Ayotzinapa y los medios
de comunicación


Zontecomatlán, Veracruz, 1991. Foto: Luis Jorge Gallegos

Gloria Muñoz Ramírez

La cancha de basquetbol de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos” se encuentra repleta de cámaras y micrófonos. Es noviembre del 2014 y la prensa nacional e internacional, la comercial y la alternativa, la tienen prácticamente tomada. La desaparición de 43 normalistas del plantel y el asesinato de tres en septiembre pasado, convocó aquí a periodistas de todo el mundo. Marzo de 2015, el panorama es otro. La mayor parte de los medios de comunicación se han ido, mientras los padres concentran sus esfuerzos en la movilización y en la denuncia. Su objetivo es claro y único: encontrar a sus hijos, con y sin la cobertura mediatica.

El 10 de marzo organizaron un cerco a la empresa Televisa para exigirle derecho de réplica. Cientos de personas encabezados por una comisión de padres y compañeros de los normalistas desparecidos se plantaron frente a la empresa de televisión más poderosa de México. Le exigieron que abriera los micrófonos a su versión. “Toda persona tiene derecho a defenderse. Durante estos meses sólo hemos exigido justicia y presentación con vida de los estudiantes. Si nos dieran una oportunidad de estar en un debate y exponer nuestro punto de vista, sería mejor para todos. Y así podríamos decir que todos los medios están cumpliendo con su deber”, dice a Ojarasca Felipe de la Cruz, en representación del resto de los familiares de los normalistas.

Román Hernández Rivas, responsable del Área de Comunicación del Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan”, organización que acompaña desde el primer momento a las víctimas, advierte que sin duda la presencia y cobertura de los grandes medios de comunicación ha bajado, por lo que la responsabilidad, a casi seis meses del asesinato y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, está en la sociedad civil: “Si condenamos al olvido la demanda de la presentación con vida de los 43 estudiantes desaparecidos y la exigencia de justicia para los tres normalistas asesinados, estamos condenándonos a nosotros mismos. Hay que encontrar desde la sociedad civil formas creativas de garantizarnos el derecho a la información y a la verdad”, dice.

“Ya pasamos la etapa de los testimonios, la etapa del dramatismo, y de las movilizaciones multitudinarias (ahora incluso es menor la presencia de la sociedad civil en las calles). Es momento de encontrar otro enfoque, de ser creativos y de responsabilizarnos desde la sociedad civil”, expresa quien ha acompañado casi el total de las movilizaciones y ha sido el enlace de los padres con los medios de comunicación.

Para Felipe de la Cruz la presencia e investigación de los medios en Ayotzinapa “ha sido muy importante, porque se ha mantenido viva la información a la sociedad y nos ha permitido a nosotros seguir adelante. La PGR pretendió cerrar el caso, intentando que nosotros nos desanimemos, pero no lo lograron y los medios se han mantenido ahí, eso nos ha dado mucha fuerza para seguir adelante”, dice en entrevista durante la protesta frente a Televisa.

Las grandes televisoras mexicanas, advierte de la Cruz, “nos dan coraje, porque abusan de la inocencia de los mexicanos que a través de la televisión escuchan lo que los medios quieren que sepan, y eso genera un punto de opinión diferente de la realidad. Para nosotros es muy importante que la gente sepa que lo que nos está pasando también les puede pasar a ellos, porque vivimos en el mismo país”.

Después de las declaraciones del ex procurador Jesús Murillo Karam, en cuanto a “la verdad histórica” del gobierno sobre Ayotzinapa, en la que dio por muertos a los 43 estudiantes y prácticamente cerró el caso, la cobertura de los grandes medios, asegura Román Hernández, disminuyó considerablemente. “No hay que generalizar, pero pareciera que algunos medios decidieron, junto a estas declaraciones, también cerrar el caso por instrucciones de la Procuraduría General de la República (PGR) o de la presidencia de la República. Y, peor aún, muchos medios se han prestado para implementar campañas de desprestigio en contra de los padres de familia, y de los defensores de derechos humanos que acompañan la exigencia de justicia. Esto es muy preocupante porque es una muestra clara de la falta de independencia de algunos medios  frente al poder político”.

Desde el primer momento, incluso antes que las grandes agencias y cadenas de televisión, llegaron a Ayotzinapa los medios independientes y alternativos. Son ellos los que aún permanecen y acompañan día a día las movilizaciones y demandas de los normalistas. “La sociedad civil tiene el gran reto de encontrar sus fuentes de información noticiosa en estos medios que siguen dando una cobertura verídica, pero no ocurre así, pues la cobertura de estos medios es reducida. Estamos en un país en el que un gran porcentaje no tiene acceso a Internet, y los medios alternativos enfocan mucho la difusión de su trabajo a esta vía y a las redes sociales, las cuáles son muy importantes y poderosas, pero nos hacen falta medios impresos, radios comunitarias, gente que esté en el lugar de los hechos y que hagan enlaces en vivo. Hay un gran reto ahí”, advierte.

Ante algunos medios nacionales que “se quedaron con la verdad histórica de la PGR”, algunos internacionales “que tomaron como fuente de información a la presidencia de la República”, y ante “la falta de recursos de los medios alternativos para llegar hasta los últimos rincones del país que no tienen acceso al internet”, se está generando, en opinión del responsable de comunicación del CDH Tlachinollan, “un vacío importante de información sobre la desaparición forzada de los normalistas y sobre la reivindicación del derecho a la verdad y la justicia para los asesinados”. Si seguimos así, dice, “estamos condenados al olvido”.

El reto, insiste Román, es llegar a los rincones más apartados de México. Por ejemplo, “la mayor parte de las comunidades del Congreso Nacional Indígena están aisladas, son lugares a los que no llega la televisión ni la señal de Internet, ni los periódicos comerciales. Y es ahí a donde nosotros tenemos que apostarle. Son las comunidades y los pueblos organizados los que le dan fuerza a la exigencia de la presentación con vida de los normalistas, son los que tienen las lecciones más grandes de memoria. Ahí hay que hacer llegar la información, pues son los pueblos originarios nuestros referentes e interlocutores”.

Ha pasado ya casi medio año. La mayoría de los medios se marchó. Los padres lucen agotados pero no rendidos. El reto, afirma Hernández Rivas, es encontrar la manera de “ser creativos”  para “mantener vigente la principal demanda de los padres y de la sociedad: presentación con vida de los normalistas y la verdad de lo ocurrido el 26 y 27 de septiembre en Iguala, Guerrero”.