Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 19 de abril de 2015 Num: 1050

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El doble según
Edmundo Valadés

Luis Guillermo Ibarra

Las sagas islandesas: la
segunda piel de Islandia

Ánxela Romero-Astvaldsson

Juan Antonio Masoliver,
un heterodoxo contemporáneo

José María Espinasa

El neoliberalismo
como antihumanismo

Renzo D´Alessandro entrevista
con Raúl Vera

La Venecia de hoy
Iván Bojar

Leer

Columnas:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Los frutos de los frutos

Angélica Íñiguez


Mujeres de danza combativa,
Frutos de mujer. Las mujeres en la danza escénica,

Margarita Tortajada,
INBA/Conaculta,
México, 2014.

Frutos de mujer. Las mujeres en la danza escénica y Mujeres de danza combativa, ambos libros de Margarita Tortajada, que reeditó el Instituto Nacional de Bellas Artes recientemente, tienen múltiples lecturas posibles. Describo tres que me cautivaron como lectora-investigadora.

Ambos títulos conforman una historia universal y nacional de la danza desde la perspectiva de género, tema en el que Tortajada es pionera, lo que resulta en un abordaje original, pues da voz a quienes antes no la tuvieron ‒por ejemplo, en Mujeres de danza combativa, a las creadoras de la danza moderna mexicana.En términos de Peter Burke: “Es una historia escrita como reacción deliberada contra el paradigma tradicional”, ése que ha supuesto que existe una sola manera de abordar el pasado y que se limita a ser una narración de acontecimientos “desde arriba”, “mientras que la nueva historia ‒como la que nos ofrece Margarita‒ se dedica además al análisis de estructuras”. Es, en todo caso, una nueva historia que se cocina con ingredientes múltiples, elegidos por la doble posición de la autora, como bailarina y como investigadora.

La perspectiva de género de este recorrido histórico aporta elementos que permiten tener una visión más crítica de lo que sucede con la danza en la actualidad. En Frutos de mujer, la autora nos cuenta que en tiempos de Nellie y Gloria Campobello y la fundación del Ballet de la Ciudad de México, y debido a la escasez de bailarines varones, éstos recibían un trato especial tanto en la end como en la compañía. Las mujeres debían cursar sus estudios formal y puntualmente en la escuela, pero a los hombres se les permitía ser sólo bailarines e incluso graduarse sin haber sido alumnos regulares.

En mi experiencia de varios años como estudiante intermitente de ballet clásico y como bailarina de danza contemporánea, he visto y vivido exactamente lo mismo: los varones, al ser escasos, son generalmente mejor tratados y, con tal de que bailen, son liberados de los reglamentos. Incluso las exigencias de peso y figura corporales quedan, para ellos, en un segundo término; maestras, maestros, coreógrafas y coreógrafos prefieren hacerse de la vista gorda antes que perder a un varón- macho-del sexo masculino, como suelen decir. No así para las mujeres, pues para ellas –para nosotras– las reglas aplican con severidad, aun cuando otro de los dichos tapatíos en las academias particulares de ballet –que son las únicas formadoras de bailarines– asegura que la que paga es buena.

En una segunda lectura, Frutos de mujer… y Mujeres de danza combativa son potenciales lecciones de metodología, pues al transparentar su estructura, permiten que los lectores jóvenes investigadores nos familiaricemos con la composición, de manera parecida a lo que ocurre con los cinéfilos que muy frecuentemente pasan de su condición de espectadores a la de creadores audiovisuales, porque las piezas de sentido y forma encajan tan bien que la frontera entre ellas queda fuera de foco. Lo potencial se activa con la capacidad de puesta en práctica del lector que se acerque a los textos de Tortajada.

Desde mi punto de vista, lo que hace posible que el espectador acceda a las dos cuestiones anteriores –y esta es mi tercera lectura–, es la capacidad de la autora para volver accesibles las complejidades que aborda, no sólo mediante un lenguaje preciso, pero sencillo y sin artificios, sino por la elección de lo narrado. Y es que a todos nos gusta que nos cuenten historias, que nos pongan al día en el chisme –más allá de la investidura otorgada por la academia, los investigadores son chismosos profesionales, que componen y recomponen los teléfonos descompuestos que con gusto contestarán los lectores, otros chismosos de gran oficio. Pero Margarita en eso es muy cuidadosa y aporta, como diría el poeta Jaime Sabines, la dosis precisa y controlada de chisme. Así, saber que durante su invento, en la postrevolución francesa el Papa censuró el color carne en las mallas e impuso que fueran azules, o que Nellie Campobello aseguraba tener sangre comanche a la vez que hay evidencias de su doble discurso racista y nacionalista, o enterarse de chismes de camerino, es fundamental para generar un estado de distensión en lectoras y lectores, lo que facilita el acceso a la obra que, por supuesto, es fuente obligada de consulta.

