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Kiev y pro rusos se acusan de violar tregua

Fuertes combates tienen a Donietsk en nueva fase de guerra
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 4 de junio de 2015, p. 28

Moscú.

Aunque las partes implicadas en el conflicto de Ucrania violan con frecuencia la tregua pactada hace cinco meses en Minsk, los combates que sostienen desde esta madrugada las tropas leales al gobierno de Kiev y los destacamentos armados de la llamada República Popular de Donietsk son de tal intensidad que están al borde de derivar en una nueva fase de guerra en toda regla, y por tanto de incrementar el número de víctimas entre la población civil, en la devastada región oriental del vecino país eslavo.

Unos y otros se acusan de haber iniciado los ataques al oeste y noroeste de la ciudad de Donietsk, bastión de los separatistas, pero al margen de quien haya sido –por primera vez desde que los líderes de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania, tras una complicada y ríspida cumbre en la capital bielorrusa, elaboraron una suerte de plan para sentar las bases de un eventual arreglo negociado, que incluía un alto el fuego–, vuelve a utilizarse armamento que, como gesto de buena voluntad, se había replegado de la zona de conflicto.

El epicentro de los actuales combates se ubica en las localidades de Marinka y Krasnogorovka, bajo control del ejército ucranio, que la madrugada de este miércoles intentaron tomar por asalto cerca de mil milicianos separatistas, apoyados por decenas de tanques, carros blindados y artillería pesada, según reportes de las agencias noticiosas.

El ministro ucranio de Defensa, Stepan Poltorak, mandó tropas y armamento de refuerzo y sólo hasta las siete de la noche hoy, a insistencia de la misión de observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, se logró detener las hostilidades.

Circulan cifras contradictorias acerca del número de bajas por ambos lados y algunas fuentes hablan de decenas de muertos y heridos, extremo imposible de comprobar dada la tendencia a distorsionar los hechos como parte de la otra guerra, la informativa, que practican tanto el gobierno de Kiev como los voceros separatistas.

Lo que sí está fuera de toda duda es que la reanudación de los combates es consecuencia de la falta de entendimientos en dos cuestiones claves para avanzar hacia una solución de este conflicto: por un lado, la intención de Kiev de establecer un pleno control sobre la totalidad de la frontera con Rusia, ya que hay cerca de 500 kilómetros fuera de su alcance por donde –asegura el gobierno de Petro Poroshenko– los separatistas reciben no sólo ayuda humanitaria, sino armas y combatientes experimentados en calidad de voluntarios.

Y por el otro, el estatus de la zona que desconoce a las autoridades de Kiev, parte de las regiones de Donietsk y Lugansk, en caso de que finalmente acepte seguir formando parte de Ucrania, así como la celebración ahí de elecciones.

Cerrado de modo oficial por el Kremlin el proyecto de crear Nuevarrusia, con todas las regiones del este y sur con habitantes de origen ruso, los dirigentes separatistas exigen para quedarse dentro de Ucrania plena autonomía, consagrada la descentralización del poder en una nueva Constitución, mientras Kiev sólo está dispuesto a conceder un estatus especial y temporal a esa zona insurgente y exige que las elecciones se celebren bajo la legislación ucrania, según la cual los dirigentes separatistas no pueden ser postulados y son tildados de terroristas.

Parece evidente la necesidad de celebrar otra cumbre cuatripartita al máximo nivel para intentar destrabar este conflicto que amenaza, otra vez, con provocar más derramamiento de sangre.

Sin embargo, hasta ahora sólo sube el tono de la confrontación entre quienes deberían estimular un acuerdo: a la lista de funcionarios que Estados Unidos y la Unión Europea prohíben ingresar en su territorio, tener propiedades y cuentas bancarias, Rusia respondió con reciprocidad y anunció una lista que impide la entrada a 89 funcionarios europeos, similar a la que ya existía respecto de los estadunidenses. La respuesta de Bruselas no se hizo esperar y restringió el acceso del embajador ruso al Parlamento Europeo, lo cual provocó una enfática protesta de la cancillería rusa.

Ucrania tampoco contribuye a rebajar la tensión. Tras conceder por la vía rápida la ciudadanía ucrania al ex presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, Poroshenko nombró a este acérrimo enemigo del presidente ruso, Vladimir Putin, gobernador de la región de Odesa, lo que irritó al Kremlin, al tiempo que ordenó concentrar tropas en la región fronteriza de Rostov para llevar a cabo, conforme a la versión oficial, nuevas maniobras.

Y en este contexto, saturado de todo tipo de rumores alarmistas, el rublo volvió a desplomarse este miércoles respecto del euro y del dólar estadunidense, superando en el primer caso la barrera sicológica de los 60 rublos por unidad de moneda local y los 54 rublos en el caso del billete verde.