Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dinero

Suma apoyos el #NoVotesporChapulines

California, séptima potencia mundial

No pagan en el Imer

Astillero

Superación electoral

Arreglos en Michoacán y Guerrero

Bolsa de Valores Perredistas

Papa desaira a EPN

Enrique Galván Ochoa
Julio Hernández López
México SA

Aspirinas para la miseria

Otra vez: apoyos y voto

SHCP: cosecha y siembra

Ciudad Perdida

La IP y su dedo flamígero

Lo que dice... y lo que calla

Prietitos en el arroz electoral

Carlos Fernández-Vega
Miguel Ángel Velázquez
Itacate

Alimentos sustentables

Argentina: suicidio y acoso
L

a muerte del fiscal argentino Alberto Nisman, cuyo cuerpo fue hallado el domingo en la noche con un tiro en la cabeza, horas antes de la sesión parlamentaria en la que debía presentarse a defender su acusación contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, por supuesto encubrimiento en el caso del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina, AMIA (julio de 1994), introdujo un brutal elemento de tensión política en la nación austral y alimentó las presiones locales e internacionales en curso en contra de su gobierno. Aunque todos los datos recabados por las autoridades apuntan a un suicidio –Nisman fue encontrado en el interior de su domicilio, el cual estaba cerrado con llave por dentro y junto a él había una pistola y un casquillo, además de que el edificio donde vivía estaba dotado de protección policial externa–, y a pesar de que la fiscalía estableció en forma clara que en el fallecimiento no hubo intervención de terceras personas, los opositores políticos del país, así como los medios informativos privados, nacionales y extranjeros, se empeñaron desde el primer momento en presentar el hecho como un asesinato gestado en las entrañas del poder público y en insinuar que hubo en él una responsabilidad gubernamental, supuestamente motivada por el propósito de impedir que Nisman expusiera su denuncia ante el Legislativo.

Cristina Barros y Marco Buenrostro
El Correo Ilustrado

El gobierno, el peor enemigo de los ciudadanos, afirma

E

n el presente tenemos dos grandes preocupaciones en nuestro país, la inseguridad y la caída del precio del petróleo. Los efectos en la economía se van a ir presentando: abrocharnos el cinturón no será suficiente. Hemos escuchado hasta el cansancio que las crisis son momentos de oportunidad, de hacer cambios, de aprender, de restructurar. Y no entendemos por qué siempre somos los ciudadanos que trabajamos, los que aportamos con impuestos, y digo, impuestos, porque al ver lo mal aplicados y el derroche que hacen con nuestro dinero, no aportamos con gusto. En las crisis perdemos nuestros ahorros y muchos se quedan hasta sin empleo. Como cualquier hijo ingrato, mal educado, los partidos políticos herederos del sistema paternalista no adquieren madurez política, vemos cinismo, desesperación, lucha de poder, ambición desmedida, y falta de solidaridad con los ciudadanos, que no toleramos el derroche de nuestros impuestos en las campañas políticas.

¿Charly?: terrorismo saudiárabe y cinismo occidental
U

na vez más, las masas privilegiadas e ilustradas de Europa se quedan en la epidermis de la realidad, y con ellas buena parte del mundo moderno, todos manipulados por los medios dominantes de la comunicación global. El deleznable e irracional acto que ha dejado sin vida a los caricaturistas franceses ha sido masivamente repudiado. Sin embargo, esos actos se han quedado anclados en el derecho a la libertad de expresión, sin preguntarse cómo, cuándo y de dónde surge el terrorismo que busca suprimirlo. Se ha soslayado que el terrorismo musulmán, que crece poderoso e inexorable, es tolerado, aupado, consentido e incluso alimentado y promovido por Occidente y especialmente por Estados Unidos. Veamos.

