Opinión
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México SA

México, enorme maquiladora

¿Y el sueño industrializador?

De Los Pinos a los ratoncitos

A

hora que los mexicanos están de plácemes, porque todo es miel sobre hojuelas, el modelo económico funciona como relojería suiza, el país marcha de maravilla y la economía crece como nunca (tres tristes tigres dixit –Peña Nieto, Osorio Chong y Videgaray– en su bombardeo mediático de esta semana), no faltan las voces calamitosas que advierten sobre aquel sueño industrializador de los años 50 y 60 que terminó en pesadilla maquiladora en este México moderno, pujante y, sobre todo, justo.

Así es: de la onírica industrialización como paso obligado al primer mundo, México decidió construir una suerte de abaratada macro Plaza Santo Domingo, donde todo se maquila (desde calzones hasta vehículos automotores, pasando por todo lo demás) y se exporta, previa importación de los productos requeridos para tal fin, sin que ello estimule al aparato interno y con una competitividad basada en una mano de obra miserable. Como bien lo sintetiza el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), el modelito vende mucho, pero no genera riqueza (ni desarrollo para el país).

A mediados del siglo pasado México era visto como una gran promesa en materia de industrialización. Tiempos en los que la economía nacional crecía 8, 9, 10 y hasta 11 por ciento en un año (este último indicador, de 1964, no se ha repetido; ahora se crece 2 por ciento). Otra promesa, que devino realidad, era Corea del Sur (en aquel entonces en circunstancias similares a las mexicanas), hoy industrializada mamá de los pollitos en tecnología y con elevados niveles de bienestar para su población, es decir lo contrario a lo sucedido en esta modernizada República de los discursos.

Sirva lo anterior para contextualizar el reclamo del IDIC: “el desempeño de la actividad industrial en el país, en fase negativa y a la baja, merma las expectativas de alcanzar un mayor crecimiento económico durante el presente año… La desaceleración de la industria mexicana, un problema sistémico”.

El desafío no es menor, subraya el referido instituto, pues durante las décadas previas se apostó por un modelo exportador de manufacturas que no se encuentra asociado con un aumento en el valor agregado de los productos que vende al exterior. Como ha sido documentado en diversas investigaciones, existe una desindustrialización atribuible a un modelo centrado en el ensamble, es decir en la maquila: aumenta el valor de las exportaciones de manufacturas, pero no el valor del PIB sectorial como proporción del total. Lo último implica que hay un bajo valor agregado en las exportaciones (en demérito de la economía nacional): se requiere de importaciones para maquilar las exportaciones. Se vende mucho pero no se genera riqueza.

El problema de esto último radica en el bajo valor agregado de las exportaciones industriales de México. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), el país ha registrado una caída sistemática en el valor de su Indicador de Competitividad Industrial (CPI): después de alcanzar su punto máximo en el año 2000, la competitividad industrial de México ha disminuido a niveles similares a los alcanzados a mediados de los años 90. Cuando predomina la maquila de exportación, un país puede alcanzar altos niveles de ventas al exterior sin que ello redunde en un mayor PIB, como es el caso de México.

Bajo el marco analítico del CPI, detalla el IDIC, se puede establecer que el retroceso de México se encuentra vinculado con el bajo valor agregado de sus exportaciones: el aumento de sus ventas está sustentado en un incremento de las importaciones de insumos intermedios. Lamentablemente esto se da al mismo tiempo en que China, la principal competencia de México en Estados Unidos, Canadá y en el propio mercado interno, experimenta un incremento sostenido en el valor del CPI. De hecho coincide el momento en el que China rebasó a México como proveedor del mercado norteamericano.

¿Por qué? China creo condiciones para elevar el valor agregado de su producción, en tanto México no llevo su industria maquiladora a una de transformación. Lo anterior tiene que ver con el bajo contenido nacional de las exportaciones: México requiere de las importaciones para exportar, China se apoderó de las cadenas de valor para producir los insumos en su territorio. Esto es justamente lo que se debe modificar, representa el verdadero desafío de las reformas y cambios legales emprendidos: aumentar el valor agregado, el contenido nacional y con ello el encadenamiento entre las empresas que producen en México. Un problema es que el entorno es adverso, y las importaciones que el país realiza están afectando la columna vertebral del sector de las manufacturas.

Comprar barato en el corto plazo puede salir muy caro en el largo. Lo sabía Corea del Sur en los años 60 y 70 del siglo pasado, cuando decidieron hacer un gran esfuerzo en desarrollar sus industrias siderúrgica, química, automotriz, naval y de electrónica, a pesar de que no tenían las ventajas comparativas. Ella optó por construir sus ventajas competitivas, es decir, establecer un plan de desarrollo industrial de largo plazo que incluyera educación de calidad, financiamiento productivo, construcción de infraestructura estratégica y apoyos fiscales bien dirigidos. El resultado es tangible 40 años después.

El modelo coreano tiene su origen en la estrategia de Japón (una nación destrozada por la II Guerra Mundial, que surgió como potencia económica), la cual influyó en China y hoy lo sigue haciendo con otras economías del sudeste asiático. México debe aprender de la experiencia asiática; las reformas ya aprobadas y la Ley para el Incremento Sostenido de la Productividad y la Competitividad de la Economía Nacional deben cobrar vida en un programa de políticas públicas integral que propicie la reindustrialización competitiva de México, de otra manera seguiremos observando la contracción de sectores estratégicos. Lo que comenzó en las industrias textil, del calzado y del juguete hace 15 años hoy tiene su réplica amplificada en otros sectores industriales. Es algo que debe evitarse.

Las rebanadas del pastel

Una vez más los ratoncitos verdes mordieron el polvo. No es novedad, porque los directivos futboleros y el anunciante-entrenador de los susodichos funcionan como los tres tristes tigres citados líneas arriba, es decir, pretenden ganar las batallas mediante bombardeo propagandístico, pero a la hora de la verdad no dan una, se desinflan estrepitosamente y terminan en el suelo, como el globo aerostático del ministro.

Twitter: @cafevega