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En vacaciones, el antiguo colegio permanece abierto para difundir su patrimonio cultural

El esplendor de los murales de Orozco aguarda en San Ildefonso

Parecen inspirados en los tiempos actuales, sobre todo por la descripción de las injusticias sociales que preocupaban al artista, señala Ery Camara, director de exposiciones de ese recinto de la UNAM

El muralismo era una antorcha para iluminar al pueblo acerca de su historia

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Maternidad, fresco, 1923-1924, único panel que permanece del mural original que José Clemente Orozco (1883-1949) pintó en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, el cual fue censurado porque se pensó que se trataba de una virgen desnudaFoto cortesía del recinto
 
Periódico La Jornada
Jueves 2 de abril de 2015, p. 3

Dos figuras caricaturescas, un hombre y una mujer, él tuerto, ella mancillada, bailan ebrios y desaliñados en el rincón de un muro. Son la ley y la justicia. A su lado, un dios todopoderoso sostiene al mundo en su regazo, mientras los ricos le ofrecen alabanzas y a sus pies los pobres son perseguidos por demonios.

Los mismos marginados, el pueblo, en otra escena, serán pisoteados por la aristocracia, representada por grotescas damas de la alta sociedad.

Se trata de los murales que hace 90 años pintó José Clemente Orozco (1883-1949) en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, tan vigentes en su temática que parecen inspirados en los tiempos actuales, sobre todo por la descripción que hace de las injusticias sociales que preocupaban al artista.

El recinto abre sus puertas durante este periodo vacacional para que los visitantes puedan conocer este patrimonio cultural del que siempre se aprende.

En los años 20 del siglo pasado el muralismo tenía una misión: ser una antorcha para iluminar al pueblo acerca de su propia historia, explica Ery Camara (Dakar, Senegal, 1953), director de exposiciones de ese recinto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El curador considera que esa intención original, en parte, no se ha perdido, hay artistas que lo siguen haciendo, quizá no en la técnica del muralismo, sino por medio de la gráfica o la pintura hablan de lo que sucede en el país. No obstante, existe también un muralismo de corte, por llamarlo de alguna manera, que ilustra los palacios municipales, donde a veces reclaman que se incluya la figura de un gobernador; ese no tiene ninguna trascendencia.

Orozco es uno de los pintores principales de los murales que José Vasconcelos, cuando fue titular de la Secretaría de Educación Pública (1921-1924), mandó realizar en la entonces Escuela Nacional Preparatoria.

El artista trabajó en los muros norte de los tres pisos del patio principal y del primer descanso del cubo de la escalera, por lo que es quien ocupó más espacio.

Realizados al fresco, con tal exquisitez que muchas partes parecen hechas con acuarelas, los murales son demasiado actuales, trascendentes, en ello radica la fuerza de su pintura, insiste Camara, quien no duda en llamar a esa obra un monumento de la humanidad, pues más allá de la técnica, es una aguda observación de cómo la nación se construyó bajo el ojo crítico de un muralista.

Orozco trabajaba en jornadas de ocho horas continuas, subido en andamios, a veces con el pincel amarrado a una vara para alcanzar los rincones y sitios altos.

Cuando Vasconcelos se acercaba, acompañado por algunos funcionarios, el artista les decía: “‘o ustedes se retiran a sus oficinas o yo interrumpo mi trabajo; no quiero que me molesten’. Sus convicciones eran muy firmes y quería que se respetara su labor, la cual plasma una realidad inequívoca”, relata el curador.

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La ley y la justicia, fresco, 1923-1924, realizado por José Clemente Orozco –en los muros del histórico edificio de Justo Sierra 16, Centro Histórico, que albergó la Escuela Nacional Preparatoria– para criticar la falsedad de ambas nociones. El inmueble es parte del patrimonio de la UNAMFoto Mónica Mateos

Por subsanar humedades

En la planta baja, José Clemente Orozco pintó en 1923 un conjunto de frescos titulado Los dones que recibe el hombre de la naturaleza, pero decidió destruirlos y rehacer el proyecto luego de un viaje que realizó a Orizaba, Veracruz, donde conoció a las personas que participaban en la Revolución.

Camara señala que de todos los muralistas, Orozco fue el único que conoció en vivo la lucha revolucionaria; “al regresar pintó temas alusivos a lo que había visto y sólo conservó el fresco de La maternidad, obra con gran influencia del arte europeo del Renacimiento, asociada a la pintura de Botticelli.

“La obra disgustó a varias ma-dres de familia que acudieron a una kermés efectuada en el patio de la preparatoria.

“La sociedad de señoras católicas se ofendió porque pensó que en lugar de una maternidad, José Clemente Orozco había pintado una virgen desnuda.

A raíz de esa acusación, suspenden al artista de los trabajos durante dos años, lo cual le benefició, pues fue el tiempo en el que viajó a Orizaba.

Con renovados ímpetus, el pintor plasmó en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en 1926, La destrucción del viejo orden, La trinchera y La huelga, en el cual dos hombres y una mujer sostienen una bandera roja.

También hizo mofa de las damas que lo censuraron en el caricaturesco mural Las aristócratas, emplazado en el primer piso.

En 2011, el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), realizó trabajos de restauración de los 40 murales del Antiguo Colegio de San Ildefonso, a petición de la Dirección General del Patrimonio Universitario de la UNAM.

Huella histórica

Las obras conservan de manera tenue algunos de los grafitis realizados en la época en la que el recinto fue escuela, “a manera de huella histórica. En términos generales, los murales se encuentran en buen estado, próximamente regresarán los restauradores para atacar la humedades que se pueden ver sobre todo en los frescos de la planta baja.

Sin embargo, el resto está muy bien, sobre todo por la orientación que los muralistas eligieron, ya que jamás les da el sol directamente; eso ayuda mucho, concluyó Ery Camara.

El Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico) abre sus puertas de martes a domingo.

La entrada cuesta 25 pesos, con descuentos para estudiantes y personas de la tercera edad. Realiza visitas guiadas gratuitas por los murales.

Informes sobre las actividades en el recinto en la página electrónica.