Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 14 de junio de 2015 Num: 1058

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La caravana
Eduardo Thomas

La organización de
artistas e intelectuales:
¿tiempos coincidentes?

Sergio Gómez Montero

Ficción y realidad
de los personajes

Vilma Fuentes

Voltaire y el humor
de Zadig

Ricardo Guzmán Wolffer

Ramón López Velarde:
papeles inéditos

Marco Antonio Campos

Inauguración del
Museo del Estado

J.G. Zuno

La Música de la escritura
Ricardo Venegas

Columnas:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Naief Yehya
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El asesinato de Osama bin Laden, la versión oficial
y la de Seymour Hersh (II Y ÚLTIMA)

En mayo de 2011 Obama se preparaba para la reelección y un golpe mediático le daría un empujón en las encuestas. El 2 de mayo, a las 23:35, hora de Washington, Barack Obama anunció que Bin Laden había sido asesinado.

La ejecución

La versión oficial dice que una vez descubierta la guarida de Bin Laden, Estados Unidos decidió lanzar una operación sin informar a las autoridades de Pakistán. El escuadrón de Navy Seals, que había entrenando durante meses en una réplica de la casa-búnker de Abbottabad, llegó al edificio esquivando radares (en lo que algunos marines creían que era una misión suicida). Una vez ahí, uno de los helicópteros se accidentó y fue necesario destruirlo. Los infantes de marina tuvieron que combatir a los guardias y familiares de Bin Laden y, cuando finalmente llegaron a la habitación del terrorista, éste trató de ocultarse tras una de sus esposas mientras intentaba alcanzar su AK-47. Los seals no tuvieron otra alternativa que matarlo. Recogieron apuradamente en bolsas de basura documentos, discos duros y todo cuanto pudieron antes de huir en un solo helicóptero (una vez más con tal destreza hollywoodense que las defensas aéreas paquistaníes no pudieron detectarlos).

En su artículo “The Killing of Osama bin Laden”, Seymour Hersh escribe que después de comprar la información del paradero de Bin Laden y comprobar su identidad con una muestra de ADN, el gobierno de Obama determinó que eliminarían a Bin Laden con pleno conocimiento del gobierno paquistaní (en particular de los principales líderes militares del país: los generales Ashfaq Parvez Kayani, jefe del ejército, y Ahmed Shuja Pasha, director general de la agencia de espionaje, ISI) y ofrecerían la versión de que había sido víctima de un ataque con drones en el Hindú Kush. Sin embargo, el accidente de uno de los helicópteros y el hecho de que tendrían que destruirlo y dejarlo ahí los obligó a crear una nueva versión de los hechos. Los infantes de marina nunca trataron de capturar a Bin Laden, sino que las órdenes desde el principio eran de eliminarlo, por eso le dispararon a la cara (una de las pocas cosas en las que están de acuerdo los dos seals que han escrito libros testimoniales de este operativo), pues lo que menos querían era que pudiera algún día dar su versión de los hechos. No hubo batallas para acceder al edificio, tampoco llevaban a un experto en espionaje para seleccionar documentos y materiales, por lo que no pudo haber un verdadero trabajo de inteligencia.

El entierro

El gobierno estadunidense dice que una vez comprobada la identidad de Bin Laden, su cuerpo fue respetuosamente preparado para un funeral en el mar, desde el Portaaviones Carl Vinson. Todos los documentos relacionados con esta operación fueron clasificados.

Los informantes de Hersh dicen que el cuerpo de Bin Laden quedó despedazado. Metieron lo que pudieron en una bolsa y la tiraron en las montañas. Si bien los documentos fueron clasificados, la bitácora del Carl Vinson no lo fue y en ella no se registra nada acerca de un funeral en esa fecha. Tampoco hay registro alguno de la presencia de un clérigo musulmán a bordo que hubiera llevado a cabo una ceremonia “respetuosa”.

La biblioteca de Bin Laden

Una semana después de que apareció el artículo de Seymour Hersh, la Office of the Director of National Intelligence estadunidense hizo públicos 409 documentos extraídos de la guarida de Bin Laden, de los cuales sólo 103 habían sido considerados clasificados (la ODNI aseguró que esto no tenía nada que ver con el artículo de Hersh). Ahí había cartas (en una, oportunamente Bin Laden se opone a la creación de un Estado islámico) y solicitudes para ingresar a Al Qaeda. Los medios enfatizaron que la mitad de los libros de la biblioteca de Bin Laden eran teorías conspiratorias. Entre los treinta y seis textos encontrados hay libros, manuales e impresos, y si bien hay un libro sobre los Iluminati y dos de David Ray Griffin, es un disparate considerar conspiratorios libros críticos de la política estadunidense de Noam Chomsky, Bob Woodward, William Blum y John Perkins, entre otros. Curiosamente se incluye una guía breve para entender el islam (¿sería para él?) y, en cambio, no volvieron a mencionar la pornografía que supuestamente encontraron antes. La selección de libros no parece querer demostrar que Bin Laden era un maniático de las conspiraciones, sino más bien un intento por desprestigiar a ciertos autores controvertidos. De cualquier manera, difícilmente podremos saber si esta era verdaderamente la biblioteca de Bin Laden o el producto de una mal inspirada curaduría de la CIA.