Editorial
Ver día anteriorViernes 10 de julio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Oaxaca: descontento y extravío en la política cultural
E

l artista plástico Francisco Toledo lamentó ayer la ausencia de las autoridades estatales de Oaxaca –en particular el secretario de Turismo y Desarrollo Económico y el gobernador de la entidad– en el ciclo de conferencias Centro de convenciones: un proyecto, tres propuestas, efectuado en instalaciones del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (Maco), en la capital de esa entidad, en el que se analizaron las inconveniencias del proyecto gubernamental para construir un estacionamiento de ese centro de convenciones en el Cerro del Fortín.

Debe recordarse que desde hace varias semanas el pintor juchiteco ha encabezado un movimiento en contra de dichas obras, las cuales se mantienen a pesar de no contar con los permisos adecuados y a contrapelo de las dos solicitudes de suspensión temporal, interpuestas en vía de amparo por vecinos de la colonia Guelaguetza, por considerar que los trabajos atentan contra uno de los pocos pulmones verdes que le quedan a esa capital.

En una carta, el artista y sus seguidores han afirmado a las autoridades que el desarrollo de los pueblos no puede estar basado en la destrucción de su medio ambiente.

Por desgracia, no es éste el primer maltrato del gobierno local para con el pintor oaxaqueño y su entorno social de apoyo. Debe recordarse la decisión, adoptada a finales del año pasado por la administración de Gabino Cué, de embargar las cuentas bancarias del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago) para saldar un adeudo de 863 mil 43 pesos. Con esa determinación, la administración local puso en riesgo un cuarto de siglo de gestoría cultural en Oaxaca que posicionó a esa entidad como referente de las artes plásticas a escala planetaria. Por lo demás, la decisión de embargar las cuentas del centro cultural oaxaqueño –que a la postre fue donado por Toledo al Instituto Nacional de Bellas Artes– contrasta con una política fiscal caracterizada por destinar miles de millones de pesos en estímulos a empresas nacionales y trasnacionales.

Por lo demás, la sordera oficial ante los reclamos por las obras en el Cerro del Fortín ponen en perspectiva un rasgo característico de las administraciones del ciclo neoliberal: la ausencia de una política de Estado efectiva y consistente y la adopción, en cambio, de una visión pragmática, frívola y mercantilista del patrimonio cultural tangible e intangible del país. Dicho extravío se ha reflejado, entre otros muchos episodios, en la construcción de obras faraónicas parcialmente inútiles, como la megabiblioteca José Vasconcelos; en la explotación irracional de zonas arqueológicas como centros de espectáculos multimedia; en la exclusión de expresiones artísticas y culturales de la agenda de las autoridades del ramo, e incluso en escándalos como el que precedió a la renuncia de Sergio Vela, ex titular del CNCA, quien abandonó el cargo en marzo de 2009 en medio de acusaciones por gastos excesivos en viajes, subejercicios presupuestarios y distanciamiento del entorno cultural del país.

Es necesario, en suma, dar un viraje en las inercias que se vienen arrastrando en materia de política cultural y cambiar la actual visión mercantilista por otra que conciba la riqueza cultural del país como un fin en sí mismo, como factor de resarcimiento de tejidos sociales y como componente imprescindible para una sociedad justa, fuerte y sana.