Opinión
Ver día anteriorViernes 3 de abril de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Economía Moral

Elecciones, momento de reflexión sobre lo que se debe hacer en el país /II

Tenemos que aceptar creciente ruptura entre inversión/crecimiento y empleo

Foto
E

n el volumen 11, Empleo digno, distribución del ingreso y bienestar de la colección Análisis estratégico para el desarrollo, del Consejo Nacional de Universitarios, coordinada por José Luis Calva, se analizan y se hacen propuestas sobre dos conjuntos temáticos: el de políticas sociales, bienestar y lucha contra la pobreza, que abordé en la entrega del 27/3/15 y el de empleo, salarios y relaciones laborales que hoy abordo. Los objetivos planteados por Calva y Salazar sobre empleo digno y por Galhardi sobre empleo decente en sus respectivos capítulos, se vuelven todavía más inalcanzables con la reciente reforma laboral (que el libro no refleja), por lo cual lo primero que se debe hacer es revertir, en mi opinión y en la de muchos, la reforma laboral aprobada en 2012, que nulifica los derechos de los trabajadores e institucionaliza las formas de explotación salvaje del trabajo y formular una nueva Ley Federal del Trabajo que impulse la democratización de los sindicatos, elimine los sindicatos blancos o patronales, e institucionalice el derecho de los trabajadores a participar en las ganancias de productividad obtenidas por las empresas. Esto sería una parte de lo que Graciela Bensusán (en una nota reciente, posterior a su capítulo en el volumen) ha señalado como la necesidad de crear las condiciones institucionales y la política laboral adecuadas para devolver a los trabajadores los derechos colectivos que les han sido expropiados, reconstruir el estado de derecho en el mundo del trabajo, y crear nuevos mecanismos de expresión y resolución de los conflictos redistributivos, que podrían emerger al garantizarse la libertad en este ámbito. Ella considera que sólo así se podrá dejar atrás la simulación dominante en la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos y las Juntas de Conciliación y Arbitraje, y la corrupción que hoy caracteriza a la gran mayoría de los líderes sindicales.

Calva y Salazar argumentan, con buenas razones, que el aumento de los salarios reales no es un obstáculo para la competitividad internacional y para la creación de empleos. Por tanto, las propuestas de aumentar salarios y de hacer crecer el empleo no son contradictorias, entre otras razones porque los salarios más altos amplían el mercado interno y estimulan el crecimiento. Así, parecen viables las propuestas de Arroyo, en su capítulo, de aumentar los salarios (para recuperar los valores históricamente alcanzados y la norma constitucional) con tres criterios: 1) promedio de la inflación observada en el año que termina y la esperada en el que comienza; 2) el promedio de los aumentos de la productividad media nacional, del Estado, de la rama, de las medianas empresas y de la empresa específica; y 3) un porcentaje de aumento fijado como política de Estado.

Sin embargo, una perspectiva sobre el empleo no adoptada en el volumen, que urge debatir y asumir sus consecuencias, es que la relación causal entre crecimiento de la inversión y del producto, por un lado, y crecimiento del empleo por el otro, que está en nuestras mentes como paradigma inamovible, está perdiendo su validez cada día más como consecuencia de la automatización creciente de las actividades productivas. Esta automatización, en marcha en el mundo desde hace más de medio siglo, está manifestándose ya en México en varias ramas industriales y de servicios. Los robots (y los programas de software) están sustituyendo no sólo el trabajo manual sino también el intelectual. Este contundente hecho implica que la masa total de trabajo demandado en las actividades automatizadas (que se irán, además, ampliando horizontalmente), se va reduciendo en términos absolutos mientras la población en edad de trabajar sigue creciendo. La única manera de repartir una masa decreciente de trabajo entre más trabajadores es reduciendo la jornada semanal de trabajo, como ha ocurrido en Europa. Es necesario realizar cambios legislativos orientados a estimular la reducción de la jornada semanal de trabajo (sin disminución de las percepciones) y apoyar a los sindicatos que luchen por lograrlo. Ello contribuirá, además, a disminuir la pobreza de tiempo. A la larga, será necesario desligar el ingreso del trabajo pagado, como norma social básica de convivencia, para lo cual el ingreso garantizado (o mejor, ingreso ciudadano universal), propuesto por Damián en su capítulo, es el camino más adecuado.

Los especialistas en el mercado de trabajo, tanto nacionales como de otros países, tienden a rechazar estas tendencias que no son muy visibles en las estadísticas del empleo. Algunos aceptan que estas tendencias son reales en el primer mundo por la relocalización industrial hacia el tercer mundo, pero la niegan para el mundo en su conjunto. Rifkin en su más reciente libro dice:

Entre 1995 y 2002, fueron eliminados 22 millones de empleos manufactureros en la economía global mientras la producción manufacturera mundial crecía en más de 30 por ciento. Incluso China perdió 16 millones de trabajadores fabriles mientras aumentaba su productividad con TI (tecnologías de la información) y robótica, lo que le permitió producir más y más barato con menos trabajadores. Durante muchos años, la automatización implicaba una inversión inicial muy alta que sólo quedaba al alcance de las empresas más grandes. En años recientes, sin embargo, los costos han disminuido dramáticamente, permitiendo a fábricas medianas y pequeñas cosechar importantes ganancias de productividad y reducir sus nóminas. Fabricantes que dependían de mano de obra barata en China están trayendo la producción de vuelta a casa con la robótica avanzada que es más barata y eficiente. Ansiosas de no ser dejadas atrás, muchas empresas chinas están remplazando sus baratos trabajadores con robots aún más baratos. Foxconn, el gigante fabricante chino que produce iPhones, planea instalar un millón de robots en los próximos años, eliminando una gran proporción de su fuerza de trabajo (de más de un millón). China, India, México y otras naciones emergentes están aprendiendo muy rápido que los trabajadores más baratos en el mundo no son tan baratos, eficientes y productivos como la TI, la robótica y la inteligencia artificial que las remplaza. (The Zero Marginal Cost Society, 2014, p. 124).

La automatización acelerada no ocurre sólo en la industria. Rifkin pone como ejemplos a empresas donde la logística es central (como tiendas en línea) están usando vehículos automatizados, sistemas de almacenaje automatizados. Los vehículos sin conductor humano son ya una realidad tecnológica y serán una realidad social en poco tiempo. Los cajeros de autoservicio se están generalizando en supermercados. También señala que la inteligencia artificial está muy cerca de lograr traducir textos tan bien como los mejores traductores humanos. La gráfica muestra que para las economías de Estados Unidos y de Europa, el empleo total crece menos que la productividad. Las nuevas inversiones impulsan, sobre todo, la productividad. Como escribieron Aronowitz y De Fazio en 1994: “Ante toda clase de problemas los expertos y los políticos plantean siempre la misma solución: empleos, empleos, empleos. Y añadieron “si los empleos son la solución, estamos en un gran problema”.

julioboltvinik.org