Opinión
Ver día anteriorMartes 3 de marzo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

El gran negocio inmobiliario

Las leyes, por el arco del triunfo

Constructores voraces

D

iríamos que los temas obligados serían, sin pensarlo mucho, la renuncia de todos los miembros del Consejo General del Instituto Nacional Electoral para que las próximas elecciones tengan algo de credibilidad, o el cochinero en el que los chuchos han convertido al PRD. Pero no, esta vez nos vamos a referir al gran negocio inmobiliario en la ciudad de México.

Para los gobiernos electos de nuestro DF, la construcción de viviendas ha sido prioridad, y para éste, el de Miguel Ángel Mancera, muy en especial. Por lo pronto, ha quitado de la espalda de los constructores una serie de reglas que servían para encarecer y tardar los desarrollos, así que las causales de cierre temporal o definitivo ya no son las mismas, en favor, desde luego, de los edificadores.

El asunto era que las quejas de parte de quienes invierten en la construcción de edificios de departamentos, por ejemplo, eran continuas: las autoridades delegacionales frenan las construcciones con cualquier pretexto, más con el fin de lograr alguna buena extorsión que de impedir que se construya mal o que algún trabajador labore sin las medidas de protección adecuadas.

Eso era lo que decían los miembros de la iniciativa privada cada que podían y a quien quisiera escucharlos. El gobierno hizo caso a las demandas. No más cierres que perjudiquen el desarrollo de las construcciones y que dejen sin paga a los trabajadores. La medida parecía justa en tanto abogaba tanto por los patrones como por los trabajadores, pero se les olvidó alguien: los compradores.

Todas las medidas llevan a beneficiar al inversionista principal, al primero pues, pero se olvidan del que compra en las llamadas preventas que sirven para financiar las construcciones, que a fin de cuentas resultan un gran engaño. Sería muy difícil que el próximo viernes, cuando se inaugure en esta ciudad el Festival Internacional de Arquitectura y Ciudad Metrópoli, donde se hablara de la construcción de vivienda, seguramente se levantara la voz de alguno, o algunos, para pedir que se sancione, en serio, a quienes no cumplen con los plazos de entrega de los inmuebles.

El problema de la vivienda en la ciudad no es fácil de resolver, sobre todo si se toma en cuenta que para los inversionistas no hay ninguna regla que les imponga orden, y hacen lo que les viene en gana. No sólo entregan con retraso más de allá de lo que cualquier contrato señala, sino además destruyen monumentos y calles, dañan inmuebles aledaños con los trabajos de cimentación de sus obras, y por si algo faltara, jinetean los dineros de los incautos que supuestamente pagan precios menores por la preventa; dineros que se convierten en nada cuando al paso del tiempo no logran obtener el bien que compraron, y no hay autoridad ninguna que les haga pagar por su quehacer irregular.

Es tanta la voracidad de los constructores, que se han burlado de la ley, y con ello del gobierno, al obtener todas las ventajas que proporcionó construir casas de bajo costo para los menos favorecidos, pero venderlas a precio de vivienda de lujo. De esta irregularidad el titular de la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial, Miguel Ángel Cancino, ha resguardado más de mil 600 departamentos, que son la prueba más clara de esa voracidad de los constructores, una de las ramas de la iniciativa privada más favorecidas en esta administración.

El Distrito Federal tiene déficit de 200 mil casas, cuando menos. Según datos de la autoridad, se construyen 5 mil al año, y una muy buena parte de ellas a precios muy por arriba de la realidad salarial de la mayoría de los defeños, por lo que las zonas periféricas de la ciudad de México se han poblado de manera explosiva, y en muy poco tiempo. La mayoría de esa gente vive en los estados circunvecinos y allá pagan sus impuestos, pero casi todos trabajan en la capital del país, lo que se podría considerar injusto. Pero una de las causas es el incumplimiento y los precios que los constructores imponen a los departamentos en el DF. ¡Aguas!

De pasadita

Bueno, después de todo lo que se ha visto y lo que se sabe, lo único que nos falta es que muy pronto se dé a conocer una denuncia que dé santo y seña de cómo algunos líderes de partidos políticos venden las candidaturas a cargos de elección popular. Sólo así se explica por qué hay tan malos candidatos. ¿O no?