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Polo Castellanos, fundador de las Brigadas Plásticas, rechaza que el género haya muerto

El muralismo de hoy es colectivo y desde ahí también se milita

Aunque no tiene la visibilidad de la época de Siqueiros, actualmente se propone como espacio del pueblo, afirma el también promotor del MMM

Hay nuevas maneras de practicarlo, a las que se suman las luchas sociales, como las obras de la Hacienda de Cabañas, Guerrero, explica

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La tierra es de quien la trabaja, fuera traidores a la patria, obra monumental realizada durante el primer Encuentro de Muralistas del Sur en defensa de la tierra, en la comisaría municipal y ejidal de Hacienda de Cabañas, Guerrero imágenes en red, cortesía Polo Castellanos
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de junio de 2015, p. 6

En México nunca se ha dejado de hacer muralismo, pese a lo que afirman algunos críticos de arte extranjeros, que incluso aseveran que se trata de una práctica muerta. Mejor que se pongan a investigar, señala Polo Castellanos (DF, 1967), fundador del Movimiento de Muralistas Mexicanos (MMM) y de las Brigadas Plásticas.

El artista recién concluyó su participación en el segundo Encuentro de Muralistas del Sur, que se realizó en Hacienda de Cabañas, Guerrero, y prepara para fin de año el segundo Encuentro de Muralistas de la Montaña, que se llevará a cabo en diversas colonias del Ajusco, en la ciudad de México.

También está por concluir su doctorado en artes visuales con la tesis El muralismo: los imaginarios sociales de la identidad nacional.

Castellanos reconoce, en entrevista con La Jornada, que es cierto que el muralismo no tiene la misma visibilidad que tuvo en la época en la que Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros lo enarbolaron como su propuesta pictórica.

Pero hoy día existe un muralismo que se desarrolla desde abajo: comunitario, colectivo, y desde el cual también se milita. De esta manera, añade, el arte público está sumando esfuerzos, pues el trabajo que hacemos quienes nos dedicamos al muralismo es proponer que el espacio público sea eso, de todos, pues éste pertenece al pueblo, a las comunidades, a los grupos que lo habitan. El arte público debe partir desde ahí.

Con esta idea, Polo ha desarrollado proyectos como el mural que pintaron las internas del penal de Santa Martha Acatitla en los muros de esa institución: “ellas fueron las que hicieron la propuesta artística, mi tarea sólo fue facilitar herramientas de construcción plástica, desde cómo utilizar el color, la figura humana, las técnicas, la perspectiva, sobre todo, propiciar que el discurso saliera de ellas.

“A todas estas maneras de hacer muralismo se están sumando las luchas sociales, porque los muralistas no somos vacas sagradas, también somos ciudadanos con derechos, obligaciones y necesidades.

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Detalle del mural Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno, en la comisaría municipal y ejidal de Hacienda de Cabañas, Guerrero

Incluso me atrevería decir que los artistas somos un grupo vulnerable, pues no tenemos seguridad social, los apoyos son discrecionales y hay violaciones constantes al artículo cuarto constitucional sobre el derecho a la cultura.

Las nuevas dinámicas de distribución del muralismo, detalla Castellanos, van desde la elaboración de paneles transportables, hasta obras efímeras, así como encuentros de artistas como los que organiza el MMM, “donde aprendemos unos de otros y construimos las obras con las comunidades, como en Cabañas, Guerrero, donde los pobladores decidieron que los murales se realizaran, principalmente, en las escuelas. Las obras tuvieron como temática la defensa de la tierra, pero también nos pidieron que se trataran asuntos como la sexualidad y el sida.

“Claro, también el trabajo muralístico que se realiza en ámbitos oficiales, aunque es el menos; ahí están, por ejemplo, los murales de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

“Por desgracia, no faltan los vivillos que quieren hacer negocio y surgen galerías que llaman a esta corriente neomuralismo, entre otras cuestiones que no tienen ni sentido ni justificación.

“El muralismo serio siempre ha sufrido golpes, principalmente desde el Estado o, incluso, desde el vecino país del norte, porque al final se trata de un arte social, político, el cual ahora es participativo, y eso incomoda a muchísimas personas.

Pero ahí está una enorme cantidad de muralismo con contenido social, no sólo en el Distrito Federal y el interior del país, sino en América Latina (Argentina, Chile, Perú, Colombia, Cuba, República Dominicana), obras que además generan identidad, como las que existen en Chiapas, son poderosas imágenes acerca del zapatismo. El muralismo existe, está y seguiremos haciéndolo, concluye el artista.