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Suplemento Mensual  Director: Iván Restrepo
Edición: Laura Angulo   3 de febrero de 2015
Número Especial

¿Existen las vacas marinas?
Conozca la única

Paloma Ladrón de Guevara Porras
Proyecto Evaluación y Manejo Integrado del Gran Ecosistema Marino del Golfo de México, ONUDI.
Benjamín Morales Vela
El Colegio de la Frontera Sur, Chetumal

Desde pequeños nos enseñan que las vacas son animales domésticos, es decir, animales cuya crianza se desarrolla en granjas o ranchos y nos proporcionan carne, leche y todos sus derivados (queso, crema, etc.).

Las vacas son mamíferos, lo que significa que son animales de sangre caliente, que respiran aire, tienen pelo, amamantan a sus crías con la leche que producen en sus glándulas mamarias y paren a sus crías vivas (vivíparos). La vacas se alimentas de plantas, pastos, hierbas y pastura por lo que son herbívoros.

Para que una vaca pudiera vivir en el mar requeriría tener aletas en lugar de patas, además de poder aguantar la respiración bajo el agua por varios minutos (apnea), y tener un cuerpo hidrodinámico (de forma similar al de los delfines y ballenas), entre otras características. Si las vacas viven en tierra y no pueden nadar como lo hacen los delfines, entonces ¿quiénes son las vacas marinas?

El nombre de vaca marina se le da al único mamífero acuático herbívoro, el cual también se conoce con el nombre específico de manatí. Por ser mamífero, también es un animal de sangre caliente que respira aire a través de sus pulmones, amamanta a sus crías con leche y tiene pelo. El manatí come plantas acuáticas como mangle, pastos marinos, algas y lirios, además de las plantas que cuelgan de las riberas de los ríos. Debido a su similitud en el tipo de alimentación es que se le da el nombre de vaca marina.

Los manatíes pertenecen al orden Sirenia y hay tres especies en el mundo: 1) manatí del Caribe (Trichechus manatus) que habita desde la península de Florida (Estados Unidos), México, Centroamérica y las Antillas, hasta Brasil, 2) manatí amazónico (T. inunguis) presente en el río Amazonas en América del Sur y 3) manatí africano (T. senegalensis) que vive en la costa y ríos del oeste de África.

Viven en aguas tropicales y subtropicales de América y África de poca profunidad y temperaturas promedio por arriba de los 20 ºC. Toleran el ambiente marino pero prefieren estar en aguas costeras de baja salinidad, con fuentes de agua dulce asociadas.

La especie Trichechus manatus tiene dos subespecies: T. m. latirostris (manatí de Florida) que corresponde al manatí presente en Estados Unidos y T. m. manatus (manatí antillano) que es el que se encuentra en México, las Antillas, Centroamérica y la costa noreste de América del Sur.

El manatí es una especie prioritaria y protegida en México (NOM-059-SEMARNAT, 2010) con el estatus de especie en peligro de extinción y forma parte del listado de Especies Prioritarias para su Conservación. Diferentes grupos académicos de investigación en estrecha colaboración con el gobierno federal elaboraron el Programa de Acción para la Conservación de la Especie: Manatí, Trichechus manatus, (PACE-Manatí-2010, CONANP).

Este programa incluye estrategias y acciones de manejo y conservación, generación de información científica y técnica, actividades de educación ambiental y el involucramiento de la comunidad en la conservación del manatí. También está considerado en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

En México la distribución del manatí es amplia, fragmentada y está asociada a los ríos, sistemas lagunares, bahías, cenotes, estuarios y caletas desde Veracruz hasta Quintana Roo.

Históricamente se distribuía en todos los estados del Golfo de México pero debido a la sobreexplotación que sufrió en el pasado, a la degradación actual del hábitat y a problemas de captura incidental por prácticas de pesca no responsable, su distribución se ha reducido y limitado principalmente a tres regiones en el sureste del país: 1) caletas y cenotes entre Playa del Carmen y Tulum, Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an y Bahía de Chetumal, Quintana Roo, de donde proviene la mayoría de la información de la especie para nuestro país; 2) en el Golfo de México en la laguna de Alvarado y cuenca del río Papaloapan, Veracruz; y 3) en la cuenca baja de los ríos Grijalva y Usumacinta, incluyendo sus ríos tributarios y lagunas asociadas que abarca los estados de Tabasco, norte de Chiapas y oeste de Campeche.

