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Director: Iván Restrepo
Editora: Laura Angulo
Número Especial mayo junio 2015 No 199

Enturbiando el mar Caribe, las consecuencias de crecer sin planear

Vanessa Francisco
Proyecto Resiliencia del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos
Puerto Morelos, Quintana Roo
Horacio de la Cueva
Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California
Correos electrónicos: [email protected] y [email protected]


Foto: Vanessa Francisco

El turismo de playa en Quintana Roo impulsa el crecimiento de la población humana en el estado. La población del municipio Solidaridad (desde puerto Morelos hasta Tulum) crece a un ritmo anual de 14 por ciento; allí se ubica playa del Carmen donde encontramos el crecimiento más alto del país. La población de Quintana Roo seguirá aumentando en las próximas décadas. Para 2020 contará con 1.8 millones de habitantes.

Este crecimiento urbano acelerado da lugar a problemas como la creación de zonas habitacionales o espacios laborales irregulares y mal planeados, generando un rezago en infraestructura y dotación de servicios básicos (educación, centros de salud, agua potable y alcantarillado, seguridad pública, esparcimiento y cultura) para la población permanente. En consecuencia hay repercusiones negativas económicas, urbanas, sociales y, especialmente, ambientales.

Por ejemplo, se talan selvas y manglares que se rellenan con arena y cascajo para la construcción de viviendas. El efecto de talar la selva es una menor captación de agua por los suelos. La mayoría de estos “desarrollos” urbanos carecen de un sistema de drenaje de aguas negras. Gran parte de las viviendas tienen, cuando mucho, tanques o fosas sépticas que representan un problema creciente de contaminación de las aguas subterráneas.

Geológicamente, la península de Yucatán es muy particular pues el material kárstico o roca caliza que la conforma es sumamente permeable. Esta característica permite la formación de uno de los principales atractivos turísticos de la zona: los cenotes.

El agua de lluvia en la península de Yucatán se cuela y corre por debajo de la superficie formando una red intrincada y mayormente desconocida de ríos subterráneos y cenotes. Muchos de estos ríos “desembocan” en el mar en la proximidad de los arrecifes de coral a través de los llamados “ojos de agua”, fracturas por donde emerge el agua dulce. Otra parte de esta agua se filtra al mar por la playa o se utiliza para el consumo humano.


Colonia de Acropora fragmentada Foto: Alejandro Vega Zepeda

Según la norma oficial mexicana NOM-001-ECOL-1996, las aguas residuales son aquellas de composición variada provenientes de las descargas de usos municipales, industriales, comerciales, de servicios, agrícolas, pecuarios, domésticos (incluyendo fraccionamientos) y en general de cualquier otro uso, así como la mezcla de ellas. De la misma manera que las aguas de lluvia, las aguas residuales se filtran. Pero las residuales crean problemas de salud y de contaminación importantes. La ausencia de un sistema adecuado de recolección y tratamiento de aguas residuales eleva las posibilidades de contaminación del agua potable.

Por otra parte, la descarga de estas aguas sobre los principales atractivos turísticos, como las playas y los arrecifes de coral, pone en riesgo al turismo, el principal motor económico de la región. Los turistas visitan las costas de Quintana Roo atraídos por sus playas, las cuales existen gracias a los arrecifes de coral.

Sin arrecifes no habría arena blanca y tampoco protección de la costa que evite que esta arena sea removida por el oleaje.

Nosotros estamos acabando con los arrecifes; estamos mordiendo la mano que nos da de comer. El turismo, una población flotante pero casi constante, necesita infraestructura hotelera. El turista necesita arribar, transportarse, alojarse, comer, y entretenerse llevándose recuerdos gratos de su estancia. Estas necesidades se traducen en construcción de aeropuertos, hoteles, vialidades, restaurantes, centros comerciales y de entretenimiento.