Cuando leo Mujeres de danza combativa y Frutos de mujer puedo escuchar la voz de Margarita, como en los cursos de Historia de la Danza que organizamos en Guadalajara entre 2009 y 2012 –y que en sus últimas ediciones tuvieron más audiencia incluso que los talleres de técnicas corporales, cosa poco frecuente en la danza‒, donde el estudio se vuelve divertido y el suspenso insoportable, por lo que las ansias de saber se acrecientan.

El trabajo de Margarita Tortajada ha tenido repercusión en Guadalajara, donde la historiadora Sureya Hernández emprendió un análisis historiográfico sobre su obra, en el que considera que Tortajada “ha allanado un camino sinuoso en la investigación de la historia de la danza, con un entramado de memorias de personajes que se entrecruzan en sus textos, en tinta impresa sobre el papel que contiene el recuerdo de coreografías, técnicas, formas dancísticas y fenómenos escénicos, así como también el de amistades y enemistades, de viajes y rebeldía, de disciplina y el sudor causado por el esfuerzo en la escena, en el salón de clases… en la vida que pulsa movida por la danza”.

Yo misma he tomado como modelo la estructura de Mujeres de danza combativa para presentar a diez personajes pioneros de la danza escénica en Guadalajara cuyo trabajo es un legado nacional (Íñiguez, 2012). Y me produce auténtica felicidad encontrar en los libros de Margarita datos que se vinculan con mis hallazgos sobre sucesos de la danza tapatía, lo que permite ir tejiendo en el país una historia de la danza cada vez más amplia y diversa.

A los cursos de Margarita en Guadalajara han asistido historiadores, lingüistas, bailarines y estudiantes de danza, para quienes sus investigaciones son referente, por lo que, con suerte, veremos en el futuro cercano nuevos frutos de los frutos. Y para que esta polinización siga su curso, resulta esencial la reedición de estos dos títulos.


Para conocer al vecino

Andrea Tirado


Aprendizajes del estudio de Estados Unidos,
Luis Maira,
Centro de Investigación y Docencia Económicas, AC,
México, 2014.

Una selección de dieciséis ensayos escritos por Luis Maira entre 1975 y 2010, publicada por el cide (Centro de Investigación y Docencia Económicas), es apenas la carta de presentación de un profundo estudio sobre Estados Unidos de América. Aprendizajes del estudio de Estados Unidos surge de la voluntad de relanzar el estudio sobre Estados Unidos a partir de la consolidación de un equipo creado precisamente con ese propósito. Este es el segundo volumen, resultado del trabajo del grupo y de sus reuniones.

La obra se divide en dos partes: la primera se concentra principalmente en Estados Unidos, y en ella el autor traza un recorrido que parte de la construcción del sistema político estadunidense y de su posición en el mundo. Una vez expuestas las premisas y el contexto necesario para entender cómo se construye la política de un país como Estados Unidos, el autor arriba a su segunda parte, la cual es de mayor interés para nuestra región, ya que aborda el impacto de esa política en América Latina.

El estudio de Maira sobre Estados Unidos no se extravía en la historia; su metodología es de tal manera precisa, que proporciona las claves para entender cómo Estados Unidos ha logrado posicionarse como potencia mundial. Maira sostiene que, desde el inicio, Estados Unidos ha sido un país que ha conocido un solo modo de producción: el capitalista, y una sola forma de organización política: la democrática-liberal. Al mismo tiempo, adoptó una posición de “aislacionismo internacional”, la cual lo sustrajo de conflictos europeos, permitiéndole consolidarse como un Estado con alcance continental. Esto queda expuesto ante el mundo, sin lugar a dudas, al término de la segunda guerra mundial, al emerger como la primera potencia en el sistema internacional, lo que le conduce a la confrontación con la Unión Soviética, cuya consecuencia mundial fue la Guerra fría y un escenario internacional enteramente bilateral.

Con el colapso de la Unión Soviética, el escenario mundial se modifica nuevamente y Estados Unidos aparece como la superpotencia hegemónica. Sin embargo, las nuevas condiciones apuntan a un mundo multipolar donde la hegemonía estadunidense queda un tanto en entredicho. En efecto, el número de actores en el escenario mundial, sean Estados nacionales u organismos internacionales, ha crecido, conformando un reacomodo de influencias. De los cincuenta y un países que fundaron la onu, se ha llegado a casi doscientos, algunos de ellos resultado de la desintegración del bloque socialista, por ejemplo los Estados resultantes de la desaparición de la antigua Yugoslavia.

El autor analiza los distintos escenarios internacionales que han tenido lugar desde los años setenta, desde el fin de la Guerra fría y hasta el 11 de septiembre, así como el proceso de formación de las políticas exteriores, notablemente las de los países industrializados. Su análisis se debe a que existe la firme convicción de que dichas cuestiones son asuntos que afectan directamente la capacidad internacional de América Latina. Se constata que en los años en que el académico y diplomático chileno escribió sus ensayos no existía en español ninguna o suficiente literatura sobre estos temas. Realizar este esfuerzo de conocimiento desde una óptica latinoamericana constituiría un ejercicio de gran valor, incluso para un mejor manejo de la estrategia internacional de los gobiernos latinoamericanos. Para tener un mayor conocimiento del escenario global, los países latinoamericanos pueden trabajar en función de las tendencias dentro del sistema internacional.

