Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 1 de febrero de 2015 Num: 1039

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Volcanes grises en el
Museo León Trotsky

Verónica Volkow

Una semblanza
de Silvio Zavala

Enrique Florescano

El brindis del proemio
Orlando Ortiz

Los últimos surrealistas
Lauri García Dueñas entrevista con Ludwing Zeller y Susana Wald

Juan Goytisolo
a la intemperie

Adolfo Castañón

Juan Goytisolo:
literatura nómada
a contracorriente

Xabier F. Coronado

El eterno retorno
del sol

Norma Ávila Jiménez

Un cuaderno de 1944
Takis Sinópoulos

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Dos brasileiros extraordinarios

Allí estábamos, con nuestras expectativas a tope. Se trataba de la “noche brasileña” en el contexto de la APAP (Association of Performing Arts Presenters), el mercado más grande de artes escénicas agendado cada enero en la ciudad de Nueva York. La publicidad del Poisson Rouge –que así se llama el conocido foro de Bleecker Street en el que aguardábamos– aseguraba una muestra de música explorativa (sic) de aquel país. Fieles seguidores de su vanguardia, oramos por nuevos y notables descubrimientos. Pero no fue fácil encontrar el oro en la caverna. De los siete proyectos que se entremezclaron a lo largo de tres horas (ahora sabemos que se trata del Colectivo Chama), hubo dos músicos que nos sorprendieron sobremanera.

Uno, Pedro Sá Moraes, es cantautor que juega con el conocido espíritu del Brasil carioca pero agregando ácido e irreverencia de laboratorio. Hace experimentos con programaciones y métricas extrañas mientras su voz flota vestida de rock, siempre recta entre la torcedura. Guitarrista, cantante y compositor (ha colaborado con nuestra Magos Herrera), sus canciones adoptan un dramatismo teatral, se integran a base de una espesa amalgama de sonidos acústicos, eléctricos y electrónicos afectados con sapiencia y, sobre todo, harta intuición. Todo ello, empero, no sería efectivo sin la obsesiva urdimbre que debió tomar meses de tejido. Viéndolo en directo presenciamos parte de su genio, pero fue hasta escuchar el disco que nos regaló, Além do Principio do Prazer, cuando entendimos su estatura. Es extraordinario. Se puede escuchar.

¿Quién fue el segundo músico en asombrarnos? Regresando a esa noche en el Poisson Rouge, a un lado y acompañando a sus socios, Sergio Krakowski tocaba el pandero. Él es el otro. Así es, apreciable lectora, lector de este domingo, hoy no profundizaremos en las virtudes de llamativos instrumentos de cuerda o aliento, sino en la creatividad del tipo que tocaba el objeto más pequeño, ése que, apenas se quedó solo, nos mandó a una dimensión desconocida confirmando el cliché vilipendiado: “menos es más”.

Diez minutos escuchándolo fueron motivación suficiente para investigarlo y entrar en contacto. Porque cualquier músico puede producir timbres y ritmos básicos en una percusión de mano, pero pocos dominan los cuatro ejes de lo excepcional: mecánicas complicadas, alta velocidad, claves rítmicas sofisticadas y un estilo e interpretación personales. Sergio es de ésos. No estaríamos dedicándole estas líneas si fuera otro de los que siguen a rajatabla las huellas de los maestros brasileiros del pandero (Marcos Suzano, Jorginho do Pandeiro, Celsinho Silva, Bira Presidente, Jackson do Pandeiro). Lo suyo es distinto.

Conectando su instrumento a pedales de piso y a una computadora a través de un trigger (micrófono de contacto), el avecindado en Nueva York presenta una propuesta novedosa en la que se mezclan efectos, programaciones y videos, todos controlados y manipulados en vivo desde el breve objeto. Discursos de músicos célebres, sampleos y texturas varias conviven con su propio pulso consiguiendo tejidos en los que el ritmo resiste la extravagancia de rupturas lúdicas, a veces rayanas en lo absurdo, siempre entretenidas.

Otra cosa fundamental: Sergio es de los que producen la sensación, la sospecha de que en su mente convive una enorme cantidad de artistas más. En sus dedos vemos la técnica del pandeiro de su patria, claro, pero también atisbos de la darbuka egipcia, de la tabla y la kanjira indias. En su lenguaje están las raíces de esas latitudes, pero al agregarle efectos notamos incluso su interés por la electrónica, el jungle y el drum & bass; en la manera como dialoga con sus colegas comprobamos lo que sabe de jazz e improvisación… motivos todos por los cuales viaja a numerosos países de América y Europa dando talleres sobre su hacer con las manos, sobre su pensar matemático. (Pronto nos visitará. Trabajamos en ello.)

Decimos esto por los minutos que lo vimos sobre el tinglado y por lo que descubrimos diseccionando su disco Carrossel de Pássaros. En esa obra, que también puede escucharse completa en su página, suena su pandero acompañado por extraordinarios coterráneos como Antonio Loureiro, Yamandú Costa y el propio Marcos Suzano. Casi todas las piezas (doce) son de su autoría. Se trata de dúos, tríos, cuartetos y demás formaciones en las que Sergio Krakowski ofrecen el soplo de un Brasil nuevo y, efectivamente, explorativo. Acérquese a respirarlo. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.