de cientos de personas convertidas de pronto en simples parásitos de la sociedad. Mientras en México amanecíamos con la agitación que provoca un túnel de kilómetro y medio que nadie pudo detectar en uno de los sitios más vigilados del país, alguien en París desayunaba con mimosas posiblemente pagadas con dinero público. Eso es imperdonable.

Así que el Chapo será de nuevo la gran noticia que acapare todos los frentes mediáticos donde el gobierno tiene la pata coja. Cosa más que comprensible en un régimen que gasta fortunas en autopromoción, según el análisis que las organizaciones Article 19 y Fundar, Centro de Análisis e Investigación, ac, hicieron a partir de las cifras preliminares que obtuvieron, en materia de gasto gubernamental en propaganda y publicidad en medios, por parte del Sistema de Comunicación Social (comsoc) del gobierno y donde, de los miles de millones de pesos dilapidados en imagen y fanfarria, desde luego era de esperarse que sea “ cuando menos preocupante la alta concentración de recursos en los proveedores contratados por el gobierno federal para difundir sus políticas y programas, sus logros y su imagen. Dos proveedores, Televisa, s.a. de c. v. y Estudios Azteca, s.a. de c. v. concentran el 27% de todo el dinero erogado, sumando en conjunto cerca de 930 mdp. Estas empresas se beneficiaron con más de una cuarta parte del total de los recursos ejercidos en publicidad oficial”.

Gracias a la corrupción sin recato que nos azota y desgasta como una tisis México, sobre todo sus organismos de inteligencia, sus policías y sus fuerzas armadas (muy contentos deben estar en la Secretaría de Marina, que capturó al Chapo en febrero de 2014) es otra vez el hazmerreír mundial. Gracias a la frivolidad y la ineptitud de Enrique Peña Nieto el “milagro mexicano” es el fiasco del momento. Un fiasco escandalosamente oneroso, además. Qué pinche vergüenza y qué ridículo brutal.