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Toros

Puntilla a la suerte de varas; hoy la bravura se mide sólo en la muleta

Triunfal tarde de Sergio Flores: corta oreja a su primero e indultan a su segundo

Fermín Rivera, apéndice por torera labor

Talavante, desangelado; Rodrigo Santos, empeñoso

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Activistas de Animal Naturalis realizaron ayer un acto simbólico con 230 cruces, que representan a los animales asesinados en un año por la tauromaquiaFoto Foto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de febrero de 2015, p. a43

Pensaba iniciar estos apuntes sin aludir a la bochornosa corrida del pasado 5 de febrero, en el 69 aniversario de lo que fuera la Monumental Plaza de Toros México, convertida hace dos décadas en el Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje (Cecetla, no olvidarlo); pero como los jilgueritos de tan desprestigiada sede se empeñaron en calificarla de triunfal, dedicaré otro párrafo a tan singular concepto de triunfo.

En el Cecetla la intensidad se confunde con la duración, y si 20 años no es nada un festejo conmemorativo de tres toreros y seis toros menos, hasta convertirlo en penoso desfile de desfiguros: impuntualidad de un diestro importado, Sebastián Castella; encierro parchado por exigencias de dicho diestro; juez aturdido que en lugar de ejercer su autoridad, correr el turno y aplicar ejemplar multa al alternante retrasado, esperó como portero a que llegara la imprevisora figura, la cual se retrasó 15 minutos por el previsible tráfico de un jueves defeño, y afortunadamente dos toreros mexicanos –El Payo y Arturo Saldívar– que sacaron la casta y convencieron.

Pero lo que se dice un aniversario apoteósico ni en sueños, salvo por las cuatro horas 15 minutos de duración en gélida noche con menos de media entrada, como enésima comprobación de que las figuras importadas aquí ya no atraen público. Urge ya cambiar del figurismo al heroísmo con auténticos toros.

En la decimoséptima corrida de la temporada se lidiaron un toro de Vistahermosa para el rejoneador Rodrigo Santos, tres astados de Jaral de Peñas y otros tantos de Xajay para los diestros Fermín Rivera, Alejandro Talavante y Sergio Flores, que en tanta variedad de ganaderías como quiera tenía que saltar la liebre. Y saltó.

Fue el tercer toro del hierro de Xajay, séptimo en el orden de salida, que tocó en suerte a un torero tlaxcalteca de enorme potencial, Sergio Flores, triunfador en plazas de España y Francia, que en su país no ha tenido la valoración y el juego que merece, como corresponde a todo país dependiente que se respete.

Luego de templadas verónicas, y esto es lo más triste, el torito acudió al caballo no por un puyazo sino por un ojal de trámite, dándole la puntilla a la otrora determinante suerte de varas como parámetro de la casta y la bravura, pues la posmodernidad taurina confunde la tauridad –bravura con codicia, estilo y fuerza– en mera repetitividad en la muleta que posibilite ligar la mayor cantidad de pases.

Tras un bello quite por chicuelinas y tafalleras y estatuario pase cambiado inicial en los medios, Sergio Flores logró ligar templadas tandas, sobre todo con la diestra, hasta provocar que el público solicitara el indulto del noble ejemplar. Atención: no es el torero quien indulta un toro sino el público el que demanda que al burel se le perdone la vida, y el juez –o lo que se le parezca- quien lo autoriza.

Ya con su primero, de Jaral de Peñas, que recargó en una vara y llegó exigente a la muleta, Sergio Flores desplegó su sólida tauromaquia en una mandona faena por ambos lados coronada con una estocada en lo alto, por lo que recibió merecida oreja. Ah, si nuestros matadores jóvenes contaran con otros criterios empresariales…

Fermín Rivera, primer espada, con otro burel muy bien presentado de Jaral de Peñas que recargó en el puyazo, instrumentó suaves verónicas, quitó con lucimiento y ejecutó un trasteo de los suyos, pulcro, cerebral, correcto, pero sin vender las suertes ni arrebatarse, como si tuviera escrúpulo de decir –gritar– todo lo que lleva dentro. Dejó un volapié entero y lento y recibió un apéndice de plaza importante.

Lo demás, fue lo de menos.