Víctor M. Toledo
El agua: Cemex y Monterrey VI
A

las oficinas administrativas y bibliotecas de gobiernos, instituciones académicas y ONG especializadas en el ámbito de la conservación ecológica, la diversidad de las especies y la sustentabilidad llegaron, vía donación, ejemplares de un libro lujosamente impreso en China, con la participación de expertos en el tema y una docena de los mejores fotógrafos del mundo, según los editores. Su título: Agua dulce. La esencia de la vida, perteneciente a la Serie de la Conservación de Cemex, que dirige la editora mexicano-estadunidense Cristina Goettsch Mittermeier.

El invencible dogma
L

a ciencia es una aproximación constante a la realidad, como el arte. No hay aquí un conjunto de verdades, sino de hipótesis plausibles que algunas veces resultan falsas. La belleza de la ciencia, como la del arte, es que no llegamos nunca a captar esa realidad, aunque nos acercarnos continuamente a ella. Este pensamiento avanza, a veces con dificultades indecibles, sabiendo que no existe estación de llegada. En veces este pensamiento da saltos espectaculares que llenan de alegría a quienes tienen el privilegio de vivir inmersos en estos procesos. Pero, hasta donde sabemos, la estación de llegada sigue tan lejos como siempre. Así es la existencia humana.

Abraham Nuncio
José Blanco
Memorial de agravios guerrerense
M

aría Araceli Ramos carga en su corazón una doble tristeza. A su padre, Felipe Ramos Cabañas, el Ejército lo detuvo y desapareció durante la guerra sucia de la década de los 70. Y ahora, su hijo, Cutberto Ortiz Ramos, un joven alto, robusto, relajiento, deportista, músico, aspirante a ser maestro, está desaparecido junto a otros de sus 41 compañeros de Ayotzinapa.

Guerrero: emprender un nuevo camino
¿V

a a llevar tiempo? Sí. ¿Va a requerir de transformaciones de fondo? También. Pero es indispensable iniciar las acciones que permitan la reconstrucción social en el estado de Guerrero. ¿Olvidar? No. ¿Cesar los reclamos de justicia? Tampoco. Pero es preciso emprender el camino que haga posible enfrentar la pobreza, la explotación y las enormes disparidades, que son la raíz de los problemas que por generaciones ha sufrido la tierra que vio nacer a luchadores sociales de la talla de Vicente Guerrero y a intelectuales como Ignacio Manuel Altamirano.

Luis Hernández Navarro
Javier Flores
Jornada oaxaqueña
L

a principal actividad que me llevó a Oaxaca durante un fin de semana largo fue la impartición de un cursillo dividido en dos sesiones. Dedicado a comentar lo que puede ser o es la crítica de arte. Se llevó a cabo como conclusión de un diplomado, orquestado desde el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, e impartido a jóvenes integrantes de los cursos promovidos en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), en Etla, a unos 30 kilómetros de la capital del estado. Tal sección del seminario no se llevó a cabo allí, sino en el Centro Álvarez Bravo de la propia capital. La muy amplia bibliografía, tanto en materia de arte, como de literatura, historia, sociología y disciplinas prácticas, está congregada y clasificada en las dos secciones del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (Iago). Toda la sección de arte está congregada en la sede principal y el segundo inmueble, que hasta ahora conocí y que me produjo sorpresa y enorme beneplácito se encuentra perfectamente clasificado en un inmueble de la calle Murguía. Pasé un rato inquiriendo a la bibliotecaria y a su asistente por determinados títulos, no consabidos de ciertos autores. La perfecta clasificación electrónica permitió localizarlos en pocos minutos y pude percatarme de que ambas sedes del Iago incluyen volúmenes recién publicados en varios órdenes. Hago hincapié en esto porque tal acervo bibliográfico, por si sólo, constituye apoyo inapreciable a la licenciatura en historia del arte que ya se imparte en la Universidad Autónoma Benito Juárez, además de lo que concierne a otras disciplinas tanto humanísticas como prácticas, desde cocina y manufactura de textiles hasta práctica de la pintura al fresco, por ejemplo. En cuanto a contenido y servicios el Iago parece no tener par. Si Oaxaca es famosa por sus artistas y artesanos del pasado y del presente, su arquitectura, su cocina y sus espacios museísticos en la misma medida lo es a través de estos acervos.

Teresa del Conde