El autor propone cinco factores cruciales que parecen ser básicos para el seguimiento permanente del proceso de formación de la política exterior estadunidense hacia América Latina. Maira propone llamarlos “claves”, como si se tratase de alguna combinación que se tuviera que descubrir. Algunas de estas claves son: considerar erróneamente la política exterior de Estados Unidos con un grado de coherencia y armonía, pues es la suma de una colección de políticas exteriores especializadas, entre las cuales muchas veces no existe armonía sino conflicto. Otra clave es que las decisiones de política exterior tienen diversos alcances en cuanto a su vigencia espacial. Algunas son de alcance global, otras regional, subregional y bilateral. Finalmente, quizás una de las claves más importantes es advertir que los dos grandes partidos de Estados Unidos (Republicano y Demócrata), parten de supuestos diferentes e incorporan en su manejo a segmentos distintos de la élite estadunidense.

Cada partido tiene aproximaciones diferentes respecto a América Latina. El autor ejemplifica la ideología de cada partido. Primero con Jimmy Carter y posteriormente con Ronald Reagan; explica por igual las consecuencias que ambas estrategias políticas tienen para los países latinoamericanos. A grandes rasgos –y para no restar el interés por la lectura del libro–, se dirá solamente que la principal diferencia entre ambos es que mientras los demócratas insisten en la necesidad de tener intercambios equitativos con América Latina, los republicanos se han interesado en ella debido a que, en dicha zona, se podrían impulsar con mayor facilidad y menores riesgos acciones destinadas a nulificar a la Unión Soviética, y que el gobierno de Washington asumía una nueva actitud para asegurar un balance mundial de fuerzas favorable a Estados Unidos. (Recuérdese que esto era así durante la época en la que Maira redactó sus ensayos).

La ventaja del libro es que está compuesto por diferentes ensayos independientes que también se pueden leer por separado y en el orden que se desee. Por ello, se sugiere concluir con el ensayo sobre los atentados del 11 de septiembre que, aunque no sea el final de la obra de Maira, es el último en orden cronológico (2010).

La importancia de los hechos del 11 de septiembre es resaltar que la naturaleza de los conflictos actuales ha cambiado; hoy en día tienen que ver con factores de carácter religioso, según Maira. Por primera vez, el Estado más poderoso del mundo empieza a vivir una realidad de inquietud que nunca había conocido. Tras el 11 de septiembre se produce un gran cambio. Estados Unidos se da cuenta de que no puede actuar como un “gendarme global autónomo”, como lo hizo en la segunda guerra mundial e inicios de la Guerra fría. Para el autor, con el fin de lograr una acción eficaz, Estados Unidos tiene que coordinarse con otros actores, como la onu. Después de los atentados del 11 de septiembre, el mundo se confrontó con un nuevo escenario internacional. El escenario actual es un derivado de estos hechos.

Así, lo interesante es percibir cómo Maira rescata lo más esencial de la política exterior estadunidense en su segunda parte, con el propósito de ver cómo afecta a América Latina. El académico propone incluso ciertas recomendaciones o correcciones sobre la lectura de la política exterior de Estados Unidos.

Maira quiso dar cuenta del esfuerzo mexicano que se ha hecho por estudiar lo ocurrido en Estados Unidos en el último cuarto de siglo. Sin embargo, este libro se presenta en dos dimensiones: como un descubrimiento para neófitos en el tema estadunidense, y como una invitación para que investigadores continúen con la labor que se realiza en el cide. A través de los distintos ensayos se revela lo indispensable que resulta el impulsar el quehacer académico dentro de este campo, con el fin de servir a los mejores intereses internacionales de México. Es, en suma, una sugerente invitación al estudio de Estados Unidos y a la lectura de la reflexión de un académico, quien vivió en México y también se desempeñó como diplomático.



Voz viva de México

Llegaron a esta redacción los números 24, 26 y 124 de la célebre colección que la unam edita desde hace ya muchos años: Obra reunida, del querido cocodrilo Efraín Huerta, El luto humano (fragmentos) del entrañable José Revueltas, y No para mucho tiempo, del amigo y colaborador de estas páginas Marco Antonio Campos.

Para no caer en los inevitables lugares comunes a la hora de hacer una ponderación –a estas alturas más que innecesaria, por supuesto– respecto del valor de la obra de los autores, sobre todo de los dos primeros, coméntese aquí solamente que, en el primer caso, la selección de la poesía huertiana viene precedida por una presentación a cargo de José Emilio y Cristina Pacheco; que en el segundo, es Eduardo Lizalde quien hace los honores –o tiene el honor, según se vea–, y que en el tercero dicha presentación corre a cargo de Hugo Gutiérrez Vega, director de estas páginas.

Por supuesto, en los tres casos el valor más alto consiste en la posibilidad de apreciar una obra, así sea fragmentariamente, en la voz del propio autor.