Opinión
Ver día anteriorJueves 26 de marzo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Jazz

Free jazz y noise en Querétaro

Y

a algunos músicos le había pedido a Gerardo Alejos llevar el Festival Ch'ak'ab Paxil (música libre en maya) más allá de las fronteras de Yucatán, donde esta fiesta de free jazz, improvisación libre y noise se viene celebrando desde hace ocho años. Pero no fue sino hasta este 2015 que el promotor se dejó convencer por la pasión y los argumentos del baterista Israel Flores Bravo y una extensión del Ch'ak'ab Paxil se instaló en el Centro de las Artes de Querétaro, 11 y 12 de marzo.

Las músicas extremas ya habían iniciado cuando Ituriel Hernández y yo llegamos al Ceart (tan atractivo como todos los ex conventos del país). El director me dejó en un auditorio de la planta alta y fue a ver unos pendientes. Iban a dar las 5, Ana Ruiz acababa de bajar del escenario, donde había tocado a dúo con Alejandro Folgarolas (saxofonista que se inició en Atrás del Cosmos, la megabanda de culto liderada por Ruiz y Henry West a principios de los años 80). Traté de digerir esta primera frustración.

Llegó el noise queretano con el grupo Megfurgs. Rodeados de maquinitas, efectos y una guitarra, Hugo Luque y Osvaldo García inundaron el ambiente de ruidismos un tanto torcidos, dislocados, a punto de despeñarse en el humor involuntario de mis maquinitas y yo; pero poco a poco sus procesamientos fueron tomando forma con eventuales momentos de intensidad que los rescataban del marasmo inicial. Fue entonces que apareció la contundencia, la firmeza de una batería que desde el fondo llegó a explicar la belleza del caos.

El cuarto set estuvo a cargo de dos de los más grandes improvisadores de este país: Ana Ruiz, que regresaba más prendida que nunca, y Remi Álvarez, quien acaba de presentar su primer disco de saxofón solo: Intuición y resistencia; tres composiciones y siete intuiciones a sax tenor donde el maestro reivindica (como si de veras hiciera falta) su prestigio como instrumentista y como baluarte de la vanguardia musical en México.

Ana inicia intensísima, absorta en las octavas más graves, con el patente virtuosismo instrumental que la ha identificado desde siempre; con el mismo empuje, el mismo ánimo, la misma ánima con que nos hipnotizaba hace cuatro décadas. Remi retrocede para cambiar la caña de su sax soprano y enseguida salta al vacío para integrar un dúo que dialogará con maestría durante casi una hora.

Foto
Remi ÁlvarezFoto Tomada de Internet

Es free jazz, es el enorme poder de la imaginación y la libertad creativa. Para los chavales que se asoman apenas a este universo, habría que puntualizar que en el jazz se improvisa, sí, pero se hace alrededor de pautas y estructuras específicas; mientras que en el free jazz no hay esquema alguno, no hay pautas, todo surge en el momento mismo de la interpretación… y la mayoría de las veces ni los mismos músicos saben lo que sucederá en el escenario.

Es entonces que el jazzista se convierte en compositor e interprete en un mismo instante, un instante irrepetible que en muchas de las ocasiones asombra y sorprende a los mismos músicos, pues a final de cuentas esto se convierte en un ejercicio de autoconocimiento, de autodescubrimiento, donde los instrumentistas –los buenos– han dejado atrás reflexiones y razonamientos sobre la técnica y los asegunes de la música, para dejar que ésta –la música– fluya libremente a través de sus dedos y su aliento.

Las dinámicas de Ana y Remi siguen rotando. Es sorprendente y agradecible y emocionante que por momentos cada uno tome rutas distintas sin que el sonido del dúo pierda congruencia y emotividad. Ana no baja un solo instante la velocidad de su digitación, aunque la fuerza de sus fraseos suban y bajen sobre el teclado y las cuerdas del piano. Todo el tiempo están hasta arriba, en la cúpula. No se hablan, no se ven, se limitan a sentirse y dialogar en silencio.

Después de ellos subió el Ensamble Microrritmia: tres guitarras acústicas y un percusionista que eran dirigidos por un quinto elemento desde una computadora. Serios, formales, casi hieráticos, inician un discurso plagado de misticismo y lugares comunes. Recordamos entonces a Javier Aranda (de los contadísimos valores de Televisa) cuando comenta que lo nuevo, lo novedoso, no siempre es lo último ni lo más reciente. Salud.