La vida del cuerpo humano
es el velo de la tierra

Un nuevo texto del sabio yoreme Alfredo Osuna, del
Consejo de Ancianos de la Tribu Mayo-Yoreme de
Cohuirimpo, Sonora. Una vez más entrega en
Ojarasca su palabra filosa y voladora.


Ulama de cadera, Sinaloa. Foto: Francisco Palma

ALFREDO OSUNA

El cuerpo y la fuerza son las dos œnicas inversiones en que debe radicar el procedimiento de la persona que busca los intereses de su nación. Que se muestre como debe ser: que en las cosas pequeñas se muestre como debe de ser –como un muchacho con espíritu de futuro líder, con una voluntad desarrollada.

El mejoramiento humano viene de lo espiritual que refleja. De la escritura de su espiritualidad. El talento se forma en las dificultades y situaciones tormentosas de lo humano. La educación, más que la naturaleza, es causa de la notable diferencia de caracteres que ocurren.

Un libro puede ser objeto de investigación criminal. Lo ridículo solventa los problemas más añejos en forma más “efectiva” que cuando se actœa con la verdad. Aquel propio procedimiento es de dudosa letra, porque la persona quiere ser la primera en cargos y funciones.

El ser humano no es el creador de la vida. Más bien vemos al final nuestro propio camino. La vida del cuerpo humano es el velo de la Tierra.

Y todo libro que ha sido echado a la lumbre iluminará al mundo.

La naturaleza es quien calma tu sed con el inagotable néctar de tu pensamiento, que es tu sabiduría como ser humano. Si logras mostrarle a una persona lo bueno pones tu palabra en la verdad. La gente cree sólo lo que mira. Deja que vean tus obras buenas. Es mejor aclarar que callar. Haz todo bien con rectitud. Tanto que hay por hacer y tan poco hecho. Durar no puede ni tener belleza. Deja que el tiempo pasado entierre a sus muertos. Actúa en el presente. En todo lo que es verdadero. Es de buen nombre: hay orientación en estos pensares, imítalos.

Las honestas palabras del que las pronuncia o las escribe, ennoblecen al ser humano y estimulan a la humanidad. Una persona puede compararse con la obra maestra de la naturaleza. El cielo nos da a los familiares: gracias al cielo que podemos escoger las amistades. Vienen se quedan y se van. Como la sombra de la vida. Es la naturaleza. Es la notable diferencia de sus ellos que observa en cada ser humano.

La mayor imagen del mundo es la de aquel ser humano que no se vende, ni se compra. Seres humanos que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas: que se mantengan de parte de la justicia. En los astros. Y de todo de lo que está sobre la tierra.

Dicho cuerpo refleja el común: revela el alma. En los humanos. Sólo se encuentra dentro de nosotros mismos la poderosa verdad de nuestra vida. Una de las fuerzas más grandes que existen en el mundo. Y en sus rasgos más nobles se refleja la naturaleza humana. En toda su grandeza. Y nos muestra lo favorable: la armonía y el orden en la tierra.

Éstos son la verdad que da la independencia y el común que da la libertad. Pero quieren pensamientos verdaderos para que puedan estar en sus razones y proceder en la justicia. Ser hombres conscientes que piensen en lo propio de sus intereses con la mejor manera y respeto. Humanos que trabajan la propiedad de sus actos en toda su vida, con el consentimiento geológico: sujetos a cualquier cambio-aviso. Controlando y formulando y refinando el bien. Perfeccionando la virtud. En un movimiento y no en una condición. La civilización existe con el consentimiento del cuerpo de la naturaleza. Y siempre es amanecer en alguna parte del mundo.

Nada es completamente puro en el mundo. Porque su fundamento es un procedimiento propio. En todas las condiciones hay existencia humana. Y en todas las cosas del mundo. En el balance se encuentran cosas malas y buenas. No engañes: el creador no puede ser burlado: que todo lo que el hombre siembra, recoge. Eso también ciega.

Los viejos consejos fueron enseñados por el cuerpo de la naturaleza que es la vida: se profundizan en la conciencia. Iluminando el cuerpo del pensamiento pasan a iluminar el espíritu. Y lo dirigen con su luminosa palabra en la verdad. La que guía por el camino directo en el alimento espiritual y la luz que nunca se agota. Es necesaria la sobrevivencia de ser recto en la vida. Que no sea de aquellas personas que no caminan con su palabra en la verdad ni enseñan con su conducto. Tenemos que ser como la naturaleza funcionando de acuerdo con sus reglamentos y su obra dando un ejemplo. Ejecutándole la sentencia al árbol. De por vida. Sobre la tierra. Dando su fruto (tras del que camina el ser humano).

La palabra en la verdad ejecuta por el camino de la felicidad. Y los ocupados hablan la verdad. Pero el futuro sobresale en el que escucha. Ésa es buena orientación. Leer buenas palabras. Y hablar palabras razonables que den prueba de ser hombres y mujeres conscientes. Porque el que entiende habla cuando la necesidad demanda. (Con palabra medida y correspondida a la necesidad. Producida por el cuerpo de la naturaleza madre de la humanidad.) Que la verdad ejecuta por el camino de la felicidad. Directa a la naturaleza.

Y convoca a la humanidad para hacerle corresponder. Hay que hacer todo bien en la razón directa

Si sueñas con ser aprobado por la disposición recibirás una llamada “felicidad de la vida”. El éxito nos mostrará a un lado del imperialismo. Pero la verdad nos trae por la dirección directa.

Está el maestro: nuestro mejor amigo, en quien encontramos siempre algo que no nos disgusta. Porque pone la palabra en razón directa. No pone su palabra en la mentira. Se necesita más la mano que la lengua.

La cortesía es una cualidad muy buena si está controlada por el sentido común. La vida no es demasiado corta como para no poner en práctica las reglas de la verdad. No cuesta nada y gana mucho. Ser todos de un mismo corazón. Compasivos. Considerándonos como hermanos. En la nobleza. Para mantener nuestra dignidad hay que hacerlo de buen humor. Ignorando a aquellos que te critican. Sabiendo que en ese caso la honestidad y la virtud son perfectas. Porque no dejarás mi alma en el sepulcro: ni permitirás que tus ojos acepten corrupción.