Opinión
Ver día anteriorMiércoles 10 de junio de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Del peronismo al kirchnerismo
¿A

qué se parece? Tal es la primera inquietud que en política suscita lo nuevo: la revolución de Villa y Zapata se parecía a la de Hidalgo y Morelos, la rusa a la de Robespierre, el nacionalismo latinoamericano al fascismo europeo, Chávez a los gol­pistas con uniforme, Obama a Luther King, el MAS de Bolivia, la revolución ciudadana de Ecuador y el partido español Podemos al peronismo, y los extraterrestres que llegarán mañana, seguramente, se parecerán a los de la película que vimos ayer.

Lo nuevo desconcierta. Las derechas consultan cartas astrales, las izquierdas desconfían de sus mensajes. Y es que lo nuevo se parece al alacrán: no ataca, pero avisa. Entonces, lo viejo se repliega en aquello de “más vale bueno conocido…”, actitud estática (y reaccionaria), que rechaza lo nuevo con analogías a modo y extrapolaciones intelectuales simplistas, que al ciudadano de a pie tienen sin cuidado.

¿En qué andaba?... Andaba pescando palabras amables frente a los que, abrumados por una situación insostenible, ponen en cuestión derechos políticos duramente conquistados, como el derecho a votar. Y pensando en un texto lacanianísimo (perdón…), que acabo de leer, y que habla del significante vacío del peronismo, y de la adhesión obrera y popular a este movimientoque habría incluido “…un cierto elemento erótico hacia la persona de Evita Perón” (sic).

En época de Evita, los científicos socialesmuy acá eran más honestos. De plano, la trataban de puta. En tanto los de hoy, evitan usar expresiones políticamente incorrectas, que conducen a la desintegración de la familia. Y así se la gastan, sin saber ya qué hacer frente a un movimiento que una y otra vez se ha renovado, y que en octubre próximo cumplirá 70 años de erotismo a todo pulmón.

Significante vacío del peronismo… El ya fallecido gran escritor antiperonista Ernesto Sábato (quien presidió en 1984 la Comisión Nacional de Desaparecidos) reconoció que tras el golpe oligárquico contra Perón (1955), y la aparición de Videla 21 años después, los peronistas encabezaron las nóminas de fusilados, muertos, torturados, desaparecidos.

¿Habrá sido por eso que el significante lleno de las izquierdas bien definidas cerró filas en 1945 con las derechas aupadas por Wa­shington, respaldó críticamente el terrorismo de Estado en 1976, y hoy deplora que el kirchnerismo carezca de ideología?

¿De qué se quejan? Con los gobiernos peronistas y kirchneristas, las izquierdas clasistas argentinas crecieron, consiguiendo lo que nunca en 130 años de su historia: un millón de votos, en un padrón electoral de 30 millones... Eso sí: siempre y cuando el variopinto arco de sus ideologías bien definidas, conserven vivo el milagro de mantenerse unidas.

Va de nuez: ¿fue el terrorismo de Estado consecuencia del significante vacío del peronismo? ¿O fue porque lonuevo de 1945, y con los Kirchner a partir de 2003, el peronismo desencadenaba fuerzas incómodas para el capitalismo global del llamado sistema mundo?

Las juventudes kirchneristas no siguen ciegamente al peronismo de antaño. Por el contrario, se tomaron cinco años para brindar el apoyo militante a Néstor y Cristina. Y así como en su época las juventudes irigoyenistas (tributarias del federalismo nacional y popular) se identifican con las banderas fundacionales del peronismo: justicia social, independencia económica, soberanía política.

Un modo de haber aprendido, luego de muchos años de tenaz despolitización, que los grandes movimientos sociales no surgen de un repollo o de líderes carismáticos que un buen día dicen: hola, chicos, les traigo una propuesta de centro.

¿Que el peronismo ha sido siempre difícil de entender? Bueno. Todo dependerá de cómo nos paramos frente a una dificultad. La ideología del peronismo ha sido la de sus adherentes, y en sus filas nunca hubo lugar para que las hegemonías se disputaran exclusivamente por arriba. Y cuando esto ocurrió en un infausto y breve periodo de su historia, los trabajadores fueron los primeros en rechazar sus pretensiones.

Los pueblos podrán estar jodidos, alienados, confundidos. Mas no al punto de anhelar una vida cotidiana más llevadera, con esas cosas mugrosamente reformistas que el kirchnerismo, impulsó en 12 años de gobierno: empleo estable, subsidios para los desesperados, educación, prestaciones para la salud, democratización de los medios, matrimonio igualitario, salarios justos y pensiones de retiro periódicamente actualizadas, universidades, juicios y condenas a los genocidas, y hasta vacaciones pagas para visitar las montañas, el mar, la capital del país que se ama y habita.

Cosas que a los ideólogos bien definidos, sobran. Decía Carlitos que la única estructura que hay que tener en cuenta es la del hombre como realidad social. Por ello, subestimar la correlación de fuerzas cuando lo nuevo se confronta con lo viejo (y creer así que la conciencia revolucionaria irá de menos a más), equivale a coincidir con las derechas, vivamente interesadas en que el fiel de la balanza se incline en favor de la restauración conservadora.