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Penultimátum

Centenario de Orson Welles

L

a noche del domingo 30 de octubre de 1938, una voz sombría entró por medio de la radio a millones de hogares de Estados Unidos. Esa voz interrumpía la programación habitual de la cadena de estaciones que por todo el país tenía la entonces poderosa Columbia Broadcasting. El motivo no era nada menor: informar a los radioescuchas que los marcianos habían aterrizado en suelo estadunidese y arrasaban con toda la resistencia que se oponía a su demoledor avance por todo ese país. Las escenas de pánico por la invasión de seres de otro planeta no se hicieron esperar.

No había tal invasión. Sólo era parte de un radioteatro inspirado en La guerra de los mundos, de H.G. Wells. Lo conducía un joven actor del que el miércoles pasado se cumplieron 100 años de su nacimiento: Orson Welles. No era un desconocido, pues meses antes de hacer creer a sus oyentes que seres de otro mundo llegaban a la Tierra, la revista Time le dedicaba la portada y una elogiosa nota sobre su trabajo de dramaturgo y actor radiofónico. Tenía apenas 23 años.

El escándalo que suscitó la transmisión de la invasión marciana le abrió las puertas en Hollywood por medio de la RKO, productora que le dio plena libertad para filmar en 1941 la que sería su película más famosa, El ciudadano Kane, donde ridiculizó al siniestro magnate de la prensa estadunidense William Randolph Hearst. Sus periódicos se negaron a incluir anuncios y comentarios de esa película, que fue un fracaso en taquilla. Los columnistas al servicio de Hearst denigraron al joven director y nadie en la Academia encargada de elegir las películas merecedoras de los Óscares se atrevió a nominarla en cualquier categoría.

En los documentales y fotos que dan cuenta del glamoroso estreno  de El ciudadano Kane en Nueva York se puede ver a un Welles que irradia felicidad acompañado de la esplendorosa figura de quien era su compañera sentimental. Y también en su tarea creadora: Dolores del Río, la actriz mexicana más importante que ha pasado por Hollywood.

A partir de entonces, Welles se ocupó de múltiples proyectos en cine y radio, no sin antes terminar su relación con la RKO, que le censuró varias películas y proyectos por radicales. Además, le creó fama de difícil. Sin embargo, Welles demostró su talento y su profesionalismo en otras películas clásicas: El extraño, La dama de Shanghai, Macbeth, Mr. Arkadin, Otelo, El tercer hombre, Campanadas a media noche, Sed de mal, El proceso, y el documental Fraude. Nunca terminó Don Quijote, su gran proyecto.

Participó activamente en favor de la causa republicana y siempre rechazó la dictadura franquista. Pero en España se sintió tan feliz como en Estados Unidos. Orson Welles murió el 10 de octubre de 1985 en su casa de Los Ángeles, pero los ciudadanos Kane siguen vivos.