Opinión
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La política económica después de las elecciones
E

n México, durante los últimos tres meses los partidos políticos y algunas organizaciones civiles, sociales, obreras y empresariales estuvieron participando y especulando activamente en el proceso intermedio de elecciones para renovar la Cámara de Diputados, a escalas federal y estatal, así como nueve gubernaturas de los estados de la República que constitucionalmente era necesario elegir.

A partir del 7 de junio pasado, esos mismos grupos de la sociedad se dedicaron a interpretar, opinar e informar a través de los medios de comunicación, sobre quién o quiénes habían ganado o perdido en este ejercicio electoral, que es apasionante de la actividad política mexicana, o que por lo menos lo había sido con anterioridad. No obstante, durante el tiempo que duró esa etapa muchos se olvidaron de lo que estaba sucediendo con la aplicación de una estrategia comercial abierta y flexible que ha estado afectando seriamente el crecimiento y la consolidación de la industria nacional, por medio de las importaciones de algunos productos siderúrgicos subsidiados y sin control, provenientes principalmente de China, Rusia, Corea y Japón. Esta terrible afectación al desarrollo industrial mexicano ya había sido denunciada anteriormente en alguno de mis artículos que escribo para La Jornada (¿Quién defiende a México?, del jueves 2 de abril de 2015), además de algunas declaraciones y desplegados publicados en diversos periódicos nacionales por parte del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana que me honro en presidir, en una actitud madura y responsable de protección a las fuentes de trabajo.

Sin embargo, no sólo no se atendieron soluciones al problema, sino que se agravó en el país debido a tres factores fundamentales:

1.- La carencia de una política nacionalista y sensible a las necesidades reales de la economía de la población. Da la impresión de que las fuerzas más conservadoras del gobierno han unido sus proyectos, su incapacidad o su indiferencia para aplicar un esquema de promoción y relaciones comerciales, totalmente diferente al interés nacional. Es más, han antepuesto su sumisión a las leyes del mercado y a los acuerdos o convenios internacionales por encima de la política de empleo y de bienestar general, o peor aún, sobre la salud, la vida y la felicidad de los mexicanos. Total, han de decir, el país aguanta y también la mayoría de la población que vive en una creciente pobreza.

2.- Por otro lado, la actitud rapaz, amenazante, violenta y denigrante de algunas empresas y empresarios que han mostrado claramente su oportunismo y la ambición desmedida para aprovechar la situación y comenzar a despedir a trabajadores y realizar ajustes exagerados o injustificados del personal, sin preocuparse de que estas acciones vienen a complicar más el panorama de la desigualdad y los problemas críticos asociados, por un lado, a la delincuencia organizada y, por otro, a la protesta social.

Así, tenemos que en el campo de las industrias minera, metalúrgica y siderúrgica se anunciaron una serie de despidos y paros técnicos de actividades, que comenzaron a aplicarse a finales de marzo en el caso de Arcelor Mittal, sobre más de 900 trabajadores no sindicalizados, con la amenaza de llegar hasta 2 mil. Altos Hornos de México, de Alonso Ancira Elizondo, anunció originalmente el 26 de mayo una reducción de su plantilla laboral de 2 mil trabajadores, que luego incrementó a 4 mil 500 el 3 de junio. Al mismo tiempo, otras empresas, como Grupo México, Grupo Peñoles, Grupo Industrial Monclova, Compañía Minera Autlán y muchas más de menor tamaño, se han sumado a este proyecto para cerrar las oportunidades de un empleo digno para miles de trabajadores y sus familias y así sepultar las esperanzas de alcanzar un nivel de vida decente o adecuado para sus proyectos futuros, y también para los de sus comunidades. Total, a quién le importa, además de los afectados, si primero están las utilidades y la posición privilegiada y deshumanizada en la sociedad. O quizá sean los demonios de la corrupción y la avaricia sin medida ni control que están debilitando a la industria hasta llevarla prácticamente a un estado de coma general. ¿Dónde está el compromiso de estos empresarios con el país? ¿Acaso no se dan cuenta los políticos que ellos podrían frenar esta terrible situación? ¿O acaso no les interesa?

3.- El tercer elemento asociado, y que va de la mano o es parte importante de esa grave crisis, es la actitud cínica y de sometimiento total de muchos dirigentes o seudolíderes sindicales que se han entregado y obedecido las órdenes de los patrones para apoyarlos con su traición denigrante. Hay muchos casos en que incluso están secundando a las empresas para recortar a sus empleados, y que a cambio de unas pocas o muchas monedas han entregado su conciencia y otras cosas para traicionar a sus propios compañeros, a los que dicen representar.

En estas condiciones qué puede suceder. Por un lado, el gobierno ha tomado ciertas acciones para aplicar aranceles a algunos productos de acero importados a precios subsidiados, sin cubrir la amplia gama de las empresas industriales que obtendrían un respiro de esta decisión. Algunos empresarios se han quejado de que son medidas improvisadas ante la presión y sin visión o destino. Por supuesto que estos mismos directivos al mismo tiempo utilizan todo llanto y sacrificio para incrementar la explotación y el control de los recursos naturales del país, exigiendo compensaciones y nuevas concesiones para mantener o agrandar sus privilegios acumulados.

Por otra parte, las empresas han introducido mayor control sobre los trabajadores mediante el chantaje, amenazas de despidos, el terror y el sometimiento en favor de sus intereses, con el uso de charros y corruptos, así como de porros y golpeadores para evitar inconformidades y rebeliones.

Simultáneamente, el control de algunos de los empresarios más corruptos sobre los medios de comunicación y periodistas deshonestos se ha disparado, y los utilizan diariamente y sin escrúpulos ni ética para engañar y mentir a la sociedad sobre la situación real y los planes encubiertos para cometer abusos y mayor explotación de la mano de obra y los recursos naturales del país. Afortunadamente, en los medios hay algunas excepciones que ennoblecen la vida y el comportamiento de la sociedad.