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Para abajo, otra vez

EPN-Videgaray: 3-0

Seis tristes inquilinos

P

or tercer año consecutivo la meta oficial de crecimiento económico se fue al caño. El machacón discurso de las reformas como tabla de salvación nacional no trascendió la propaganda, porque la realidad se encargó de ello: en 2013 tal estimación se desplomó, en 2014 se hundió y en 2015 va que vuela para acabar en el mismo sitio que en el par de años citados.

Con las reformas, se ha repetido hasta el cansancio, México despegaría y al finalizar el sexenio peñanietista la economía reportaría una tasa anual promedio de crecimiento económico de 5 por ciento. En la primera mitad del gobierno que salva al país tal promedio anual, en el mejor de los casos, llegaría a 2 por ciento, de tal suerte que resulta enorme el trayecto para cumplir el citado compromiso.

Así es. Para que ello sucediera, en la segunda mitad del sexenio peñanietista la economía nacional debería reportar un incremento anual no menor a 8 por ciento, para que a la hora de los promedios la tasa anual alcanzara el 5 por ciento ofrecido.

Sin ánimo masoquista, la economía mexicana no registra un crecimiento de 8 por ciento desde 1981, es decir, 34 años atrás, y en más de tres décadas y pico de neoliberalismo ni lejanamente se ha alcanzado una cota similar. Entonces, ¿alguien cree seriamente que con Peña Nieto en Los Pinos y Luis Videgaray a su lado (o al revés) la economía autóctona logrará crecer 8 por ciento anual en la segunda mitad sexenal para cumplir el compromiso de campaña?

Como sucedió en el par de años anteriores, desde que arrancó este 2015 las tijeras comenzaron a trabajar, y los organismos internacionales, los especialistas consultados por el Banco de México, éste mismo, las instancias académicas y demás, recortaron la proyección oficial en materia de crecimiento económico, y lo seguirán haciendo a lo largo del presente año. ¿En cuánto quedará, si es que algo queda?

También como sucedió en 2013 y 2014, en este joven cuan zarandeado 2015 más tardó el ministro en anunciar dicha estimación que todos los demás en recortarla, incluso antes del tijeretazo presupuestal anunciado por su eminencia el 30 de enero pasado. Vamos, el susodicho es tan eficiente que se adelantó un año y ya anunció el primer recorte de 2016.

Entre lo más reciente aparece la decisión de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la Cepal, de recortar a 3 por ciento su previsión sobre el crecimiento económico mexicano para 2015. Es su primera reconsideración del año; le faltan tres, y cada una de ellas será menor.

Nada raro sería que el adelantado ministro del (d)año salga a presumir que la economía mexicana crecerá más que toda América Latina y por arriba de las naciones desarrolladas, aunque en los hechos la propia Cepal lo desmienta, ahora como en los dos años previos.

En la más reciente reconsideración del citado organismo, la economía mexicana aparece ubicada en el escalón número 11 en el contexto latinoamericano, posición que comparte con otras cuatro naciones de la región.

Hasta ahora, siempre de acuerdo con la Cepal, en 2015 los ganadores latinoamericanos en materia de crecimiento económico son Panamá, con una tasa de 6 por ciento (este hermoso país crece a tasas similares a las que México registró más de tres décadas atrás); Bolivia, República Dominicana y Nicaragua, con 5 por ciento cada uno; Paraguay y Perú, 4.2 por ciento en cada caso; Guatemala, 4 por ciento; Colombia, 3.6 por ciento; Ecuador, 3.5 por ciento, y Costa Rica. 3.4 por ciento.

Después se ubica México, junto con Chile, Uruguay, Cuba y Honduras, cada uno de ellos con 3 por ciento. Lo que sí puede presumir el ministro es que, por fin, la economía mexicana crecería más que la haitiana, aunque no mucho, porque la isla caribeña avanzaría 2.5 por ciento.

Los grandes perdedores latinoamericanos serían Argentina, con cero por ciento; Brasil, con un descenso de 0.9 por ciento; y Venezuela, con una caída de 3.5 por ciento.

Para el caso mexicano, de concretarse la proyección de la Cepal, Enrique Peña Nieto cerraría la mitad de su sexenio con una tasa anual promedio de 2.1 por ciento, en el mejor de los casos, de tal suerte que su promesa de campaña terminaría en donde la mayoría de ellas: en el bote de los discursos.

Como se ha mencionado en este espacio, durante el periodo neoliberal mexicano la economía ha ido de mal a muchísimo peor, y en los últimos treinta años y pico ha registrado un crecimiento tres veces menor al observado antes de la modernización nacional. Si cada uno de los seis inquilinos de Los Pinos involucrados en dicho periodo hubiera cumplido con lo prometido, la economía mexicana registraría una tasa anual promedio de crecimiento de 5.7 por ciento.

Desde luego que todos incumplieron con lo prometido: Miguel de la Madrid garantizó un crecimiento anual de 5.5 por ciento, pero a duras penas libró 0.34 por ciento; Carlos Salinas de Gortari ofreció 6 por ciento anual, pero sólo concretó 3.9; Ernesto Zedillo aseguró que cuando menos llegaría a 5 por ciento, aunque no pasó de 3.5; Vicente Fox juró y perjuró que sería de 7 por ciento anual, pero de milagro reportó 2.2 por ciento, y Felipe Calderón prometió 5 por ciento anual y en los hechos milagrosamente promedió 1.8 por ciento. Enrique Peña Nieto comprometió 5 por ciento y en su primer bienio en Los Pinos milagrosamente alcanzó 1.75 por ciento, incluidas las reformas que México necesita.

En el recuento de los daños, lo de menos son las promesas y los excesos verbales de los seis jinetes citados, y el ridículo que han hecho durante su estancia en Los Pinos, de no ser porque entre las patas se han llevado a millones de mexicanos. Y destrozo tras destrozo, los seis, cada cual en su momento, aseguraron que vamos por el camino correcto. ¿Hasta cuándo, pues, porque el país ya no estira ni sus habitantes aguantan?

Las rebanadas del pastel

Por cierto, dice el Financial Times que las promesas del presidente Enrique Peña Nieto de alcanzar un crecimiento económico de 5 por ciento al término de la actual administración se han venido abajo con estruendo. Tiene razón, desde luego, pero en su balance dejó fuera a los cinco inquilinos de Los Pinos anteriores a EPN: todos incumplieron estruendosamente y de pasadita destrozaron el bienestar de los mexicanos. Y si cada uno de ellos no dejó peor tiradero es porque se le acabó el sexenio… Y ahora con ustedes, minusvalías (léase pérdidas) adicionales a su ahorro.

Twitter: @cafevega