Opinión
Ver día anteriorMartes 14 de julio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La huida
L

e faltaban casi 109 mil días de condena cuando se escapó. ¿Cómo se construye un túnel de mil 500 metros con luz eléctrica, rieles, tanques de oxígeno, tablas y otros materiales de construcción sin que se dé cuenta nadie? La única respuesta posible es que fue ayudado, desde fuera y desde dentro ¡en una prisión de alta seguridad!

El Chapo Guzmán, uno de los megamillonarios de Forbes, podía comprar, compró, esa ayuda. No lo hizo solo, salta a la vista. El dinero puede comprar a mucha gente, de abajo, de arriba y de muy arriba. Al salir del túnel desapareció, ¿por tierra o por aire? Quizá por aire. El código rojo se encendió tarde, pues ya no estaba. Si fue por aire ¿sería en helicóptero, en globo aerostático, en dron, con la capa de Supermán? Ya nos dirán en qué salió del perímetro externo de la prisión. Si fue por tierra, ¿habrá sido en un veloz Ferrari o en un Tsuru para no llamar la atención? Quizá también esto lo sabremos.

Lo que por ahora sí sabemos es que se escapó de la prisión más segura del país, sin que nadie se percatara de la construcción del túnel. ¿Cuánto tiempo se necesita para construir un túnel de mil 500 metros? No creo que fuera en poco tiempo. Dicen los medios que El Chapo estuvo 504 días en prisión. ¿Suficientes para construir dicho túnel o ya había partes de él construidas desde antes? Que hablen los expertos en excavaciones y en resistencia de materiales. Los geólogos también podrían opinar. Lo curioso es que todo mundo sabía que El Chapo ya era experto en túneles: los usaba con frecuencia para pasar dinero y productos comerciales de México a Estados Unidos y viceversa, como el túnel que heredó de sus marido la señora Millwright en The Bridge (2013).

Netflix tiene ya otro posible guión para una serie, si no se la gana Telemundo/Argos (El señor de los cielos) o Paul Scheuring (el creador de Prison Break). Ya está, por lo pronto, el proyecto cinematográfico The hunt of El Chapo (A caza de El Chapo), pero cuando salga será historia o requerirá un epílogo de actualización.

Por ahora ya está en el imaginario colectivo la leyenda de El Chapo, pues es su segunda escapatoria de una prisión. Y al gran público le gustan las leyendas, no porque esté de acuerdo con los narcos sino porque hicieron lo que muy pocos han podido hacer. El señor de los cielos tiene el número uno en el ranking de programas en español, con más de 3.3 millones de televidentes en Estados Unidos (La inauguración de la tercera temporada en 2015 clasificó, según Telemundo, como el estreno más visto en la historia de la red). Y que conste que no es muy buena y que la mayor parte de sus actores son segundones (y lo digo con todo respeto a su trabajo). Los libros sobre el narco también han destacado en ventas y algunos han sido traducidos a otros idiomas, pese a su escasa calidad literaria. Es evidente que la gente quiere saber sobre todo de los nexos de los maleantes con funcionarios públicos (civiles, policiacos y militares), con políticos y empresarios legales tanto de México, como de Colombia y Estados Unidos y, obviamente, de otros países donde también se producen y se comercializan los insumos para las drogas y estas mismas. La globalización del capital también existe en este rubro que, lejos de vérsele una solución, continúa creciendo y así seguirá, o peor, por más que lo combatan –como el alcohol, la prostitución o el tráfico de armas.

Son muchos los intereses ligados a la actividad delictiva y los recursos que la mueven. Sin embargo, por ahí debe existir alguna estrategia para controlarla aunque sea relativamente y disminuir sus efectos colaterales. El problema es que leemos propuestas pero no vemos que se lleven a cabo. Cuesta trabajo pensar que con las tecnologías existentes se descubran todavía campos inmensos sembrados de amapola, coca, mariguana y laboratorios de drogas sintéticas ilegales y no puedan con ellos. Pero no es mi tema y tengo más dudas que propuestas. El hecho es que matan y encarcelan a jefes y subjefes del narco y de traficantes de personas y hasta de órganos y los problemas subsisten y salen de control, como los expertos han advertido desde varios años: cortar cabezas no es lo mejor, pues salen otras y volver a empezar para detectarlas es costoso en tiempo y recursos. Y luego se les escapan después de hacer alardes de alcance internacional por su captura. ¡Vaya!, hasta se les escapan ya muertos, como ocurrió en 2012 con El Lazca durante su funeral.

Algo no huele bien. Parece que hay corrupción, es sólo una hipótesis (valga la broma).

rodriguezaraujo.unam.mx