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La cantautora, una mujer construida, celebrará en el Lunario 20 años de luchar por su música

La creación también es disciplina y perseverancia, afirma Ely Guerra

Festeja con disco doble grabado en vivo: El origen

Para hacer un perfume se requiere tener notas graves, medias y altas, señala en referencia a su otra pasión: crear aromas

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Ely GuerraFoto cortesía de la artista
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Mi música no es una moneda, sino arte que tenía que defender: Ely GuerraFoto cortesía de la artista
 
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de julio de 2015, p. 8

Ely no es Guerra, es guerrera. También puede ser musa. Trabajadora y disciplinada, la cantautora es fuerte y frágil. Es espejo de sus propias canciones: perfumes de notas altas, medias y bajas.

Ely compone, toca y canta sutil y poderosamente. Cuando lo hace en vivo, la pasión se le desborda en su exquisita voz y figura, a la que cuelga su guitarra; también su esencia.

Es, sobre todo, persona honesta; una vieja que le encanta decir lo que piensa, comentó a este periodista en 2001.

Se lee en la biografía de su sitio: cantante, músico (sic) y compositora. Eterna creativa con una carrera de 20 años y ocho álbumes. Ha colaborado en unos 40 discos de diversos colegas. Ha actuado en escenarios grandes y pequeños; para miles o unos cuantos. En el país, Europa, Sudámerica y Estados Unidos. Ahora abraza la independencia con Homey Company, su empresa.

Es Ely Guerra, quien celebrará 20 años de resistencia y provocación musical en el Lunario del Auditorio Nacional, el próximo 11 de julio. Lo festeja con su disco doble grabado en vivo: El origen. Será una gala de piano y voz junto con el pianista Nicolás Santella. Duelo y comunicación de cuerdas, la vocales y las del instrumento.

Combinación armoniosa

Ely define a esta presentación como una combinación armoniosa de la música popular de los grandes compositores mexicanos y el trabajo de artista contemporánea.

En una charla con La Jornada, cuenta que es una mujer construida. He trabajado, he luchado por mi música y he gozado con ella. He reunido un equipo de gente profesional maravillosa. Hemos sido grandes obreros de nuestro trabajo buscando su felicidad.

La aguerrida Guerra resume su carrera como algo alejado del glamur y de todo lo que nuestra carrera exuda. Mi apellido me ha acompañado en muchas batallas, no sólo en la guerra.

Ely se refiere a la guerrillera que también se permite la debilidad: hay momentos en los que tenemos que bajar la intensidad, pero sin detenernos.

Dice que es medio bruja. Más bien, una alquimista de esencias, que muta en perfumes, que huelen tan bien como sus rolas.

Hacer un perfume lleva sus notas. Es algo tan hermoso que es muy inspirador. Ha ido creciendo a la par de mi música... es un momento de relajación e intimidad. Un perfume lleva notas graves, medias y altas y para que tú tengas ese resultado, para que llames a un aroma perfume, requiere de esa tres tonalidades. No puede escaparse; si no, no lo es, dice en referencia a su pasión por crear aromas.

Ely Guerra es dinamo que no cesa, porque no se trata de decir: ya me llegó la inspiración. La creación también es un trabajo de disciplina. De constancia, perseverancia y cultivo. Hay que leer, hay que prepararse, estar informado...

Conforme han pasado los años dice sentirse agradecida de haber entendido que su música no era una moneda para intercambiar. Mi música era arte, el cual había que defender.

Entendió que tenía que hacer ciertos sacrificios o pasarla mal; no importa, porque estaba defendiendo un ideal y una postura artística, una manera de hacer las cosas con honestidad. De pasar años de fabricar un camino en el que descubres que te gusta la música, pero que quizá no encajas en las fórmulas tradicionales o de negocio. Este camino ha sido un recorrido muy personal educativo.

Ely siente las piernas como grandes cimientos para seguir avanzando y llegar a la cima, que todos quieren alcanzar, asegura.

Admite que los momentos más duros son los de más aprendizaje, como cuando un sello discográfico le dio la espalda.

Toma lo positivo

Tengo buenas y malas memorias, pero casi siempre tengo a flor de piel las experiencias que me han dejado algo positivo.

De lo malo no le viene nada a la mente, porque si hubo algo malo a mis ventitantos años, ahora, a mis 43, honestamente no lo veo así. El filtro de la cámara cambió. Quizás esas experiencias que en su momento resultaban contrarias hoy las agradezco, porque me permitieron sentirme construida; hacer una carrera de verdad. No me siento un músico que hace canciones para halagar a lo comercial.

Ni el desprecio de la disquera a su trabajo la ha mermado: Que la compañía te diga: qué feo está tu disco; que te diga que no lo va a editar y al final lo postulen para el Grammy, qué terrible puede ser. Terrible es que estuviera enferma y no pudiera cantar. De esa industria tengo muchos maestros. Aprendí de mucha gente de la que podría decir: no me gusta cómo actúan o no me agradan sus fórmulas. No, de ellos aprendí mucho; me mostraron lo que no me gusta.

Acepta que hoy día estamos viviendo tiempos difíciles, pero hay que mostrar a los jóvenes ejemplos reales. En la diversidad de nuestro país también hay mucho engaño. Ves glamur exagerado o los extremos: gente con mucha lana o muy jodida. Por eso, como seres creativos, tenemos el compromiso de expresar lo que somos.

En estos años ha entendido que sus temas “sí lo son, porque las puedes cantar con guitarra o piano; se defienden por sí solas: hasta encueradas las puedes interpretar, es decir, a capella. Yo soy mis canciones... el origen ocurre en la verdad y la simpleza desde tu intimidad más profunda”.