Al inicio, esta cara de la moneda se da de una forma planeada. Paralelamente se presenta un desarrollo desordenado de infraestructura en donde se establecen los obreros de la construcción, el personal de los hoteles, restaurantes y demás servicios. Estas zonas donde habita la mayoría de la población que trabaja directa o indirectamente con el sector turístico, crecen de manera perimetral y adolecen de planeación o infraestructura. Aumenta el flujo de personas provenientes de otros estados e incluso desde otros países en busca de trabajo, y con ello el crecimiento urbano desordenado.

Debido a la geología de la península, las aguas residuales locales deberían colectarse y llevarse a plantas de tratamiento. Muchos contaminantes de origen industrial presentes en las aguas residuales requieren procesos de tratamiento especializado que las industrias mismas deberían realizar. En general, las plantas de tratamiento remueven una parte de los contaminantes y el agua resultante es reintroducida a un cuerpo de agua u otro ambiente, como terrenos superficiales. O la inyectan al subsuelo para que la naturaleza continúe con el proceso de depuración.

Sin embargo, la naturaleza no es capaz de descomponer rápidamente muchas de las substancias que se le vierten. Si bien la mayoría de los hoteles de la Riviera Maya dicen contar con plantas de tratamiento, en muchos casos su funcionamiento adecuado es incierto. Idealmente, estas plantas deberían ser terciarias; es decir, una vez que la masa biológica es removida (proceso de sedimentación secundaria), el agua tratada es sometida a procesos adicionales de desinfección y filtración.

Para vivir y crecer, los corales necesitan aguas limpias y transparentes con poca materia orgánica en suspensión. Cuando los contaminantes de las aguas residuales llegan al arrecife se acelera el crecimiento de las algas, quienes compiten con los corales por el espacio, desplazándolos.

El desarrollo costero generalmente incrementa la sedimentación que también afecta a los corales. El sedimento puede llegar a asfixiar los corales impidiendo que puedan alimentarse. La reducción de la claridad del agua que conlleva las partículas en suspensión afecta el crecimiento de los corales. La contaminación y la sedimentación hacen que los corales sean más vulnerables a invasiones y enfermedades; algunos contaminantes presentes en el agua, como los plaguicidas, pueden impedir que los corales crezcan y se reproduzcan.

Cuando los corales mueren, el arrecife se alisa y erosiona por acción de las olas y corrientes, perdiendo su capacidad de proteger la costa. Otra consecuencia es la reducción del número de refugios disponibles para muchos organismos. Se altera la complicada y delicada red alimentaria, se reduce la diversidad de peces y otros organismos que habitan en el arrecife. En consecuencia se ven afectadas las pesquerías locales. Estas pesquerías sustentan parte de las necesidades de consumo de alimento de turistas y residentes.

Los arrecifes son ecosistemas resilientes, tienen la capacidad de recuperarse luego de ser perturbados tras un evento como el paso de un huracán. Si la salud del arrecife se ve afectada por la contaminación, se reduce su resiliencia siendo más difícil que pueda recuperarse de huracanes y tormentas a los que evolutivamente están adaptados.

Ante el riesgo de contaminación del agua de consumo humano y el que corren por contaminación los arrecifes y los servicios que nos brindan (protección de la costa, alimentación, recreación, etc.) se vuelve imperativo resolver el problema de las aguas residuales en los centros habitacionales de la entidad.

Se sabe que las participaciones federales se asignan a los municipios según el número de habitantes. La tasa de migración del estado genera un desfase entre la población real y la censada. Es necesario que este desfase sea tomado en cuenta a la hora de acordar las participaciones, presupuestado de acuerdo a las tasas de crecimiento. Y además, que se asignen recursos extraordinarios para generar y mantener un sistema de recolección y tratamiento adecuado de las aguas residuales domésticas e industriales en Quintana Roo.

Si queremos preservar los atractivos turísticos de la región debemos incorporar este tema y otros más relacionados con la sustentabilidad como parte de la planeación urbana.

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