Estos mamíferos acuáticos tienen un cuerpo hidrodinámico que ofrece poca resistencia al flujo de agua. Son robustos, un manatí recién nacido mide de 90 cm a 1 m y pesa aproximadamente 30 kilos, mientras que un animal adulto puede llegar a medir hasta 3 m y pesar de 450 a 500 kg. Tienen una aleta al final de su cuerpo en forma de paleta aplanada dorsoventralmente que le proporciona el impulso para desplazarse en el agua con gran facilidad.

Posee dos aletas anteriores o brazos cortos en la parte anterior de su cuerpo que presentan de tres a cuatro uñas. Estas aletas les permiten conducir su cuerpo al nadar y a sujetar su alimento. Su piel es rugosa y de color gris aunque por lo regular se le puede ver un color verde por las algas, balanos y microcrustáceos que se le pegan a su cuerpo.

Presenta pelos distribuidos de manera dispersa en su cuerpo y solamente en su hocico presenta una gran cantidad de vibrisas o bigotes gruesos.

Pueden llegar a vivir cerca de 60 años y adquieren su madurez sexual entre los tres y cinco años de edad.

Durante su reproducción forman grupos de apareamiento temporales, cuando una hembra entra en celo es acosada continuamente por varios machos que compiten entre ellos para poder copular con la hembra. Por lo general, tienen en promedio una cría cada tres años, con un embarazo que dura de 12 a 14 meses y una lactancia de uno a dos años. Las crías viven cerca de sus madres regularmente dos años. Lo anterior implica un crecimiento poblacional lento. Se estima que posiblemente existan de mil a 2 mil manatíes en México de los cuales unos 250 pertenecen a la población de la península de Yucatán. Se desconoce su número en los ríos y sistemas lagunares de Veracruz, Tabasco, Chiapas y Campeche.

Por sus hábitos alimentarios, el manatí es un reciclador de nutrientes pues al alimentarse de las algas, pastos y plantas vasculares transforma la biomasa vegetal y la hace disponible a una gran variedad de organismos que habitan en los ecosistemas costeros y lagunares como el manglar y los humedales.

Como esta especie invierte una tercera parte del día alimentándose, es muy probable que la alimentación y defecación de este mamífero contribuya de manera importante a acelerar el reciclaje de nutrientes y a estimular el crecimiento de varias plantas acuáticas y animales, incluyendo aquellas especies con valor comercial. De esta manera, estaría favoreciendo a que los ecosistemas mantengan su productividad.

La captura del manatí es ilegal. Las principales amenazas que enfrenta en nuestro país son la destrucción y fragmentación del hábitat, la colisión con embarcaciones, la disminución de la cobertura de plantas acuáticas, la caza furtiva, la contaminación y muerte por redes de pesca mal colocadas.

Todas estas amenazas están estrechamente vinculadas con las actividades humanas, por lo que se requiere de una visión multidisciplinaria para atender esta problemática. Para tener éxito en la conservación del manatí es fundamental la participación activa de la comunidad, por lo que desde hace varios años en diversas comunidades (sistema lagunar de Alvarado, Veracruz; Atasta, Campeche; Catazajá, Chiapas; Holbox y Sian Ka’an, Quintana Roo) y ciudades (Villahermosa, Veracruz, Chetumal) del país se han realizado talleres de participación social y educación ambiental con la participación de la comunidad y los diferentes sectores (gobierno, academia y sociedad).

Estas actividades y otras como la celebración del Día Nacional del Manatí (7 de septiembre), la creación de redes de varamientos y la generación de información científica, están logrando un cambio de actitud e involucramiento de la gente en su conservación y manejo sustentable. Ejemplo de ello es la participación directa de comunidades organizadas en la rehabilitación de crías huérfanas, varamientos y monitoreo. Todos podemos ayudar a evitar que este noble e inofensivo animal se extinga. Hay muchas maneras de participar:

  • No tires basura en las lagunas, ríos, en el mar o en los cenotes. Y si vives cerca de estos lugares, organiza limpiezas de basura.

  • Difunde la información que ya conoces acerca del manatí.

  • Participa en las actividades de educación ambiental y compártelas con tu familia y amigos.

  • No compres o consumas carne o cualquier derivado del manatí.

  • Participa organizando en la localidad donde vives un evento para celebrar el Día Nacional del Manatí cada 7 de septiembre.

  • Cuida y preserva los ecosistemas de manglar y humedales.

Usa las embarcaciones con precaución evitando acelerones.Cuida las artes de pesca para evitar que los lastimen o maten y respeta los lugares y vedas de pesca.

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