Editorial
Ver día anteriorSábado 11 de julio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Grecia: de la esperanza a la realidad
E

l gobierno de Grecia, encabezado por Alexis Tsipras, presentó ayer ante el Parlamento de su país un paquete de medidas económicas a cambio de las cuales se busca concretar un tercer plan de ayuda para el país helénico, equivalente a unos 74 mil millones de euros. En los hechos, las medidas resultan indistinguibles de las que habían sido propuestas por la troika –el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional– a finales de junio, y que fueron rechazadas por amplia mayoría de ciudadanas y ciudadanos griegos en el referéndum del último domingo: aumento al IVA y creación de nuevos impuestos, incremento en la edad de las jubilaciones, recorte a los gastos de defensa y ajustes al sector público en general, amén de una nueva oleada de privatizaciones que incluye aeropuertos regionales y puertos. En suma, nuevas señales de tranquilidad para los acreedores y para la troika y nuevas cuotas de sacrificio para la población.

En retrospectiva, queda claro que el ejercicio de auscultación popular convocado por Tsipras y efectuado el 5 de julio –que fue visto en principio como un triunfo histórico y esperanzador de la democracia griega frente a los poderes reales de Europa– terminó por servir como una bocanada de oxígeno para que Atenas pudiera negociar un tercer rescate que, en palabras del primer ministro griego, es lejano a nuestro programa electoral, pero mejor que las otras alternativas. Tsipras afirma que su nueva propuesta de ajustes abre la posibilidad de una restructuración de la deuda griega y rechaza, por tanto, que se trate de una simple redición del último plan de rescate de Bruselas. Por contraste, el anuncio ha generado un comprensible sentir de malestar y decepción entre los sectores griegos que respaldaron el referéndum y votaron masivamente en contra de nuevos planes de austeridad para la nación mediterránea, como ha quedado de manifiesto con las protestas efectuadas ayer en Atenas.

El aparente viraje en la postura soberanista y radical de Tsipras y la determinación de su gobierno de ceder ante las exigencias de Europa ponen en perspectiva que, más allá de los discursos, subyace una trágica realidad: la pérdida de independencia económica real de naciones teóricamente soberanas y que se ven, sin embargo, supeditadas a los designios de entidades financieras trasnacionales, acreedores privados y gobiernos de países poderosos.

En ese contexto, las posturas de partidos como Syriza, en Grecia, y Podemos, en España, se ven neutralizadas por la reducción en los márgenes de acción de los gobiernos para alterar el sentido del modelo económico imperante en el viejo continente y en la mayor parte del orbe.

En el caso de Tsipras y de la coalición Syriza, han sido puestos entre la espada de las instancias públicas, privadas y multilaterales extranjeras y la pared del electorado que, tras haberlos llevado al gobierno, les ratificó su respaldo en el referéndum de hace una semana. Cabe esperar que el nuevo paquete de rescate, con la previsible cuota de sufrimiento que generará en la población griega, tenga al menos la virtud de abrir un camino para restructurar la deuda de ese país –la cual, al día de hoy, luce impagable–; el gobierno griego debe garantizar, sobre todo, que los recursos provenientes de este nuevo rescate, en caso de que se concrete, lleguen efectivamente a los sectores más necesitados de la población.