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Análisis estratégico para el desarrollo
E

n 2001 un analista de Goldman Sachs creó el acrónimo BRIC, refiriéndose a cuatro países emergentes: Brasil, Rusia, India y China. El argumento para formar este grupo era que en 2050 esos países podían ser dominantes globalmente. En ese 2001, de acuerdo con el Informe sobre el Desarrollo Mundial del Banco Mundial, los BRIC aportaron 8.4 por ciento del producto mundial. En 2014, de acuerdo con la misma fuente, su aporte al PIB mundial más que se duplicó, llegando a 19.6 por ciento, lo que implica que estos cuatro países produjeron casi la quinta parte del producto global.

El incremento del aporte de cada país al producto mundial fue el siguiente. Brasil pasó de contribuir con 2.5 por ciento en 2001 para llegar a 3.3 en 2014, lo que implicó un incremento de 32 por ciento; Rusia pasó de 1.1 a 2.6, aumentando 136 por ciento; India incrementó su participación de 1.5 a 2.7, creciendo 80 por ciento; en tanto que China pasó de 3.3 a 11 por ciento, más que triplicando su aportación. La creciente relevancia de este grupo de países quedó demostrada en los primeros años de este siglo y, es ampliamente reconocido, su significación mundial seguirá aumentando.

México no fue considerado entre los BRIC. En los círculos gubernamentales en aquel 2001 se explicó que se debía a que ya éramos miembros de la OCDE y que los cuatro BRIC no lo eran. Lo cierto, sin embargo, fue que nuestro país carecía de las cualidades que se requerían para incluirlo en ese grupo de países. Esas cualidades se asociaban con el dinamismo económico y social del país. Su posición mundial estaba, y sigue estando, en la segunda fila, no es –y casi nadie piensa que lo será en el futuro próximo– un protagonista mundial. La aportación mexicana al producto mundial lo comprueba: en 2001 México contribuyó con 1.5 por ciento y 13 años después lo hizo con 1.7, aumentando su participación 13 por ciento.

Los mexicanos tenemos la misma percepción. Como lo ha documentado el Informe Latinobarómetro 2013, el 81 por ciento de los mexicanos pensamos que somos un país estancado o en retroceso. Este dato sólo es superado por lo que piensan los paraguayos (82 por ciento), costarricenses (85) y hondureños (94). Podría pensarse que estamos en esta situación, porque no sabemos lo que hay qué hacer. En realidad sabemos lo que debe hacerse para salir del estancamiento estabilizador en el que estamos desde hace ya muchos años. El diagnóstico sobre nuestras fallas está hecho, así como las propuestas de política que debieran instrumentarse. Lo que hace falta es lograr un acuerdo nacional que permita superarlas, rencaminando nuestra ruta hacia un desarrollo sostenido y, lo que es verdaderamente fundamental, equitativo.

Recientemente un amplio grupo de profesores de distintas universidades públicas y privadas, que se ha planteado formular un sistema integral de propuestas de políticas públicas capaces de superar el pobre desempeño de la economía nacional, presentó el resultado completo de su trabajo denominado Análisis estratégico para el Desarrollo, estructurado en 18 volúmenes. A partir de la constitución de un Consejo Nacional de Universitarios por una Nueva Estrategia para el Desarrollo, se llevaron a cabo varias mesas de trabajo centradas en los grandes temas económicos, políticos y sociales. En ellas se presentaron un importante número de estudios específicos, los que fueron discutidos por pares académicos.

Estos análisis reivindican la idea, señalada por José Luis Calva, coordinador general de este esfuerzo, que la política permite decidir entre disyuntivas de política económica que arrojan resultados distintos en términos de crecimiento económico y de sostenibilidad de los demás equilibrios macroeconómicos, sino también entre resultados que afectan desigualmente a la producción y a los grupos sociales.

En tiempos marcados por la contienda electoral estas propuestas podrían servir para elevar el nivel del debate político. Un debate en el que lo fundamental esté en lo que hace falta hacer, en las decisiones públicas que es indispensable tomar, en el nuevo pacto social que es indispensable establecer para que salgamos de la mediocridad económica y de la desesperanza social en la que estamos, colocando en el centro la superación de los grandes problemas nacionales.